Por Gregorio Salazar
En un trayecto de apenas
once meses, el chavismo se hizo con una constituyente supra constitucional,
diecinueve gobernadores y cuatro “protectores”, doscientos noventa y cinco
alcaldes, la mayoría en todos los consejos legislativos del país, un presidente
reelecto hasta el 2025 y todavía falta la guinda envenenada del pastel: la
nueva constitución socialista mediante la cual se pretenderá hacer desaparecer
el viejo mapa político del país para que surja la llamada nueva geometría del
poder de concepción comunal, todo en función de la dominación perpetua.
Aseguradas todas esas
instancias de poder mediante actos dictatoriales con disfraces jurídicos,
perversión electoral y el ventajismo más obsceno, el chavismo ve despejado el
camino hacia esa nueva constitución. Será un instrumento tan espurio como el
propio organismo que lo aprobará, pero su ilegitimidad no le impedirá, si la
sociedad venezolana no logra dar antes un desesperado viraje, ser utilizada
como el principal fundamento para la consolidación del primer cuarto de siglo
de la dictadura y más allá.
Esa constitución, que pronto
dejará asomar su indudable modelaje cubano, ya debe estar redactada. El diseño
y armado de los instrumentos políticos para la dominación es la única área
donde la revolución se muestra diligente, acertada, eficientísima. Ya los
criollos juristas del horror, de vileza y desvergüenza tan voluminosa como su
corporeidad, deben haber finalizado su deleznable trabajo.
Probablemente surgirán
quienes propondrán aferrarse al artículo 333 de la Constitución actual, según
el cual “esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por
acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al
previsto en ella
Ya sabemos que en lo
económico lo que viene son las mismas vaciedades recicladas. La misma propuesta
de diálogos, encuentros y acuerdos que no van a resolver los ingentes males
cuyo origen está en un modelo económico trastornado que ya traspuso todos los
umbrales del surrealismo. De modo que la cúpula roja se dedicará a ir
configurando el escenario, macerando las condiciones que le permita aprobarla
sin riesgo de derrota al ser sometida a la aprobación popular mediante un
referéndum. Tiene todavía más de un año para ello.
Claro, estamos partiendo del
supuesto de que el oficialismo que durante 19 años se ha jactado de que la
Constitución del 99 fue aprobada en referéndum popular tendrá el pudor de no
querer emparentarla con aquella del 61 que, según ellos, fue impuesta por una
cúpula, un cenáculo político como el Congreso de la República de la época, y no
mandará el nuevo texto constitucional promulgado directamente a la Gaceta
Oficial, potestad que confiere la actual carta magna.
Cabe preguntarse qué hará la
oposición venezolana frente a un eventual referéndum constitucional. ¿Se
organizará para impedir que se imponga en Venezuela un modelo restrictivo de
las libertades, que cercene, por ejemplo, el voto universal? ¿Dirá que no irá
ese referéndum convocado por una constituyente espuria y organizado bajo
condiciones electorales desventajosas o se organizará para impedirle el paso?
Probablemente surgirán
quienes propondrán aferrarse al artículo 333 de la Constitución actual, según
el cual “esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por
acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al
previsto en ella. En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana
investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el
restablecimiento de su efectiva vigencia”.
Ese es uno de los nuevos
retos que espera a la oposición venezolana que, tras los resultados electorales
del 20M, tiene por delante la ciclópea tarea de la reestructuración y la
reunificación, sin lo cual cualquier opción de sacar a Venezuela de la
hecatombe luce remota.
Pero los tiempos de la
crisis económica son inmensamente más veloces y trepidantes que los de la
crisis política y ambas se retroalimentan. El gobierno de Maduro no levanta
expectativas populares y recibe el repudio de la mayoría de los venezolanos y
del concierto de las naciones democráticas. La tragedia social es pavorosa.
Presión, presión popular es lo que viene.
27-05-18
http://talcualdigital.com/index.php/2018/05/27/presion-popular-es-lo-que-viene-por-gregorio-salazar/
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