Por Lesslie Mendoza
A los 75 años y luego de
tres décadas ofreciendo sus conocimientos a miles de alumnos en la Escuela de
Comunicación Social, este sacerdote jesuita e investigador asegura que aún
tiene mucho que aportar a su profesión y a los estudiantes que pasan por las
aulas de clases
Vasco de nacimiento, pero
venezolano de corazón. Jesús María Aguirre (o “Chusma”, como le dicen
cariñosamente quienes lo conocen) es un personaje multifacético y con gran
trayectoria en la investigación de la comunicación en Venezuela. Profesor,
sacerdote y voluntario comprometido con las causas sociales son algunos de los
roles que desempeña con mucho ánimo cada día.
Nacido en la ciudad de
Azpeitia (provincia de Guipúzcoa, en España) en el año 1943, fue bendecido en
la misma pila bautismal que San Ignacio de Loyola y Vicente Emparan (quien
fuera Capitán General de Venezuela hasta 1810), como una suerte de jugarreta
del destino que lo llevaría a incorporarse a las dos casas que lo han cobijado
en la vida: la Compañía de Jesús y Venezuela, su hogar durante casi 55 años.
“Entré a la Compañía de
Jesús y nosotros desde que entramos nuestra vocación es para todo el mundo. Así
fue como pidieron un grupo de voluntarios para ir a otros países; en ese
momento algunos iban para la India donde las puertas estaban cerradas. La
opción de Venezuela era una que estaba demandando gente porque estaba teniendo
una expansión muy grande la presencia jesuítica en el país. Entre los que se
propusieron como candidatos estuve yo. En el año 1962 estaba yo ya aquí”.
De allí en adelante, Aguirre
se ha caracterizado por desarrollarse académicamente en diferentes áreas de las
ciencias humanísticas y ha obtenido varios grados no solo en Venezuela, sino
también en países como España, Francia y Ecuador.
Filósofo de la Universidad
San Gregorio de Quito, teólogo egresado de la Universidad de Deusto (España),
comunicador social de la UCAB y doctor en Ciencias Sociales de la UCV son
algunos de los títulos que acumula en su historia de vida.
Pero su pasión por el
periodismo y la comunicación es lo que lo define. En 1975 fundó la revista
Comunicación, editada por el Centro Gumilla, y ha publicado más de 16 libros
sobre el tema. Además, desde hace 30 años se mantiene unido a la Escuela de
Comunicación Social de la UCAB, en donde se ha desempeñado en diferentes áreas,
sobre todo como docente y referente para todos los estudiantes de esta carrera.
“Con mis intereses fui
acumulando formación adicional vinculada a la comunicación y las ciencias
sociales, y así es como al regresar a Venezuela, comencé las prácticas
profesionales en la revista SIC del Centro Gumilla, en la que he colaborado
desde 1969. Mi vinculación con la Escuela de Comunicación comenzó en el año
1988, con una materia que se llamaba Análisis de Prensa, que dictaba junto a la
profesora Caroline de Oteyza. Durante estos 30 años con la Escuela, hemos
abierto cátedras como Sociología de la Comunicación y Sociología de la
Comunicación en América Latina; fui coordinador de trabajos de grado, encargado
del departamento de Ciencias de la Comunicación y abrimos los postgrados en las
áreas de comunicación, desarrollo social y organizacional. También intentamos
crear un doctorado, esta última fue una experiencia fallida”.
Aguirre cuenta que, luego de
tantos años en esta escuela, su bandera siempre ha sido aportar a la carrera de
Comunicación Social en la que se desempeña como docente diversos conocimientos
que preparen a los estudiantes para que den lo mejor de sí fuera de las aulas.
“Mi gran inspiración como
profesor siempre ha sido mejorar la profesión del comunicador. Yo creo que es
una profesión muy poco comprendida, muy mal entendida. La gente ni siquiera cae
en cuenta que en torno a eso que llamamos las industrias culturales hay más de
400 oficios distintos. Para mí es muy importante, más allá de que haya
estudiado esta carrera, mejorar desde las condiciones laborales hasta la
preparación profesional; por eso la mayoría de mis investigaciones las he dedicado
a esto y lo que desearía uno es la mejora de los medios y por supuesto de las
políticas de comunicación del Estado”.
Con la frase “up to day”,
este jesuita de 75 años de edad cuenta que los cambios generacionales que ha
vivido como profesor con sus estudiantes le han servido para nutrirse sobre las
nuevas tendencias que van surgiendo en el mundo; además afirma que mientras más
aprende de sus alumnos más cosas nuevas tiene que enseñarles a las generaciones
siguientes que también entrarán en su aula.
“Existen cambios
generacionales. Hay una frase de un Papa que dice ‘qué distintos éramos
nosotros de nuestros antecesores’. Se imagina uno que estas generaciones se
parecen a nosotros, pero son muy distintas de todo punto de vista. Hay una
transformación de los valores, no como esas cosas pintorescas de transexuales e
hippies, sino en la forma de concebir la vida, más postmoderna, su relación con
el mundo es absolutamente distinta. Ahora con Facebook uno se mantiene
conectado, sobre todo en el caso venezolano. Todavía hablo con exalumnos que
están en cualquier parte del mundo. Para uno esto es nuevo, ahora tengo tablet
y smartphone. Sin ser nativo digital he visto el cambio de las tecnologías con
mis estudiantes, ellos son los que me han mantenido, como digo yo ‘up to day’,
uno aprende muchísimo de los alumnos”.
Un sin fin de anécdotas como
docente
El profesor Aguirre se ha
dedicado no solo a colaborar con los sueños de sus estudiantes, sino a formar
profesionales que sepan argumentar y defender sus ideales como comunicadores
sociales y seres humanos.
“Las anécdotas son muchas,
pero recuerdo dos en particular que para mí han sido muy significativas. En la
cátedra de sociología de la comunicación para ver cómo era el tema de las
ideologías, solía hacer la afirmación ‘la mujer es un animal de pelo largo e
ideas cortas’. Entonces, las alumnas se ponían frenéticas y yo les pedía que me
demostraran lo contrario; claro, esto lo hacía como provocación para ver qué
argumentos tenían para defenderse (risas). Una vez se creó una comisión que fue
a la Escuela para protestar porque yo era machista. Me pasaba que entraba a
este salón y las mujeres se ponían de espaldas, y siguieron así hasta que
entendieron mi juego. Otra anécdota que recuerdo de mis alumnos fue un grupo que
estaba haciendo su tesis, un largometraje, y se les murió el actor principal
que era Cosme Cortázar, del famoso grupo Rajatabla. Yo en ese momento era
coordinador de tesis y me plantearon que, como yo me parecía mucho a ese actor,
hiciera el papel. Me tiñeron el cabello de rojo, me envolvieron como una momia
y me toco correr por el parque El Pinar para que los estudiantes pudieran tener
la película ‘Susana toma el baño’”.
Luego de tres décadas dando
clases, el padre jesuita ha sido un pilar fundamental para el desarrollo de
profesionales intachables que representan a Venezuela en diferentes ámbitos
fuera y dentro de las fronteras del país, a los cuales recuerda siempre con
cariño por haber sido excelentes alumnos.
“Yo suelo decir que de los
exalumnos hay dos tipos, unos son muy buenos y otros son muy malos. De los que
están en el medio uno se acuerda menos. Algunos estudiantes que he tenido que
han sido resaltantes, pues está Elí Bravo, uno de los más inteligentes que he
tenido; otro que fue muy serio pero brillante es el actor Edgar Ramírez.
También puedo hablar de otros muy sobresalientes como Carlos Correa, de Espacio
Público, o Andrés Cañizález, un gran investigador”.
Frente a la situación actual
del país, el éxodo de jóvenes venezolanos y la desesperanza de los
profesionales de la comunicación, el profesor Aguirre mantiene su optimismo y
afirma que sobre las adversidades crecen los mejores periodistas.
“En Venezuela hay
dificultades, en eso estamos de acuerdo, pero como las hay en todos los países.
Por estudios y demás me ha tocado viajar por el mundo y vivir situaciones de
dictadura; si uno espera que siempre existan condiciones óptimas, la vida no es
así. En cada momento hay un reto y ahí uno debe tejer su vida. Entiendo al que
no tenga vocación política para quedarse apostando por el país. Es algo de reto
personal, pero a la hora de la verdad las personalidades más fuertes se tejen
en medio de obstáculos y luchas. Cuando uno ve a los grandes profesionales del
periodismo, como Ryszard Kapuściński (periodista polaco) y Oriana Fallaci
(periodista italiana), ellos enriquecieron su haber profesional en medio de
dictaduras”.
28-05-18
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