El Espectador 23 de mayo de 2018
Aunque
el 70 % de los venezolanos rechazan al régimen, las clases sociales fueron más
racionales y votaron por Nicolás Maduro. Se trató de un apoyo circunstancial,
de un momento atípico y sin opciones. Lo cierto es que en menos de un año el
reelecto presidente tendrá en sus manos un poder ingobernable y deberá negociar
con diferentes sectores. La oposición deberá encontrar rápidamente un liderazgo
que permita capitalizar los 15 millones de votos “huérfanos” que dejó la
abstención este domingo, para no quedar relegada.
Hablamos
con Dimitris Pantoulas, un consultor y analista griego sobre temas políticos.
Llegó a Caracas en el 2007 para investigar más sobre el cambio institucional en
Venezuela y desde entonces se ha dedicado a estudiar las elecciones de este
país como parte de sus tesis para aspirar a doctorado en ciencias políticas en
la Universidad de Bath, del Reino Unido.
De
estos 11 años en Caracas, Pantoulas reconoce que este no es el peor momento que
ha vivido. Fue en 2015, cuando prácticamente las filas para comprar alimentos
eran interminables. Ni siquiera pagando extra (como sucede hoy en día) se
conseguían productos. Esto representa algo evidente, que se pierde en las
noticias diarias de la confrontación, y es que en Venezuela siempre se podrá
estar peor. Es como si tocar fondo fuera una verdadera utopía.
Para
el experto, la primera lección de los resultados del domingo son dos cifras
históricas en polos opuestos. “Obtuvo el segundo mejor porcentaje de respaldo
en la historia republicana. Chávez en su mejor momento logró un 63 % a su favor
y Rómulo Gallegos el 73 %; Maduro se queda con el 68 %. Se demostró que los
casi 6 millones de votantes es su techo, realmente es lo máximo que puede
alcanzar; pero la abstención del 54 % fue definitiva y la más alta en la
historia presidencial de Venezuela”, señaló.
Visibilidad a medias
Pantoulas
reseña que, para bien o para mal, hace 15 años el chavismo jamás dio un espacio
a los opositores. Al candidato Henri Falcón le permitieron vallas en las zonas
más transitadas de Caracas, como la avenida Francisco de Miranda, actos
públicos y tiempo en televisión, muy reducidos en comparación con Nicolás
Maduro, pero esa visibilidad (del 10 % vs. un 90 %) jamás la tuvieron Henrique
Capriles ni los demás que han intentado enfrentarse al chavismo.
Aunque
el 70 % rechaza al régimen actual, lo cierto es que las clases sociales fueron
más racionales. El experto resalta que, sabiendo que no había esperanza ni otra
oferta que les pueda mejorar la vida, votaron por Maduro. Al menos así
aseguraron las cajas de alimentos CLAP y demás ayudas de los programas sociales
a través del carné de la Patria.
“Para
ellos, la alternativa era ninguna. Saben que se trata de un apoyo
circunstancial. Se trata de un momento atípico y sin opciones. Hay gente
racional en los barrios que podría votar, no porque apoya. Realmente rechazan
el régimen, como cualquier otra persona a la que le ha hecho la vida difícil y
que aguanta hambre todos los días, pero el castigo no es votar por Falcón,
porque no tiene poder político”, explicó.
Alternativas en seis meses
Dimitris
Pantoulas señaló que en los próximos meses se deberá dar un tremendo reacomodo
del poder, tras un largo proceso de negociaciones entre varios miembros del
chavismo, el madurismo, la sociedad civil y la Iglesia católica, los
empresarios y lo que quedará de la oposición si logran organizarse.
Todos
los días hay entre 30 y 40 pequeñas protestas porque la infraestructura
colapsó, no hay agua, la electricidad es intermitente, no hay antibióticos ni
dinero para pagar la comida, se desplomaron las exportaciones petroleras, el
capital humano calificado sale del país a diario, entre otras tragedias.
“Hoy,
en las calles de Caracas, la sensación no es de un robo en las elecciones. La
gente no se siente frustrada ni preocupada. Esto es muy importante: se trata de
un nuevo capítulo para buscar un liderazgo real que permita capitalizar los 12
millones de personas que no votaron, más los 3 millones de Falcón y Bertucci.
La clave está en no perder el momento”, agregó el consultor griego.
Debido
a esta realidad económica y social, ningún gobernante podrá estar solo para
ejercer el cargo. En definitiva, Maduro tiene problemas políticos incluso
dentro del chavismo, que le va a pasar la factura de los resultados, pues los
obtenidos el domingo fueron casi los mismos que sacó en 2015 en la votación de
las elecciones parlamentarias, cuando la MUD se quedó con la mayoría de escaños
en la Asamblea Nacional.
El
analista resaltó que en menos de seis meses la situación podrá volverse
insostenible y habrá sólo dos alternativas: negociar para cogobernar o el
helicóptero del exilio. Los dos escenarios presionados por más sanciones internacionales
que se están conociendo.
Sufragar
significaría un “premio” madurista de 10 millones de bolívares, los cuales se
desvanecerán en pocos días por la hiperinflación. Mientras, para una minoría,
que no alcanza el millón de ciudadanos, la vida seguirá transcurriendo entre
las comodidades de cambiar en el mercado negro dólares que permiten lujos como
ser miembro del Altamira Tenis Club o del Caracas Country Club, comprar
langosta empacada al vacío en las tiendas gourmet, pagar la mensualidad del gimnasio
a donde van las “misses” o costear cuentas exorbitantes en el restaurante
Buddha Bar. Una vida que seguirá a pesar de la representación simbólica de la
abstención.
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