Por José Guerra
Cuando el gobierno perdió
abrumadoramente las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 y
consecuentemente la oposición obtuvo dos terceras partes de los diputados, lo
cual le otorgaba una súper mayoría, el PSUV CA a través de sus filiales, el TSJ
y el CNE, se propuso anular al parlamento. Había que buscar un argumento y unos
abogados sin escrúpulos, que sobran, para que redactaran la impugnación y lo demás
era esperar que sus instituciones hicieran el trabajo. Y así fue. A través del
sistema de espionaje telefónico que ha instalado el gobierno mediante el cual
le saben la vida a todo el mundo y entre ellos mismos, se interceptaron
ilegalmente llamadas telefónicas entre varios coordinadores de centros
electorales del estado Amazonas y ello fue la supuesta prueba para evidenciar
la compra de votos y con ello desconocer la voluntad del pueblo al cancelar la
proclamación de cuatro diputados, dos de Amazonas y dos indígenas, con lo cual
la Unidad perdía la mayoría de las dos terceras partes de los diputados. Antes
de irse de vacaciones, el 23 de diciembre de 2016, el TSJ de manera muy
diligente admitió el recurso de su jefe inmediato, el PSUV CA y dictó una medida
cautelar anulando a los tres diputados. Todavía hoy, dos años y medio después
sigue en vigor la medida cautelar y la Asamblea Nacional en “desacato” por
haber incorporado a esos tres diputados, aunque luego los desincorporó tratando
de buscar un arreglo político con el gobierno. El tema no era la legalidad de
la Asamblea Nacional, sino que el gobierno no reconocía la existencia de un
poder autónomo que ellos no controlaban, como suele suceder con los regímenes
totalitarios.
Nunca se pudo probar que en Amazonas
hubo compra de votos, pero el pueblo de ese estado no tiene representación
parlamentaria. Ahora bien, durante el curso de esta campaña electoral con
motivo del 20 de mayo, el descaro y la desfachatez con las cuales actuó el PSUV
CA y el jefe de ese conglomerado mercantil, Nicolás Maduro, rompió todos los
parámetros conocidos de la indecencia. Acuñó Maduro una frase célebre: dando y
dando.
El significado era que él le daba a la gente una bolsa Clap con comida a
cambio del voto de la persona favorecida. Pero luego fue más allá y estableció
que mediante el carnet de la patria, cuando un ciudadano ejercía su derecho al
voto, automáticamente se les depositaría un bono equivalente a varios millones
de bolívares. Eso está documentado, grabado, transcrito, en audios, de
todas las formas. Por menos que eso, la sucursal electoral del PSUV CA, el CNE,
hubiese anulado esa candidatura, que apoyada en el hambre de un pueblo se
dispuso a comparar su voto, como efectivamente sucedió. Estamos frente a una
depravación y degeneración de la política porque una cosa es que un partido
asista monetariamente a sus activistas en una jornada de mucho trabajo como el
electoral y otra que usando los fondos del Estado se compre el voto del
ciudadano con hambre. Con todo y el hambre, más del 80% de los inscritos para
votar, o no lo hicieron o votaron contra Maduro.
29-05-18
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