Thays Peñalver 30 de julio de 2018
Los
venezolanos hemos llegado hasta aquí, después de casi veinte años de
despropósito Chavista. Se dice fácil pero ese tiempo es considerado como un
ciclo histórico, en el que suceden cambios profundos en los países y surgen
nuevas generaciones.
Marchábamos
y poníamos la vida en riesgo diciendo que se estaban robando todo y los
chavistas permitían el ataque contra nosotros riendo. Denunciábamos que estaban
arrasando con la industria petrolera y se reían más en nuestras caras,
indicábamos que estaban arrasando con la producción de alimentos y medicinas e
ironizaban o satirizaban todo lo que decíamos, se burlaban en sus programas de
televisión esbozando el “salario mas alto de América Latina” como el logro
supremo.
Hoy el
chavismo grita a los cuatro vientos que se lo han robado todo, que la industria
petrolera esta en la ruina, que no hay alimentos ni medicinas y el salario mas
alto de América Latina quedó en la pobreza absoluta, un colombiano o peruano
pobre puede comprar 50 kilos de carne y un venezolano 500 gramos de pellejo.
Pero el chavista no sale de su casa, prefiere creer el cuento de que son los
europeos quienes tienen sus dolaritos bloqueados, porque se los siguen vacilando
al ser la misma cifra que se siguen robando. Prefieren no pedir explicaciones
por el millón de barriles que siguen vendiendo y que son 25 mil millones de
dólares al precio de hoy. Mas que suficiente para que existan medicinas y
comida, pero los chavistas siguen sin pedir explicaciones.
Esa es
pues la gran diferencia. Nosotros marchábamos, nosotros protestábamos, nuestros
miles de jóvenes muertos y presos exigían, pero el chavismo sigue impávido en
sus casas, viendo como esos 25 mil millones de dólares se los siguen llevando
sin importarles absolutamente nada. Siguen repitiendo que es el imperialismo
sin siquiera preguntarse donde están los 16 mil millones de dólares que nos
paga el imperio por el petróleo que les vendemos.
El
chavismo no saldrá. No protestará jamás, ni pedirá explicaciones. Pero es bueno
recordar que nosotros salimos, marchamos, protestamos e incluso muchos lo
dieron todo, su vida y su libertad, para tratar de evitar lo que vivimos.
Muchos
de los sucesos se han borrado de nuestras memorias, de ahí que no sea cierto
que tenemos “memoria corta”, sino que han ocurrido tantos eventos uno detrás
del otro, que no nos permiten recordar cuál fue el primero que sacudió a
Venezuela y no podemos siquiera priorizarlos por orden de importancia. Yo envidio
a quienes tienen en sus cabezas el recuento mes a mes y año por año, el
histórico completo de tantos abusos de poder desde el primer día que llegaron
para destruir el país y nuestras vidas. Pero en general, el paso del tiempo ha
borrado por ejemplo aquel episodio en el que lanzaron la primera granada en la
sede del partido Acción Democrática, ese fue el campanazo que dio inicio al
peor episodio de odio sistemático en Venezuela y que nos anunciaba que
sobrevendría lo peor. Por muchos acontecimientos posteriores ya olvidamos que
las sedes de los diarios El Nacional y el Universal eran continuamente
asediadas y atacadas, por alertar lo que venía en camino y hoy sufren los
chavistas, decenas de emisoras de radios que antes de ser revocadas sus
concesiones, recibían la visita de las turbas antecesoras de esos grupos ya
tipificados por la Unión Europea como “grupos armados pro gobierno”. A algunas
les lanzaron explosivos o incluso las ametrallaron y en breve tiempo la
dirigencia política opositora comenzarían a sufrir varios atentados.
Después
de casi dos décadas de chavismo en el poder no hay una sede de los partidos
Primero Justicia, Voluntad Popular o Acción Democrática que no recibieran el
impacto de las balas, disparos o una molotov a lo largo de todo este tiempo. Se
nos han olvidado ya, borrados por la bestialidad diaria, los disparos a
Henrique Capriles, Julio Borges o a María Corina Machado. También se nos está
olvidando que a Marta Colomina en una oportunidad casi la incendian viva en el
primer atentado registrado contra un periodista venezolano, ya no recordamos
los explosivos en Globovisión, las granadas lanzadas en la sede de Fedecámaras
y otras tantas a los sindicatos, ha quedado en el olvido que en el patio de los
lideres eclesiásticos también estallaron las bombas así como los ataques a
varias iglesias de diferentes religiones.
Ya no
recordamos a los cientos de periodistas que recibieron disparos o agresiones ni
conocemos el destino de la gran mayoría de exiliados y despedidos, en fin
tantos héroes sin capa que han dejado la vida, la libertad y el pellejo en
estos duros y largos años para tratar de evitar que pasáramos el hambre de hoy.
Se nos están olvidando las balas recibidas en cada manifestación opositora, los
proyectiles en los cuerpos de nuestros diputados, las golpizas, varias por
cierto a Julio Borges o María Corina Machado en el recinto del Palacio Federal
Legislativo. También se desvanecieron de nuestra memoria las golpizas a los
diputados Armando Armas, Américo De Grazia y Franco Cassella aquel 5 de julio
del año 2017. Las fotografías de estos hechos le darían la vuelta al mundo y
desnudarían una realidad que pocos en el planeta querían creer: que Venezuela
está secuestrada por un modelo que no acepta paralelismos.
Se nos
olvidó la cárcel de Henrique Capriles y su dolor ante semejante injusticia,
pero porque al poco tiempo tuvimos que voltear hacia otra injusticia, la de
Leopoldo López y el martirio diario al que fue sometido junto a su familia,
hasta que llegó un nuevo día y estos dos episodios condenables, fueron
sustituidos por los gritos de decenas de nuestros mártires encadenados en las
mazmorras. Hemos permitido dejar en el olvido una lucha que se ha convertido en
una gesta heroica de nuestro liderazgo opositor en su conjunto. El torbellino
diario propiciado desde el alto poder no nos permiten ver el día a día de
cientos de hombres y mujeres que lo han dado todo, esa lucha diaria que han
librado tratando de enfrentar con las pocas herramientas disponibles esa confrontación
diaria contra un Goliat despiadado y sanguinario, contra un salvajismo difícil
de creer y entender en estos tiempos modernos y que solo era posible en épocas
medievales.
Vivimos
hoy en Venezuela horas aciagas y vivimos un momento histórico muy particular,
nos enfrentamos a diario a un modelo que no nos da tregua y tenemos que
entender para no sucumbir ante la ansiedad y el desespero, que esto no es
normal. Debemos luchar por recuperar la memoria histórica escrita para
recordarnos que lo hemos dado todo sin tregua, hay que hacerlo sin falta porque
a veces el desespero por la grave situación actual, que nos lleva de ver morir
a un niño o a una mujer de cáncer de mama por no conseguir tratamiento o ver
morir una nación entera, es el que dicta el contenido de un Editorial o un twit
hiriente e injusto contra algún líder opositor, que ha dado lo que podía dar
hasta llegar al máximo de sus posibilidades.
¿Contra
qué luchamos? No tengo que describir al régimen, quizás Ud. que ha sido su
víctima a lo largo de todos estos años lo describa mucho mejor que yo, porque
seguramente me lee desde el exterior y eso significa que ya no tiene su casa o
está aquí pero sus hijos no están cerca y hasta quizás no conozca a sus nietos,
entonces es precisamente allí, en ese ejercicio diario del régimen contra todos
nosotros y de sus certeros ataques que han evolucionado de manera monstruosa,
es a lo que sí debemos responder y actuar en consecuencia. ¿Cómo? Volteando
hacia el verdadero rival y señalarlo como el único responsable de nuestra
tragedia actual.
Hasta
ahora hemos sido utilizados y manipulados por una estrategia comunicacional que
ha logrado sembrar la duda permanente entre nosotros mismos, sin entender que
eso nos divide y atomiza como fuerza opositora. No pocas veces hemos caído en
la trampa que emana de un laboratorio de guerra sucia que solo busca causar el
desanimo colectivo y lo logra. Y repito que a veces caemos de buena fe, solo
porque nuestra ansiedad diaria necesita encontrar a un culpable, cuando en realidad
vivimos una situación imposible de resolver por el tamaño del monstruo que
estamos enfrentando. Y ese monstruo es muy hábil porque siempre actúa aderezado
con ataques certeros que buscan desacreditar precisamente ese esfuerzo
colectivo, que para bien o para mal, nos ha traído hasta aquí.
Podemos
criticar las fallas de la oposición pero con argumentos, enumerando uno a uno
lo que consideramos han sido graves errores cometidos y aportando opciones o
una alternativa, pero desacreditarlos, con los mismo adjetivos descalificativos
del régimen, eso es otra cosa y sobre todo muy peligrosa. Sumarse a las voces
que afirman que nosotros no hemos salido de esto por culpa de una “mala
oposición” o una “oposición vendida” nos evidencia lo mal que estamos como sociedad.
Porque
la única verdad, es que al régimen no lo mantiene en pie la oposición, el
régimen está en pie porque no ha tenido reparo en asesinar a miles, en encerrar
a cientos privados ilegítimamente de su libertad, destruir y arrasar con los
Poderes públicos y las instituciones a su paso, además apoyado por varios
regímenes aún más inhumanos y atroces, capaces de torcer el rumbo de la opinión
pública incluso de elecciones en Estados Unidos, Inglaterra o Cataluña. Un
régimen que no tiene prejuicio alguno en llevar a su pueblo al limite de la
hambruna, un despiadado adversario que ríe (literalmente) de las desventuras de
los niños, que mueren por falta de atención médica, medicamentos o
desnutrición. Ese sí es el adversario, ese es el que debemos señalar.
Por
eso hoy hago un llamado a detener la locura acusadora que no nos llevará a
ninguna parte, los invito a terminar con los ataques bajo la excusa de que no
hemos salido de una tiranía por culpa de otros, porque no solo es demencial
sino que nos estamos distrayendo del objetivo principal, ese juicio diario no
nos permite ver las salidas y sobre todo lo mal que están ellos, cosa que no
podemos ver porque estamos ocupados señalando lo mal que estamos nosotros.
Venezuela le guste a Usted o no necesita a
Henrique Capriles, a Leopoldo López y a María Corina Machado, tanto como
necesita a Henry Ramos, a Julio Borges o a Manuel Rosales. Entendamos de una
vez por todas que no se puede prescindir de ellos y más aún hay que entender
que ellos tienen detrás de si a sus partidos con una militancia y a millones de
seguidores detrás de ellos. Venezuela necesita a los que se fueron y a los que
están, necesita a los millones que no saben que hacer en este momento e incluso
a los millones que aún apoyan esto.
Debemos
dejar de tragarnos la mentira de que cuando todo esté destruido, llegaran los
virtuosos y los puristas solos a levantar el país con los marcianos. Porque si
hay algo que hemos vivido en nuestra historia, es que cuando toda credibilidad
se destruye, lo que llega es algo peor de lo que teníamos.
Porque
hoy, hago eco de las palabras de Laureano Márquez y las hago mías ¿vale la pena
luchar?, mismo pensamiento que deben tener todos los políticos y los formadores
de opinión. El que hace una huelga es atacado tanto como el que hace un
documental, el que se fue y el que queda todos son atacados con vehemencia.
Piénselo
bien (antes de atacarme o asegurar que la MUD me ha pagado por decir esto,
porque así de sensibles nos tiene esta situación) ya que a veces se aplaude la
destrucción de alguien sin entender que cuando no esté Leopoldo López irán por
Capriles y luego por María Corina, cuando ella no esté porque la habrán quitado
del camino, irán por el siguiente y así, de tanto aplaudir verá como llegaron
por Usted y cuando le pateen su puerta hombres vestido de negro con armas
largas, créame, ya no aplaudirá.
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