Por Juan Fernández
Como todos podemos observar,
el mercado petrolero ha recuperado los precios. El objetivo de la OPEP sobre el
balance entre oferta y demanda que había sido afectado por los altos niveles de
inventario se ha normalizado al promedio de los últimos cinco años, trazado por
la estrategia de la OPEP y productores independientes como Rusia. Sin embargo,
dada la dinámica del mercado petrolero, dos situaciones son determinantes para
el mercado en el corto plazo.
La primera es la consideración
del efecto potencial de la aplicación de sanciones a Irán a partir de noviembre
por parte de la administración de Donald Trump, presidente de Estados Unidos.
Irán es el tercer productor de la OPEP, con 3,8 millones de bpd, y las
sanciones tendrían implicaciones en clientes usuales de crudo iraní, y en
empresas de Europa, Japón, Corea del Sur, India con interés en invertir, y, por
lo tanto, para no verse afectados, dejarán de comprar a Irán o de invertir, lo
cual generara un desplazamiento hacia la búsqueda de otras fuentes de suministro,
con impacto en las exportaciones iraníes calculado hoy en 2 millones de bpd.
La segunda situación es la
caída constante de la producción de Venezuela, que según los analistas se
agravará e, incluso, caería por debajo de 1 millón de bpd, lo cual significaría
prácticamente la desaparición del país como exportador de petróleo. Hoy la
producción del país, según fuentes independientes de la OPEP, sería de 1,3
millones de bpd. Por otro lado, la producción de Estados Unidos sigue creciendo
y se ubica en el orden de los 11 millones de bpd, y se ha convertido en un
oferente más del mercado global, todo como resultado del cambio estructural del
mercado petrolero.
La energía es un elemento
afectado por múltiples variables; una de ellas muy importante actualmente se refiere
a la tensión del comercio internacional, lo que han denominado los expertos
como “la guerra comercial” entre Estados Unidos, China, la Unión Europea, el
Nafta. Potencialmente, la guerra comercial podría tener efecto negativo en el
crecimiento global del PIB de 0,5%; por ende, los cálculos de crecimiento de la
demanda de petróleo hoy están en el orden de los 98 millones de bpd.
Con un mercado balanceado, los
factores geopolíticos cobran relevancia para ser considerados en la formación
del precio del crudo; entre esos factores está, por ejemplo, el riesgo de las
inversiones petroleras en México, por el cambio de gobierno de López Obrador,
quien ha indicado que revisará el proceso de apertura llevado a cabo por el
presidente saliente, Peña Nieto.
Como consecuencia de lo
anterior, y para mantener estabilidad, surge el anuncio del aumento de 1 millón
de bpd de suministro al mercado por parte de Arabia Saudita, influenciado en
parte por factores geopolíticos, como la conflictividad que mantienen con Irán,
a lo que se suma la petición de Trump del aumento de producción de la OPEP.
Como podemos observar, la
dinámica de corto plazo en un mercado es cambiante; pero también es de
considerar el mediano y el largo plazo en que también hay situaciones que
afectan al petróleo como fuente primordial de energía, lo que es fundamental
para un negocio con visión de largo alcance.
En el caso de nuestro país,
por la propia situación de vida de la gente, con una crisis económica
considerada la peor de la historia republicana, por culpa de un modelo
económico fracasado, ideologizado y de índole totalitaria, en el que la
permanencia en el poder político priva sobre el bienestar social, el
crecimiento económico, las libertades de los ciudadanos; con un gobierno
acostumbrado a gastar del ingreso petrolero como si se tratase de una fuente
inagotable de fondos, es común la pregunta o, quizás, una llamada de esperanza:
¿es posible recuperar a Pdvsa?
En mi opinión, la Pdvsa actual
no es recuperable. Desde su gestión operacional, comercial, financiera hasta la
politización, de ahora en adelante veremos con bastante probabilidad el
incumplimiento de pagos, con lo cual una serie de demandas afectarían aún más
sus operaciones e incluso negocios como Citgo.
Pero es distinto de
preguntarse: ¿la actividad petrolera en Venezuela es recuperable? Para esto la
respuesta es afirmativa, sí es recuperable. Tenemos todas las oportunidades de
recuperar la actividad petrolera; además, es vital, clave, necesaria y
obligatoria para tener una salida a la crisis económica y social del país.
Ahora bien, comparto algunas
ideas pensadas a lo largo de estos años fuera de Venezuela por la persecución
que, como otros muchos venezolanos, vivimos simplemente por pensar distinto. La
recuperación de la “industria petrolera” en nuestro país debe considerar una
serie de acciones, factores y variables como consecuencia de la necesidad de la
recuperación económica del país, de las fuentes de financiamiento externo e
interno, de la inversión privada nacional extranjera para permitir e impulsar
un crecimiento y la recuperación de todas las fases de la industria petrolera,
tanto aguas abajo como aguas arriba.
Todos debemos tener clara la
no existencia de cheques en blanco para reestructurar la economía de un país.
Será necesaria la supervisión y ejecución de programas de los entes
multilaterales para la aplicación de programas de ajustes económicos con un
contenido social imprescindible, y habrá que hacerlo sin complejos.
A tal efecto, uno de los
factores claves para recuperar la industria petrolera es crear y fortalecer los
entes regulatorios, de control y seguimiento para reactivar la producción, la
refinación y el comercio de los hidrocarburos, incluido el Ministerio de
Petróleo. Hay ejemplos en otros países, como Noruega, de cómo organizar
organismos de este tipo. La ejecución, operación de la actividad petrolera
puede perfectamente ser hecha por inversiones de nacionales, incluso aportes de
cada ciudadano de manera colectiva o individual, y extranjeros. Para ello será
fundamental una auditoría de las condiciones establecidas en los diferentes
convenios de asociación en los que la supuesta revolución ha comprometido el patrimonio
petrolero y en los cuales participa Pdvsa.
Lo importante de este cambio
de paradigma en cuanto a la industria petrolera es su ejecución de manera
transparente y rápida para aprovechar la generación de ingresos que permitan
diversificar la economía y no volver a un modelo de ultradependencia del
ingreso petrolero como el actual.
Pdvsa durante este proceso de
cambio debe orientarse en exclusividad al negocio medular del petróleo y ser el
vehículo para facilitar lo que podemos llamar el proceso de transición de la
industria petrolera. Todas las demás actividades y cargas actuales de Pdvsa,
que no se corresponden con el negocio petrolero, deben transferirse a los entes
del Estado creados para tal fin.
Obviamente, esta propuesta
requiere ser coordinada de manera integral con el plan económico del país, y
volver a tener una política petrolera con visión de nación, y no petróleo para
la política, como hemos venido sufriendo los venezolanos desde 2002.
La diáspora de los
trabajadores petroleros, hoy en día regados por todo el mundo, será un activo a
ser utilizado, el cual nos abrirá puertas para atraer inversiones, efectuar
acuerdos y posibilidades de negocio que traigan un efecto multiplicador para la
economía de nuestro país.
En conclusión, hay un trabajo
apasionante para lograr la transformación del país y poder montarnos de una vez
en el siglo XXI; el liderazgo político opositor tiene una altísima
responsabilidad para lograr el cambio y brindar oportunidades para todos de
generar riqueza basada en el talento y los méritos que la mayoría de los
venezolanos tenemos como principios y valores de vida.
26-07-18
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