José Vicente Carrasquero 31 de mayo de 2018
@botellazo
Después
del escandaloso fraude puesto en escena por el chavismo este 20 de Mayo pasado,
se aprecia que los distintos grupos que se oponen a la dictadura y los mismos
miembros del régimen se encuentran signados por la confusión y en muchos casos
por la esperanza de que sus deseos se hagan realidad.
Después
que el CNE actuante, que no legítimo, emitiera sus boletines claramente
falseados algunos voceros del conjunto opositor y analistas electorales
comenzaron a usar esas cifras en sus declaraciones. Eso fue por supuesto un
error casi tan grave como haber participado en el evento del 20May. Hasta en
estos nimios detalles se debe ser cuidadoso para no darle al tramposo elementos
en los cuales sustentar sus fechorías.
Más
grave aún fue que políticos y analistas que participaron en la comparsa que
simulaba ser un proceso electoral comenzaran a plantear una crítica a quienes
no participaron tachándolos de abstencionistas. El 20 de Mayo no hubo
abstención. Lo que vimos fue un riguroso rechazo a participar en un evento
ilegal e ilegítimo en todos los sentidos. Vimos a unos venezolanos sintonizados
con los países que desconocen al régimen de Maduro. Una población lo
suficientemente curtida como para entender que después de lo que vimos el 31 de
Julio de 2017, estamos frente a un CNE al que no le cuesta mayor esfuerzo
montar una mentira aunque con ello hunda la alharaca del comediante eterno
sobre las razones que arguyó para hacer de este ente un poder del Estado.
Luego
encontramos a la oposición de la oposición y de la dictadura. Este es el grupo
más difícil de entender. Si bien es cierto que los resultados visuales los
favorecen, algunos se atribuyen el exitoso resultado de dejar a la oligarquía
roja bailando sola en su tarima. Esta oposición contra todo, se empeña en no
reconocer que se está frente a una dictadura que no va a reconocer acción
alguna de la AN, no porque esta no se haga respetar, que de eso hay un poco,
sino porque la delincuencia roja decidió hace tiempo desconocer la voluntad del
pueblo y evidentemente a quienes lo representan.
El
nombramiento del TSJ legítimo dejó claro el talante de la dictadura. Los jueces
nombrados y juramentados fueron perseguidos hasta lograr que huyeran del país.
Sus familias presionadas y sus pertenencias saqueadas. En un ambiente como ese,
nombrar un nuevo CNE significa buscar un grupo de voluntarios que quiera correr
la misma suerte que la de los jueces. Eso en la práctica es bastante difícil
por no decir imposible. La única salida que se me ocurre es nombrar un CNE en
el exilio, con venezolanos que ya están fuera del país. El reto sería manejar
procesos electorales a control remoto. Con la tecnología que contamos eso sería posible, pero del lado
venezolano, es decir a lo interno del país imposible.
Para
comenzar a deducir lo que pasa en Venezuela se debe comprender que la clase
política que llegó al poder en 1999, como resultado de las elecciones de 1998,
para las cuales los notables de aquel momento habían tenido éxito demoliendo a
los partidos tradicionales, devino en un grupo delincuencial que participa en
una larga lista de delitos de alcance internacional que los convierte en reos
de la justicia mundial.
Un
grupo de delincuentes que carece de escrúpulo alguno para ejecutar la tropelía
que sea con tal de mantenerse en la guarimba que los salva, por ahora, de
rendir cuentas en otros países, no puede ser estudiado desde la perspectiva del
análisis político tradicional. Me atrevo a decir que muchos supuesto de la
teoría de juegos no aplican a esta banda de hampones.
Lo que
hemos visto y lo que viene es la continuación de la farsa. El dictador
simulando que está dispuesto al diálogo. Por supuesto para que se haga lo que
él ordena. Se buscó a algunos de los que participaron en la farsa del 20May
para simular un proceso de entendimiento que usaría la liberación de presos
políticos como elemento validador de ese acercamiento entre la dictadura y la
representación opositora que se prestó, quizás de buena fe muchos de ellos, a
participar en el simulacro electoral.
Un
elemento que la dictadura usó con maestría fue los desencuentros en la
oposición. Con base en ese estado precario o inexistente de cohesión montó un
tinglado que tendría todos los ingredientes que necesitaba. Un grupo que
participaría creyendo poder repetir la hazaña de 2015, un grupo que decidió
desconocer el llamado y los que critican a toda la oposición por igual. Llama
la atención en este último grupo que gastan más tiempo y esfuerzo criticando a
los grupos opositores que a los cabecillas de la dictadura. La suma vectorial
de todos estas fuerzas favoreció a la rojocracia.
En
unas pocas líneas, se necesita una estrategia. Para ello, primero que todo, se
debe definir el objetivo: tomar el poder. En esa estrategia deben participar
todos los grupos opositores dejando atrás las teorías de la conspiración (casi
siempre equivocadas) y las facturas que se tienen los unos contra los otros. Es
menester acordar el mecanismo que forzará esa salida del poder. Después se verá
si viene un gobierno de transición o qué. Después se verá cómo se elige un
nuevo gobierno.
Lo
urgente en este momento es entender que las protestas de los líderes políticos
de la oposición no están sincronizadas con las necesidades de un pueblo sumido
en la miseria por unos delincuentes que los necesita empobrecidos y sometidos.
Al pueblo hay que conectarle lo político con sus querencias y necesidades
inmediatas: combate al hambre, apertura de la economía para poder comprar lo
que quieran, acceso a la medicina, mejora de la calidad de los servicios
públicos. En mi modesta opinión, por ahí fumea el proceso de búsqueda de una
movilización social que incluya a todos los sectores y que termine felizmente
con la salida de Maduro y su cofradía del poder.
José
Vicente Carrasquero
@botellazo
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