Por Leonardo Morales P.
El siglo XXI venezolano se
corresponde, por lo pronto, con la era del Socialismo del Siglo XXI. Han
transcurrido casi 18 años y ya puede mostrar sus logros y, a partir de allí,
imaginar todo su potencial.
El inicio del siglo XX,
arranca en Venezuela en medio de procesos políticos intensos y agitados:
Cipriano Castro junto a su compadre, Juan Vicente Gómez, y a nombre de la
Revolución Liberal Restauradora, se hace del Gobierno en Caracas. La vida de
los venezolanos, en total 36 años, transcurrió con Castro y Gómez en el poder,
la mayor parte bajo la llamada dictadura gomecista.
En esta oportunidad las cosas
no han variado en términos de agitación y convulsión social. Hugo Chávez
gobernó hasta marzo del 2013 cuando un padecimiento mortal lo sacará del juego
político y apareciera como heredero Nicolás Maduro. Desde entonces el país no
sale de una protesta, de un reclamo, y, en general, del desarrollo de una
crisis que afecta todos los órdenes.
Ese ha sido su gran logro en
estos 18 años de Gobierno, del cual se puede inferir que su potencial está
fundado en la destrucción de cuanto consigue a su paso: la siempre relaciones
afectuosas entre los nacidos en esta tierra dieron paso a la división y al
odio; el lento desarrollo de una pequeña industria generadora de empleos forma
parte de ese cementerio de galpones vacíos y ruinosos que quedan en eso que
alguna vez se llamó zonas industriales. El granero del país, que enorgulleció a
todos, no logra satisfacer las necesidades locales y, por supuesto, muchos
menos exportar excedente a otras nacionales.
El principio de este siglo
solo ha servido para reencontrarnos con el pasado, con todo aquello que quisimos
dejar atrás para que no afloraran dificultades mayores. Los esfuerzos por
edificar una democracia derivaron o van, salvo que se haga algo, hacia una
dictadura: hablar de división o separación de poderes seguramente pasará a
formar parte del lenguaje de conspiradores y, en consecuencia, todo aquel que
ose pronunciarlas podría ser objeto de juicio militar, tortura y cárcel, tal
como lo sugeriría los manuales cubanos.
El deterioro de las
instituciones, su destrucción parcial o total, seguirá su curso para concentrar
las decisiones en una única mano. Esa es y ha sido la pretensión del gobierno:
se dispone de un TSJ que debe consultar con el Consultor Jurídico de Miraflores
para tomar las decisiones que interesan instrumentar o desmontar al Gobierno.
Nada distinto ocurre en los demás poderes. Todos, absolutamente todos, rinden
cuentas de las tareas encomendadas y dictadas por el régimen.
La últimas tareas que bien ha
cumplido el poder electoral (no se olvidaron las mayúsculas) confirman la
destrucción de la institucionalidad. Durante mucho tiempo la Sra. Lucena viajó
por el mundo alardeando del sistema electoral más seguro del universo, pues
bien, sin más, ahora pasará a convertirse en una caricatura costosa de este
teatro rojo.
Ante la imposibilidad de
hacerse de electores para la elección impopular de una ANC, la comisión
electoral del PSUV ha procedido a destruir todos los dispositivos de seguridad
de la que se había dotado el sistema electoral venezolano, bien por iniciativa
del CNE o por recomendaciones de los técnicos de los partidos políticos. Así
las cosas el “sarao” montado para el domingo 30 de julio viene a convertirse en
el proceso comicial más vulnerable, inseguro y de más baja calidad profesional
que se haya realizado en la historia electoral del CNE.
Los niveles de descomposición
llegan al tal fin que administrativamente se vulneran decisiones judiciales
para hacer efectiva cancelaciones a una empresa sobre la cual existen embargos
por razones laborales, pero, además, dicha contratista, convertida en millonaria,
no sabemos si por “tratos de favor”, anda en proceso de descapitalización por
lo que no puede contratar con el Estado venezolano, sin embargo, lo irregular e
ilegal reina por esos lares, y, además, hay que decir que la empresa, además de
prestar servicios electorales, también, al parecer, se aplica en servicios de
maquillaje y adulteración de resultados.
Así las cosas, no habrá
sorpresas con los resultados, no se verán electores, pero la comisión electoral
roja y su privilegiada empresa darán vida a los votos.
29-07-17
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