Por Alberto Lovera
En estos tiempos tan
turbulentos que vivimos y sufrimos no es nada fácil para las fuerzas
democráticas acordarse en una ruta, pero hay que empeñarse en lograr que la
mayoría de las voluntades políticas y sociales encuentren la manera de hacerlo.
Dijimos en esta espacio que
había diferentes lecturas sobre el evento electoral por parte de quienes buscan
encontrar la manera de parir una salida pacífica y constitucional al cambio
político en nuestro país, y que había que dejar que ellas se desplegaran,
respetándose, sin descalificaciones mutuas, algo que no se logró, aunque
hay que registrar que bajó de tono porque se entendió quién es el adversario, más
allá que se propusieran diferentes rutas para enfrentarlo y derrotarlo.
La paradoja (feliz) es que
tanto los que impulsaron el boicot a un proceso electoral lleno de triquiñuelas
que lo hacía un simulacro, y quienes intentaron utilizarlo para canalizar el
rechazo al régimen autoritario imperante, llegaron a la misma
conclusión: este no fue un proceso electoral que reúna las condiciones
para que se exprese la voluntad popular. El planteamiento del Frente
Amplio se encontró con la contundente declaración de Henri Falcón que
descalificó este evento como una verdadera elección en términos democráticos,
adelantándose a unos boletines del CNE que nadie cree porque las violaciones de
las normas electorales fueron flagrantes, antes, durante y en el cierre del
proceso, cual no deja duda de su sesgo
A partir de allí, se abrió el
camino, que desde el grupo de opinión “Aquí Cabemos Todos”, habíamos planteado
unos días antes del evento electoral, pasada esa fecha, se nos impone, más allá
de las propuestas tácticas, que son eso, votar o no votar en una coyuntura
particular, restituir una plataforma de entendimiento de las fuerzas
democráticas. Más aún cuando el Frente Amplio ha insistido en la salida
electoral, pero que sea con condiciones similares a las que exigió la MUD en la
negociación de República Dominicana, antes que el gobierno pateara la mesa y
frustrara un posible acuerdo. Y el propio Falcón ha planteado que lo
conducente es anular este proceso fraudulento y convocar a unas elecciones con
condiciones equitativas.
El drama que está sufriendo el
pueblo venezolano es de tal magnitud que se impone un reencuentro de las
fuerzas democráticas para hacer posible una plataforma de propuestas y de
acción para buscar opciones para poner fin a este régimen autoritario que ya no
le importa la gente sino perpetuarse en el poder, y aunque suene difícil, que
esa ruta sea pacífica, democrática y electoral. No será fácil, pero cada vez es
más evidente que más allá de los recursos de poder que todavía dispone, aunque
disminuidos, se encuentra con un pueblo que clama por un cambio, y cada vez, y
de diferentes maneras, exige que se vayan para permitirnos construir una
sociedad próspera e inclusiva, para la cual la camarilla en el poder se ha
convertido en un obstáculo que hay que remover.
Que renuncien porque ya son
pocos los que lo apoyan, o que se sometan a unas elecciones verdaderas y
acepten el veredicto popular, que aunque le sea adverso, es mejor a pasar a la
historia como quien por perpetuarse en el poder fue capaz de someter a su pueblo
a las más terribles privaciones.
Para que ello sea posible es
necesario que toda la dirigencia democrática actúe con humildad y coraje
reuniendo la más amplia red política y social posible, teniendo claro que es
hora de reencuentro, dejar de lado las recriminaciones inútiles porque las
aspiraciones legítimas sólo les llegará su hora si ponemos fin a este oprobioso
régimen autoritario, no antes.
Anudar acuerdos, hacer
confluir iniciativas, dotarse de una propuesta de futuro democrático y de
prosperidad, hasta que la presión ciudadana logre un desenlace pacífico, que se
ha vuelto difícil, pero no imposible. Se han visto casos en muchos procesos
donde todo parecía haber cerrado todos los caminos, hasta que se iluminó una
opción que parecía inexistente.
25-05-18
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