Por Roberto Patiño
Los resultados del simulacro
electoral de este domingo no serán reconocidos por la gran mayoría de la
comunidad internacional, y serán recibidos por los venezolanos con grandísimo
rechazo, desconfianza y rabia. Es un suceso viciado y fraudulento en el que el
régimen ha violentado todas las garantías democráticas y constitucionales.
La única certeza que tenemos
es que el grupo que encabeza Nicolás Maduro se niega a abandonar el poder y su
afán de permanencia significa la profundización, cada vez mayor, de las enormes
emergencias que estamos padeciendo.
El régimen continuará el
proceso de radicalización que arrancó en 2015 con su derrota en las elecciones
legislativas. La nueva etapa a partir del 21 de mayo supone la intensificación
del ya insoportable colapso y caos que se está produciendo en todos los ámbitos
del país.
Caracterizará definitivamente
a Nicolás Maduro como un dictador y a su gobierno como una amenaza real y
cierta para la vida misma de los venezolanos, así como un factor de crisis
definitiva para la región.
Evidenciará por completo su
naturaleza neodictatorial: un antiestado que, al contrario de servir a las
personas, las ataca; que no busca el bienestar y la normalidad, sino la crisis
y el caos de su propio pueblo.
Ante los escenarios que puedan
producirse a partir del evento fraudulento de este domingo, tendremos que
responder para contrarrestar la escalada de fragmentación, colapso, violencia e
inestabilidad que ya está produciéndose.
Hemos vivido la posibilidad de
esta respuesta en nuestra experiencia de trabajo en el Municipio Libertador. En
los últimos tiempos, ante el recrudecimiento de la crisis y el reconocimiento
de un Estado amenazante, ineficiente, y corrupto como principal promotor de la
misma, en las comunidades se han fortalecido, ampliado y diversificado las
redes de apoyo.
Las personas señalan una vía
articulada, inclusiva y vinculante para confrontar al modelo de hambre, empobrecimiento
y destrucción que se impone y radicaliza desde el poder. Redes de asistencia
alimentaria, por ejemplo, comienzan a asumir otros objetivos (apoyo médico,
asesoría legal, acompañamiento) o amplían la atención a más grupos vulnerables.
Sectores de distintas comunidades establecen contactos entre sí para compartir
experiencias y soluciones.
Líderes locales realizan
reuniones y consejos para lograr la integración de esfuerzos conjuntos que
logren mayor impacto y alcance. Se establecen contactos con organizaciones y
grupos en distintos sectores sociales para fortalecerse y empoderarse.
Estos esfuerzos generan
espacios de estabilidad, estructuras de apoyo y contextos seguros para las
personas que contrastan radicalmente con los sistemas clientelares, tiránicos y
de dependencia promovidos por el régimen. Plantean una narrativa de
empoderamiento, renovación y autodeterminación contraria a la de sometimiento y
opresión impuesta desde la dictadura.
Ante esta nueva etapa que se
viene de recrudecimiento de la crisis y radicalización del régimen estos
ejemplos señalan una vía de rebeldía a la que tenemos que sumarnos todos los
sectores sociales: las comunidades, la Iglesia, los estudiantes, los
empresarios, los trabajadores, las universidades, organizaciones civiles,
partidos políticos.
Seguiremos luchando para
lograr condiciones de cambio y transformación necesarias desde los principios
fundamentales de convivencia y humanidad para cuestionar al poder y la visión
destructiva y de muerte que éste encarna.
robertopatino.com
21-05-18
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