Luis Manuel Esculpi 12 de junio de 2018
Es un “hecho
notorio y comunicacional”, las controversias en el campo opositor, -como era
previsible- se han incrementado posterior al veinte de mayo. La anhelada unidad
no pareciera posible en lo inmediato, será necesario persistir para alcanzar su
recomposición. Resulta verdaderamente incomprensible que en la actual
coyuntura, frente a la crítica situación y ante las debilidades del
oficialismo, las fuerzas democráticas no puedan reencontrarse y la polémica
pública adquiera la pugnacidad conocida y manifestada a través de las redes
sociales.
La
sobre exposición de la discusión prácticamente no ha permitido visibilizar la
magnitud y diversidad de los conflictos internos del oficialismo, donde la
procesión va por dentro. Recientemente en una conversación con un amigo
dirigente del PSUV relataba palabras más palabras menos: “nosotros tenemos serias
confrontaciones y debates internos, pero cuando aparecemos públicamente tenemos
una sola voz “cuestión ampliamente conocida, pero me llamó la atención su
añadido: “esa disciplina ahora comienza a romperse”.
Es de
suponer que no existe espacio en el país que escape al descontento y al
malestar que genera la grave crisis que vivimos y que se responsabilice de ella
al gobierno. De esa turbulencia, por supuesto, no escapan los dirigentes y
militantes del partido oficialista.
Algunas
manifestaciones públicas son expresión de esa confrontación, entre ellas es de
destacar la declaración de Elias Jaua: “Creo que lo sabio y lo justo es que
pongamos a la orden nuestros cargos y se someta a un proceso de votación directo,
secreto y universal para escoger los integrantes de la dirección nacional y los
liderazgos regionales”…”El PSUV no puede seguir siendo indiferente ante el
entramado de corrupción que han involucrado a funcionarios del gobierno y
sectores privados”.
Todo
ello a propósito de la realización del congreso del partido de gobierno, que
Diosdado Cabello -quien al parecer a perdido el poder que presume- había
anunciado para el 28 de julio y Maduro presionó para adelantarlo y se habría
iniciado la pasada semana.
Dirigentes
nacionales y regionales desconocen datos elementales del evento anunciado,
tales como su integración, la forma de designación de delegados y el temario.
El máximo organismo de dirección casi no se reúne, las decisiones las toma un
pequeño cogollo del gobierno, los organismos de base Unidades de Batalla
Bolívar-Chávez (UBCH) no funcionan y han sido sustituidas por organismos para
estatales como es el caso de los CLAP. Existen duras críticas contra esta
práctica aunada a la campaña clientelar desplegada por Maduro recientemente.
La
situación en nuestro propio campo dificulta, en buena medida, que se produzca
un proceso de distanciamiento de los sectores más críticos y se desarrollen
positivamente las contradicciones en el terreno adversario. Ellos juzgan a toda
las fuerzas alternativas por algunas manifestaciones individuales, que sobre
todo en twitter, muestran poca compresión de estos fenómenos, agrediendo a
todos por igual sin mediar ningún tipo de consideración.
Se ha
puesto de moda en círculos académicos y políticos analizar los procesos de
transición, ello no resulta casual, pues el cambio político necesariamente
pasará por una etapa de transición, muchos de esos procesos y también los
nuestros han sido posible por la participación activa de elementos del régimen
anterior. El pos gomecismo y también el 23 de enero de 1958 son ilustrativos en
ese sentido. Pretender imaginar una transición con la exclusiva participación
de la oposición actual, además de iluso sería una manifestación de miopía política,
al no comprender la necesidad de dotar al cambio político de algunas garantías
de gobernabilidad y estabilidad para alcanzar y superar la actual situación
logrando la reconciliación y una transición en paz.
Tomado
de: https://www.lapatilla.com/site/2018/06/12/luis-manuel-esculpi-la-procesion-va-por-dentro/
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