Por Antonio Pérez Esclarín
Desde hace tiempo vengo
repitiendo que para la reconstrucción de Venezuela y para el futuro de la
humanidad, los educadores somos mucho más importantes que los economistas, los
políticos y los militares. Por ello, resulta inconcebible y completamente
repudiable que se haya aumentado sustancialmente el sueldo a los militares y se
mantenga sueldos de miseria a los educadores. ¡Pobre país que privilegia
las armas a los libros, que prefiere a los militares que a los maestros, que
sustenta su poderío sobre las bayonetas y cañones y no sobre la educación y los
valores!
¿Ignoran los que nos gobiernan
que en la actual sociedad del conocimiento, la educación es el medio
fundamental para combatir la violencia, aumentar la productividad,
afianzar la convivencia y la paz y lograr un desarrollo económico y
humano sustentable? ¿Ignoran acaso que la educación es el pasaporte a un mañana
mejor y que, como ya lo intuyó Bolívar, los países avanzan de
acuerdo al nivel de su educación? A todos nos conviene tener más y mejor
educación y que todos los demás la tengan. Sin educación o con una pobre
educación es imposible el progreso, la prosperidad y la paz verdadera.
Lograr una buena educación, supone, como elemento central,
tratar a los educadores de acuerdo a la importancia y transcendencia de
su misión y su labor. La riqueza de un país, se viene repitiendo, no consiste
en sus materias primas, sino en la calidad productiva y moral de sus
ciudadanos.
Con la destrucción de la educación ¿estarán
pretendiendo los que nos gobiernan generalizar la ignorancia como el
medio fundamental para lograr un país de personas sumisas y manipulables?
Un pueblo bien educado no tolera mentiras, engaños ni promesas sin
fundamento, sabe cómo defender sus derechos, y no vende su dignidad por
un bono o una bolsa de comida.
Si el papel fundamental de los
militares es defender la Patria, el papel de los educadores es
construirla. Porque la Patria, más allá del territorio, los bienes y riquezas,
y los símbolos patrios, es fundamentalmente la gente. Patria somos todos:
niños, jóvenes, adultos y ancianos. Los educadores construimos personas y los
militares tienen el deber de defenderlas. Por ello, defender la Patria es
trabajar y luchar para que se cumpla la Constitución, se nos garantice a todos
los derechos esenciales y nadie tenga que marcharse del país porque aquí se le
niega la posibilidad de vivir con con dignidad.
En una verdadera democracia no
puede haber castas de privilegiados y de parias. Ni se pueden repartir
los bienes que pertenecen a todos con criterios personalistas o para asegurarse
fidelidades. En una verdadera democracia no se puede preferir a los
militares sobre los civiles, ni mantenerse en el poder sobre las armas.
Los militares demostrarían un muy pobre espíritu patriótico y solidario si se
aferran a sus privilegios y beneficios, sin importarles la suerte de los
demás. Por ello, el verdadero espíritu patriótico debe moverles a trabajar para
que los beneficios que ellos han logrado alcancen a todos los demás.
Los militares tienen que
entender que los enemigos dela Patria no están sólo afuera, sino que son
también las políticas excluyentes o que ocasionan hambre, miseria y
destrucción.
21-07-18
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