Ary Waldir Ramos Díaz 21 de julio de 2018
La alegre conciencia de sí
puede mejorar nuestra vida y las relaciones interpersonales
El
Papa Francisco invita a ser “memoriosos”, esto libra a las personas
de latentación de los “mesianismos” y “creerme yo el Mesías”. En
otras palabras, a creernos el centro del mundo y amargarse cuando se descubre
que no es así. “Esta tentación se combate de muchos modos, pero también
con la risa”, y con una “conciencia alegre”, dijo en un discurso
a los sacerdotes y consagrados de Perú (20.01.2018).
Aprender
a reírse de uno mismo
Así,
el Papa propone: “Un lindo test espiritual es preguntarnos por la capacidad
que tenemos de reírnos de nosotros mismos. De los demás es fácil
reírse, ¿no es cierto? Sacarse el cuero, reírse, pero de nosotros mismos no es
fácil”.
“Aprender
a reírse de uno mismo nos da la capacidad espiritual de estar delante del Señor
con los propios límites, errores y pecados, pero también aciertos, y con la
alegría de saber que Él está a nuestro lado”, sostiene.
Risa
salva de creernos el ombligo del mundo
El
Papa indica que la risa nos ayuda a salir de nosotros mismos y a tener el
panorama de las cosas más claras: “La risa nos salva del neopelagianismo
“autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus
propias fuerzas y en el fondo se sienten superiores a otros”.
Reír
con los demás, no de los demás
Asimismo,
el Papa corrige a aquellos que consideran ‘buen humor’, al limite de la
molestia o la persecución, reírse de los defectos de los demás hasta
ridiculizarlos en público. “¡Reíte, rían en comunidad y no de la comunidad
o de los otros. Cuidémonos de esa gente tan pero tan importante que, en
la vida, se han olvidado de sonreír”.
Medicina
para el buen humor
El
Pontífice propone la medicina para el buen humor: “Si padre pero usted no
tiene un remedio, algo (para el buen humor)… tengo dos pastillas que ayudan
mucho: una hablá con Jesús, con la Virgen en la oración. La segunda pastilla la
podés hacer varias veces al día, si necesitás sino una sola basta: mírate al
espejo, mírate al espejo. Y ¿ese soy yo?, ¿esa soy yo?. Y eso te hace
reír. Y esto no es narcisismo, sino al contrario, es lo contrario, el espejo
acá sirve como cura”.
Reír
para crear comunión
El
Papa también insta a salir de la fragmentación y el aislamiento pregonando
alegría; esto no significa uniformidad y pensar igual que los demás siempre.
“Se nos pide ser artífices de comunión y de unidad; que no es lo mismo que
pensar todos igual, hacer todos lo mismo”.
San
Juan Bosco decía que el verdadero signo de santidad es estar siempre alegres
incluso enfrentando las diferencias con los demás. Francisco añade:
“Y esta alegría nos abre a los demás, esa alegría no para guardarla sino
transmitirla. En el mundo fragmentado que nos toca vivir y que nos empuja a
aislarnos, somos desafiados a ser artífices y profetas de comunidad. Ustedes
saben nadie se salva solo. Y en esto me gustaría ser claro”.
Alegría
está dentro y se ve
“La
alegría no está en las cosas, se encuentra en nosotros”, dijo Wilhelm Richard
Wagner, compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo y
teórico musical alemán del Romanticismo. Francisco está de acuerdo, pues en
varias ocasiones ha invitado a los feligreses en sus homilias en Santa Marta o
en sus discursos por el mundo a encontrar la felicidad a través del sano
realismo que está detrás de una sonrisa, o mejor, de reír de nosotros mismos y
con los demás.“No podemos ser pastores con cara de vinagre, quejosos ni, lo
que es peor, pastores aburridos“, dijo durante en la homilía de jueves
santo en la tradicional misa crismal de 2015.
El
cardiólogo a sus pacientes aconseja ‘cero estrés’, tomarse la vida con algo de
ligereza. Francisco es un médico para el alma. Es decir, hace bien a la salud,
el optimismo, el buen humor, la ironía, los buenos momentos recordando nuestros
propios errores. El escritor inglés William Shakespeare apuntó: “El sabio no
se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a la tarea de reparar
el daño”. Incluso ahora, los expertos en bullying recomiendan a la
infancia y a la juventud una sana auto befa de los propios defectos, además
para tener la mente lúcida cuando hayan ataques gratuitos que buscan ofuscar
los propios méritos y virtudes.
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