Fernando Camino Peñalver 11 de junio de 2018
@fernandocaminop
En
2016 se creó el Fondo para el Desarrollo de la Soya (Fondesoya), como una
iniciativa privada para dar impulso al resurgimiento de este cultivo que en el
pasado se intentó consolidar, sin éxito, ante la inacción oficial. Este
proyecto ha sido denominado la Ruta de la Soya.
Sin
apoyo oficial, las organizaciones agrícolas que se han involucrado en este
proyecto, han fomentado la producción de semillas para garantizar la siembra
comercial en el marco del programa de apoyo a los productores. Como parte de
esta integración se están capacitando a técnicos y agricultores, a fin de que
se integren de una manera eficiente y efectiva a la producción de soya, en
aquellas regiones de nuestro país con ventajas agrológicas para la producción
comercial de esta leguminosa.
El
mayor problema que presenta en este momento el desarrollo comercial del cultivo
de esta oleaginosa, es que la disponibilidad de agroquímicos y fertilizantes no
está garantizada en las cantidades que permitan satisfacer las necesidades de
una siembra comercial a gran escala, como la que proyectan los promotores de la
Ruta de la Soya. Sin embargo, los agricultores, que por naturaleza son
emprendedores, tendrán que vencer las dificultades generadas por la escasez de
insumos, para sacar adelante por lo menos parte de la siembra programada.
La
meta para este año es poder llegar a sembrar y cosechar doce mil hectáreas en
Portuguesa y para 2019 duplicar el área de producción sembrando en otras
regiones de nuestro país. El déficit de la demanda industrial de la soya es de
noventa y nueve por ciento aproximadamente. La producción de soya es una
importante materia prima para la elaboración de aceite comestible y sus
derivados para consumo humano. La extracción del aceite genera un subproducto
que es utilizado para la fabricación de alimentos balanceados para animales.
La
Ruta de la Soya es un ejemplo de cómo el sector productivo privado enfrentará
el reto de asumir la recuperación de la producción de alimentos, para abastecer
a nuestra población. Pero para asumir el reto deberá contar con el estímulo de
un Estado Democrático que garantice seguridad jurídica y la rentabilidad de la
producción que atraiga la inversión financiera tanto interna como
internacional.
Dentro
del marco de la seguridad jurídica debe quedar claramente establecido el
respeto a la propiedad, tal como lo establece la Constitución Nacional y la
abolición de los controles que, arbitrariamente, el régimen impuso a todos los
integrantes de los circuitos agroalimentarios. El Estado Democrático diseñará
el marco legal y políticas públicas para estimular los planes de producción que
elaboren los integrantes de los circuitos de la producción de alimentos. Este
es el país que queremos. Este es el país que tendremos.
Fernando
Camino Peñalver
@fernandocaminop
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