FRANCESCO MANETTO 21 de mayo de 2018
El
fiasco de la participación de las elecciones del domingo en Venezuela, con la
abstención más alta de la historia en ese país en unas presidenciales (un 46%),
ahonda la debilidad del régimen chavista. Las fuerzas mayoritarias de la
oposición pidieron el boicot de los comicios por carecer de garantías y la
victoria, aplastante, de Nicolás Maduro solo tuvo legitimidad para el
oficialismo. Sus adversarios, Henri Falcón y Javier Bertucci, exigieron la
repetición, aunque este último acabó reconociendo el resultado. El Frente Amplio
(de los principales partidos de la oposición) demostró el alcance de su
llamamiento a no votar. La comunidad internacional ratificó el aislamiento del
Gobierno.
Maduro
se proclamó el domingo por la noche presidente de Venezuela hasta 2025. Según
los datos oficiales, con casi 6,2 millones de apoyos frente a los 1,9 de
Falcón, su principal contrincante. Lo hizo después de una campaña marcada por
la indiferencia y de una jornada electoral en la que más de la mitad de los
votantes (de un total de unos nueve millones) secundó las tesis de quienes
rechazaban estos comicios, convocados a principios de año con unos tiempos y
unas reglas del juego que, según sus denuncias, favorecían a las autoridades.
El aparato chavista redobló los esfuerzos para conjurar la abstención —“votos o
balas”, llegó a decir el propio mandatario, incidiendo en la retórica del
enemigo exterior—, pero finalmente incluso el Consejo Nacional Electoral (CNE),
una institución controlada por el oficialismo, confirmó uno de los peores datos
de movilización en unas elecciones de estas características.
El
sucesor de Hugo Chávez salió del palacio de Miraflores y compareció ante miles
de seguidores para exhibir una “victoria popular permanente” y habló de
diálogo. Su ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, se empleó
ayer en demostrar, junto a la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente,
Delcy Rodríguez, que la participación no fue tan mala. Confrontó las cifras con
las de países vecinos como Colombia y de Estados Unidos. No obstante, el
término de comparación para medir estas elecciones se halla en la propia
historia de Venezuela. En 2013, acudió a las urnas casi el 80% del censo; en
2012, el 80,5%; y en 2006, el 74,7%. Nunca en las últimas décadas unas
presidenciales causaron tanto rechazo. El ministro también se pronunció,
durante una conferencia de prensa, sobre las críticas y las denuncias de la
llamada comunidad internacional, una expresión que él mismo dijo censurar.
Trató de restar importancia a las presiones de las principales instancias
americanas y europeas y afirmó lo que importa es lo que dice Venezuela.
Rechazo
Sin
embargo, una de las cuestiones que más preocupa a la cúpula del chavismo es
precisamente la amenaza de las sanciones internacionales. Estados Unidos, las
potencias de América Latina, varios países europeos y también el G-20, cuyos
ministros de Exteriores están reunidos en Buenos Aires, condenaron la cita
electoral. El vicepresidente de EE UU, Mike Pence, reiteró que su país no
reconoce lo que calificó de “farsa”. “No fueron ni libres ni justas. Los
resultados ilegítimos de este falso proceso electoral son un golpe más para la
orgullosa tradición democrática de Venezuela", mantuvo en un comunicado.
La Unión Europea ya había manifestado hace un mes que para poder reconocer los
resultados debían darse algunas condiciones como la participación de todas las
fuerzas políticas, una composición plural de la autoridad electoral, un nuevo
calendario y una mayor observación internacional. Y los 14 países
latinoamericanos que integran el Grupo de Lima llamaron a consultas a sus
embajadores y acordaron reducir las relaciones diplomáticas con el Gobierno de
Maduro.
Estos
países aseguraron que “no reconocen la legitimidad del proceso electoral
desarrollado en la República Bolivariana por no cumplir con los estándares
internacionales de un proceso democrático, libre, justo y transparente”. El
Ejecutivo español también avanzó que “estudiará junto a sus socios europeos la
adopción de medidas oportunas”. “Resulta evidente que en el proceso
desarrollado en la jornada de ayer no se verificaron esos requisitos
indispensables... A las deficiencias democráticas fundamentales de las que se
partía, hay que sumar las graves irregularidades denunciadas por candidatos
opositores y diversos sectores de la sociedad civil respecto del desarrollo de
la jornada de ayer”, continúa el Gobierno español.
Henri
Falcón, que rompió con el chavismo en 2010 y era el principal candidato
opositor, exigió la repetición de las elecciones. Este militar retirado se
alejó de la Mesa de Unidad Democrática, que reúne a los principales partidos de
oposición, precisamente después de la convocatoria electoral. Las fuerzas
críticas con Maduro enfrentaron estas presidenciales con estrategias distintas.
Las formaciones de Leopoldo López (Voluntad Popular), Julio Borges y Henrique
Capriles (Primero Justicia) y Henri Ramos Allup (Acción Democrática) optaron
por demostrar su fortaleza a través de la abstención, tratando de evidenciar la
soledad del régimen.
“A los
venezolanos les imploro que no caigan en la desmoralización. Hoy Maduro es más
débil que nunca antes. Estamos en la fase final de un ciclo trágico para
nuestro país. Ha quedado expuesto y el mundo desconocerá el fraude hoy
[domingo]”, dijo Borges. Quedan ahora por conocer los próximos pasos de estas
formaciones y su voluntad real de volver a unirse y redoblar la presión.
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