Páginas

viernes, 18 de mayo de 2018

El punto de quiebre por @LuisGarciaMora



Por Luis García Mora


Creo que la situación nos obliga a opinar. Nos obliga a actuar.

Creo que la convocatoria del próximo domingo 20 de mayo, deber ser objeto de una reflexión aún mucho más amplia y profunda, de lo que ha sido. Dado de que a pesar de que en todo conflicto como afirman los expertos, es difícil determinar el momento de hablar y pactar, porque siempre las partes suponen que el contrario está débil, y es la oportunidad para destruirlo y no para dialogar, es siempre en el escenario crítico, como consideramos que ocurre en este momento, cuando como dicen las emociones están obligadas a darle un chance al pragmatismo.

Vivimos un frágil y peligroso equilibrio que puede derivar en una dictadura militar abierta, o en un enfrentamiento sangriento, y que, al mismo tiempo por razones del azar histórico, qué sí existe, podemos conjurar ambas salidas en un acuerdo que comience el próximo domingo 20, a partir de la cita electoral, o antes, hacia dentro de la oposición, y con el Gobierno.

Pero antes de entrar en materia, permitámoslo una rápida digresión.

La lucha por el voto universal, directo y secreto se construyó en Venezuela con unas convocatorias electorales que no se podían ganar, contra López Contreras, Medina Angarita, y la dictadura perezjimenista, pero que el resultado de esa lucha lo consiguió.

Por lo que cuando logras esas condiciones participativas no puedes renunciar a esa participación cuando se te ofrece en los términos que sean. Y eso no excluye de un conjunto de acciones que puedan acompañar una estrategia que incluya junto a ella, una movilización popular a partir del voto para abrir espacios para nuevas condiciones. Porque si no te aíslas y te cierras a ti mismo la oportunidad en manos de quienes quieres salir.

Desde 2015 se ha hablado de que prolongar la agonía de este régimen fracasado agravaba y aumentaba el dolor generalizado de los venezolanos, y elevaba el costo de cualquier desenlace, por lo que llegados a este punto lo más sensato era buscar una “salida democrática excepcional”, para alcanzar un imprescindible “gobierno de transición”, de “salvación nacional”, con decisiones que requerirían de un apoyo masivo y plural, para relanzar la economía, sanear la inflada, corrupta e incapaz burocracia, indispensable para el apoyo internacional rápido y efectivo.


Desde varios puntos de vista, y en contra de lo que actualmente se dice, considero que las condiciones electorales del próximo domingo quizás sean las mejores en 20 años de hegemonía chavista, porque en toda asunción política se ha aceptado que siempre juegan 1) las condiciones o garantías electorales objetivas (institucionales, legales, constitucionales) que se te ofrecen; en este caso, por cierto, en términos de igualdad en la competitividad tan malas como siempre. Y 2) las condiciones electorales subjetivas, que no son las que el régimen te ofrece, sino la que te ofrece la coyuntura política que estás atravesando, que se aprecian subjetivamente, no están escritas, y que el buen político las aprecia y las sabe manejar de manera integral, inteligente y rigurosa.

Y ocurre que en este caso la más importante condición subjetiva es que, por primera vez en 20 años, el ochenta por ciento más de todos los venezolanos encuestados quieren cambiar de gobierno –si les dan la oportunidad de hacer algo al respecto, pero que no tenga un costo personal directo para ellos, como lo sería jugarse la vida en una decisión heroica. En el ejercicio del voto todavía directo, universal y secreto, que todavía puede ocurrir –a partir de este mismo domingo, de ganar Maduro las elecciones presidenciales, esa condición de soberano, directo, universal y secreto sería eliminada por una nueva Constitución ya lista en manos de la Constituyente, para convertirlo en un “voto corporativo” como en Cuba–. Y no volveríamos a votar así jamás.

Por lo que, querido lector, aun todavía puede ocurrir que, en la soledad del voto del domingo, usted tenga la oportunidad de decidir voluntaria y privadamente, qué hacer.

En Venezuela hubo una época, con las tarjetas que el ciudadano no había votado, poder averiguar por quién había votado, o no. Y aunque no como en las actuales condiciones enfermizas, extremas, opresivas, esto siempre estuvo ahí presente, pero ocurría –y ocurre—que ese acto se decidía –y se decide, hasta el domingo– en la soledad que nos permite decidir voluntaria y privadamente, votar por quien nos dé la gana.

Y, recordemos, por primera vez en la historia se acude a unas elecciones presidenciales con el 80 por ciento de los venezolanos que quiere hacerlo por el cambio, al margen de Chávez o de la Revolución. No había ocurrido y es demasiado potente para no aprovecharlo.

La segunda condición subjetiva, es que a la cabeza de la fórmula opositora está un personaje que es disidente del chavismo. Que tiene la posibilidad de acumular ese 80 por ciento de rechazo que tiene Nicolás Maduro. Y que por su enorme magnitud incluye al pueblo chavista. Que posiblemente lo siga siendo, y que cuando se le pregunta si le gusta la MUD o los partidos de la MUD o sus líderes, que ni siquiera tienen el 20 por ciento de aceptación, los rechaza

Tercera, el 80 por ciento de rechazo a Maduro tiene una parte muy grande y que no ha capitalizado nadie, que es que con Henry Falcón se tiene la posibilidad de construir un mensaje unitario que apele al chavismo descontento que quiera redimirse de su responsabilidad en la construcción de esta catástrofe nacional y continental.

Y, la otra condición subjetiva es que los regímenes autoritarios que hacen elecciones (amañadas o no) siempre ofrecen mucha resistencia a aceptar el cambio propuesto, porque el costo político es absoluto. Dado que normalmente las fuerzas opositoras que se reafirman en ese costo político, son, resultan, inviables para los que están en el poder que, temiéndolo (el costo político) hacen lo posible para evitarlo. En este caso, también por primera vez, un candidato opositor (en este caso, Falcón) destranca esto.

Otro elemento. Es mi creencia pragmática que cualquier otro candidato habría subido este costo político al límite dado el alto grado de polarización política alcanzado en el caso venezolano.

Este país como lo reconocen demasiados analistas, ha sufrido una profunda transformación social y política y jamás regresará a lo que era antes. Creo, dadas las circunstancias, en el escenario de una transición impulsada desde el chavismo con los tiempos contados y con la FAN. Y basada en la aceptación del derecho del adversario a existir y tener poder. Y en el que, como alguna vez decía Rocío San Miguel, el “todo o nada” debe desaparecer de la mesa política del país.

El pragmatismo que informa el funcionamiento de la FAN como en todas partes, que simplifican los elementos simbólicos del poder, desde que comenzó esta película en 2013 cuando se refieren a una alternativa de poder, se refieren a quién como sabe Rocío, encarnaría la presidencia en el caso de que saliera Maduro, y asumiera la posición. Y la oposición nunca se definió en ese punto. Demasiado atomizada (por no decir más), no pudo. Es más, según los entendidos, si se hubiera definido claramente al menos hace un año, esta apuesta hubiera sido más clara para la FAN.

Que como hay que reconocerlo, en cualquier transición como la que pudiera producirse a partir del domingo, es inevitable la tutoría de la FAN para que la acompañe, y que están vigilantes de no quedar fuera del poder, porque en principio, las Fuerzas Armadas se mueven cuando hay una alternativa real de poder. Como en 2002 cuando se produjo la primera de las dos únicas alternativas reales de poder para la oposición en 20 años, y fracasó por el golpe estúpido y desconocimiento de la realidad militar, y las última cuando en las elecciones presidenciales de abril de 2013 no se le pidió al pueblo que defendiera el voto, desde el chavismo, se le tomó la medida a la oposición.

(Cuando se cita el caso de Arias Cárdenas en las “megaelecciones” de 2000, cuando su voto no trascendió el 37 por ciento, hay que recordar que entonces el apoyo popular a Chávez era importante, lo que no ocurre en este caso, ni aproximadamente, con Maduro, hoy enfrentado a ese 80 por ciento que quiere cambio, eso también es inédito)

Entonces, uno no entiende como la oposición inexplicablemente en las actuales circunstancias, prefirió ponerse en las manos de una operación de turismo internacional, en lugar de una ruta que combinara este apoyo estratégico potenciándolo con la movilización popular a través del voto, y con una figura a la cabeza del tique electoral que puede negociar con el chavismo gubernamental militar (no olvidemos que le ofreció el ministerio de la Defensa al general Padrino López, el líder hoy de las FAN, de ganar), y que además le ofrece confianza a ese sector del chavismo triturado como todos por esta crisis, la más descomunal conocida. Al tiempo que la oposición de la MUD pudieran ofrecer algo más tangible, a la comunidad internacional.

En una operación aritmética perfecta.

En lo que a nuestro parecer es el punto de quiebre del domingo.

17-05-18




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico