Astrid Prange 29 de mayo de 2018
Dos
hombres, un megaproyecto: Adolf Hitler y Ferdinand Porsche son los creadores
del Escarabajo. Porsche es el diseñador genial, Hitler el político que dio el
respaldo. "Se encontraron dos personalidades que congeniaron", resume
el historiador Wolfram Pyta, profesor de Historia Moderna en la Universidad de
Stuttgart.
Junto
con los también historiadores Nils Havemann y Jutta Braun, Pyta contó en el
libro Porsche. Vom Konstruktionsbüro zur Weltmarke (Porsche: de oficina de
diseño a marca mundial) la historia de la firma, fundada el 25 de abril de 1931
en Stuttgart.
En
concreto: sin el respaldo de Hitler, Porsche no habría podido llevar a término
su proyecto de un auto popular. "Hitler necesitaba una mente creativa que
pudiera construir un auto pequeño que pudiera ser producido en serie",
dice Pyta. "Y Porsche necesitaba un respaldo político que le permitiera
trabajar sin la presión de los costos".
Motorización y movilización
Ya en
el Salón del Automóvil de febrero de 1933, apenas unas semanas después de haber
sido nombrado canciller, Hitler había anunciado su propuesta de movilización
popular. En el verano de 1934, la Asociación Alemana de la Industria Automotriz
instruyó a Porsche que creara un automóvil popular que se llamaría "Kraft
durch Freude" (Fuerza a través de la alegría), tal como la organización
nazi para actividades recreativas.
Hitler,
quien no tenía licencia de conducir, se tomó la elaboración del prototipo de
"su Volkswagen" como algo muy personal. El 26 de mayo de 1938 estuvo
presente en la colocación de la primera piedra de la planta de Volkswagen en
Wolfsburg.
Sin
embargo, el automóvil "Fuerza a través de la alegría" no sirvió para
motorizar al pueblo, sino más bien al Ejército. Fue usado con fines militares
gracias a su condición de todoterreno y sirvió con eficiencia en el frente.
Nadie
se sorprendió por el uso militar adicional de la creación, porque esa
transformación estaba acordada de antemano. En una exposición de Porsche
realizada en 1934 se dijo que se buscaba un auto popular "que no solo sirva
para movilización de personas, sino también como transporte y que sea útil para
determinados fines militares".
¿Un Volkswagen francés?
La
exitosa historia del vehículo pequeño para el pueblo comenzó solo después de la
guerra. Para sacudirse del pasado nacionalsocialista, se le cambió el nombre
por Escarabajo. Ya en diciembre de 1945, apenas unos meses después del fin del
conflicto, el primer Escarabajo salió de la línea de producción. Diez años
después, Volkswagen celebró la fabricación del auto número un millón. El
vehículo de capot jorobado se convirtió en un símbolo del milagro económico
alemán y obtuvo ventas récord en todo el mundo. Cerca de 22 millones de
Escarabajos fueron producidos y vendidos.
De su
pasado nacionalsocialista se había sacudido el Escarabajo incluso poco después
de terminada la guerra, al punto de que el Ministerio de Producción Industrial
francés, que era dirigido por los comunistas, se puso en contacto con Porsche
en octubre de 1945. "La mejor prueba de este desacoplamiento de su pasado
nazi lo vemos claramente en los esfuerzos del gobierno francés de ganar los
servicios del diseñador de Volkswagen", dice el historiador Pyta.
"Oportunismo sin límites"
La
competencia francesa quería evitar la aparición de un "auto popular"
alemán. "Fue una intriga de las empresas Renault y Peugeot", explica
Pyta en conversación con DW. "Porsche y su yerno Anton Piëch fueron
acusados de crímenes de guerra". De hecho, Porsche fue sorpresivamente
capturado en diciembre de 1945 y puesto bajo custodia por las autoridades
militares francesas hasta agosto de 1947. Pero esta acción no pudo frenar el
éxito mundial del Escarabajo.
Para
Pyta, la colaboración entre Porsche y Hitler no es para nada sorprendente. Los
fabricantes, supuestamente apolíticos, suelen quedar obnubilados cuando los
gobernantes autoritarios se muestran sorprendidos con sus proyectos.
"Porsche no fue el único que sin trabas morales se colgó con oportunismo
del cuello de dictadores", dice Pyta. "Los empresarios que solo
piensan en el éxito de sus empresas o en la implementación de sus ambiciosos
proyectos muchas veces no tienen reparos en pactar con los gobernantes".
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