Por Marianella Herrera-Cuenca
Animales sobre el piso de
Cruz-Díez. Y no me refiero a las mascotas que muchos venezolanos que migran
buscando mejores oportunidades seguramente se llevan. Me refiero a la
salida del mercado venezolano de una industria que siempre fue sólida en
nuestro país: Kelloggs. Como investigadora en el área de la nutrición,
comparto la preocupación que ha existido desde siempre por el consumo de
alimentos cuyo procesamiento es industrial. Cierto, preservantes, exceso de
azúcar, grasas, sustitución de ingredientes saludables por otros que puedan
implicar una permanencia mayor sin deteriorar el producto, la propaganda y
estrategias de mercado que buscan penetrar la mente de los consumidores,
podrían ser un eventual riesgo para la salud. Sin embargo por otro lado,
gracias a la industria y en particular a la industria de alimentos y bebidas se
ha logrado una mejor distribución de alimentos, un perfeccionamiento en el agua
embotellada, la mejoría en la conservación de los alimentos y un abaratamiento
en alimentos estratégicos que alimentan a la población.
La salida de los “animalitos”
de Kelloggs preocupa y mucho. Primeramente porque se reducen las opciones para
elegir la marca que más te gusta o te conviene a la hora de comprar un
producto. Para nadie es un secreto que las madres que trabajamos nos apoyamos
en alimentos que sean fáciles de preparar para poder alimentar a nuestras
familias. La salida de las zucaritas y su “tigre”, del “corn flakes” y el gallo
y el choco krispies y su elefante duelen, a niños y a adultos. Es una
muestra más de la caída en la industria venezolana, de los desaciertos en las
políticas económicas, de la pérdida de un empleo digno para sus trabajadores,
quienes a la deriva quedarán en medio de un país lleno de incertidumbres.
La industria de alimentos ha
sido fundamental en los logros para mejora del consumo de calorías y de macro y
micronutrientes para la población. Basta con recordar las políticas de
enriquecimiento de las harinas, para reforzar el consumo de hierro y vitamina A
de la población venezolana, esto no hubiese sido posible sin la alianza estratégica
entre industria, gobierno y academia. También hay que recordar que la industria
tiene una distribución de alimentos que muchas veces no se tiene de otra
manera, y contar con ella para distribuir con equidad a todas las regiones
geográficas es crucial.
A estas alturas en Venezuela,
no basta solo con decir que la industria es “mala” que tiene alimentos tóxicos
y con conservantes nocivos para la salud. Cierto es que todo exceso es negativo
y que la moderación no siempre es el camino más fácil, que no hay alimentos ni
buenos ni malos, se trata de saber comer, combinar los alimentos de acuerdo a
las tradiciones culturales, conocimientos y educación nutricional respetando el
valor que los alimentos tienen dentro de toda sociedad.
Las comidas familiares, la parrilla
del domingo, la arepa para desayunar, las zucaritas con leche cuando mamá esta
apurada y debe servir el desayuno a cuatro niños, son al final valorados en su
dimensión por lo que traen consigo: el encuentro familiar, el papá que prepara
la parrilla, lo sabroso que mamá me da alguna vez cuando me permite una
indulgencia y se la permite ella.
Vamos perdiendo un valor que
está asociado a las capacidades: la libertad. Como dice Amartya Sen, el
desarrollo de capacidades va asociado al respeto y a la libertad
¿Qué puedo comprar sin
libertad para ello? ¿Cómo puedo hacer un desayuno por más que tenga el
conocimiento nutricional para distinguir lo saludable de lo que no lo es, si no
tengo que comprar?
La reducción en el número de
marcas que existen en los mercados de comida venezolanos implica una
pérdida de la libertad al comprar, no se puede elegir, se compra lo que
hay y ¡punto! Esto no ocurrió de la noche a la mañana, ha sido un lento,
tortuoso y doloroso proceso de expropiaciones, controles y deterioros.
Y para finalizar, se lo que
implica comer alimentos industrializados, pero desde la revolución industrial
los caminos de la tecnología han marcado un desarrollo innegable para la
humanidad, con sus defectos y con sus beneficios. En cuanto a la industria de
alimentos solo pregunto cuál es la alternativa para alimentar a los billones de
habitantes del planeta tierra sin industria, por ahora solo creo en educar a
los que trabajan en ella, trabajar en alianza con ella y establecer los marcos
regulatorios en beneficio de la salud de todos. Buen viaje animalitos de Kelloggs, esperamos verlos pronto y en un
feliz retorno.
22-05-18
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