Leandro Rodríguez Linárez 28 de mayo de 2018
Muchos
se preguntan, esperanzada o desesperanzadamente, ¿Qué viene? y no hay nada más
predictivo que nuestro futuro inmediato, pues tenemos 18 años en lo mismo: el
país continuará, cada vez más aceleradamente, por su senda de autodestrucción.
No se trata de ser alarmistas, más bien ¡Realistas!
Debemos
pasar la página de las “presidenciales” era público, notorio y preanunciado su
resultado, el país vuelve a la normalidad, a la caotización del caos, el
gobierno buscará en qué nuevo show despistar la atención de los venezolanos.
Vale recalcar, en la alocución frente a la ANC con motivo de la proclamación de
su nuevo periodo presidencial, Maduro reconoció culpas, mismas que durante sus
funestos 5 años los venezolanos desinfectados de fanatismos le hemos reclamado,
por supuesto, al final de sus confesiones siempre edulcoraba su mea culpa
atribuyendo a la “guerra económica” parte de sus indesviables
responsabilidades.
Lo que
viene para Venezuela no son buenas noticias, la extrema petroleó dependencia
que enraizó Chávez es el génesis de la catástrofe presente y futura, pues esa
trágica condición se complicó con Maduro y la destrucción de Pdvsa, es tan
grave esa situación que sí el barril de petróleo llegase nuevamente a superar
la barrera de los 100$ en nada cambiaría nuestros padecimientos frente al
elefantiásico tamaño del Estado legado por Chávez y empeorado por Maduro y su
populismo salvaje.
Estamos
pagando las consecuencias de la toxicidad ideológica, de haber sido
extremadamente crédulos, ingenuos y fatalmente permisivos con nuestros
gobernantes. En estos 18 años se privilegiaron trabajadores, empresarios y
gobiernos extranjeros a fin de buscar incondicionales apoyos foráneos en
nefasto detrimento de trabajadores y productores venezolanos. Chávez, así lo
confesó hace más de 10 años, aseguró el precio del barril jamás iba caer, que
llegaría a 500$ o más, por lo que hilvanó un sistema económico que dependiera
exclusivamente del gobierno y sus petrodólares, un centralismo ultroso que le
permitiera el control absolutista, no solo económico sino político, como
también lo confesara en su momento el alicaído Aristóbulo Isturiz.
Evidentemente, esa arcaica concepción hoy nos deja sus terribles secuelas.
Frente
a las sanciones internacionales, ante lo que califican un gobierno ilegal e
ilegitimo, en el país la situación se agravará, dejando a los venezolanos que
no recibimos remesas en una condición trágica, la destrucción de Venezuela
durante estos 18 años comienza mostrar su cara más dura. Perdónennos toda esta
franqueza, pero en nuestra opinión debemos estar claros.
Solo
hay una vía para que Venezuela pueda alzar vuelo, la unión entre los
venezolanos, la presión social sobrepuesta a la mediocre y destructiva parcela
partidista, debemos imponer lo que es realmente importante para nuestras
familias, no continuar aceptando excusas a los fracasos de nuestros políticos,
ello solo nos conlleva a este más de lo mismo empeorado. En segundo lugar, la
comunidad internacional, su peso diplomático es fundamental ante un régimen que
poco o nada le interesa las opiniones y sentires de los venezolanos… Para
finalizar, acuérdese que los caos son los que generan los grandes cambios.
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