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domingo, 27 de mayo de 2018

La maquinaria dictatorial por @perroalzao



Por Arnaldo Esté


La necesidad de organizarse.

Además de la unidad debe lograrse una estrategia y un programa político básico y de inicio inmediato. A la presión internacional, ahora en primer plano, debe agregarse una basta y minuciosa organización que llegue a todos los niveles y lugares. Una organización que deberá prefigurar los valores y funciones de una democracia profunda. La dignidad como calidad de la persona, su respeto y reconocimiento, la participación y, como ejercicio de esa dignidad, la solidaridad como recurso de la cohesión y la construcción compartida, la diversidad como la posibilidad, logro y necesidad de los que piensan, actúan y se realizan con otras maneras y pensares.

El chavismo, que logró en sus comienzos aglutinar a la gente subordinada por décadas a la petrofilia, se vio en la necesidad de estabilizar sus fuerzas políticas y darle cierto instructivo ideológico de comportamiento. Inventó así, y con fuerte ayuda de argumentadores internacionales de oficio, el socialismo del siglo XXI. Un revoltijo no coherente de enunciados del acervo marxista, con clisés, cada vez menos significativos, de la jerga del confuso universo de las llamadas izquierdas y derechas, pero que logró enamorar al idealismo igualitarista.

Pero eso no era suficiente. Era necesario enriquecer la afinidad al mesías y a la petrofilia con una maquinaria que garantizara el control de la sociedad para eventos previstos o emergentes: elecciones, golpes de Estado, insurgencias, invasiones…

El gobierno, que resultó sumamente torpe e ineficaz en el manejo de los recursos éticos, estructurales, económicos y financieros, no lo fue en la organización de esa maquinaria. Recurrió, con mucha habilidad, al uso, en escalas variadas de presión o control, a todo tipo de instrumentos: imágenes mesiánicas, bandas armadas, pandillas y grupos de fidelidad vecinal, coacciones, bonos y sobornos, liderazgos de calle, folclore, asesinatos y prisiones… Aseguró, con descarada sagacidad, el control horizontal y vertical de las ya menguadas instituciones: Presidencia y ministerios, Fuerza Armada, Consejo Supremo Electoral, tribunales y jueces, servicios de salud; acosó, y pretendió sin lograrlo, subordinar la educación formal. Presionó y arrincono a buena parte de los medios de comunicación.


Todo ello se afinó en una entrenada y funcional maquinaria electoral que, con curiosas y oportunas maquinillas, garantizo una zafra de votos que ha mediado los 6 millones. Ese es el fraude.

arnaldoeste@gmail.com

26-05-18




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