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martes, 31 de julio de 2018

Pobre país rico, por @fernandocaminop




Fernando Camino Peñalver 30 de julio de 2018
@fernandocaminop

Después de vivir un bienestar ficticio, a partir de 2013 nuestra población ha venido empobreciéndose año tras año, el año pasado llegamos a más del sesenta por ciento de pobreza extrema. Lamentablemente para este año se estima un crecimiento de más del ochenta por ciento, es decir alrededor de 25 millones de nuestros habitantes, estarán imposibilitados de poder adquirir los alimentos suficientes para consumir las calorías necesarias para su normal desarrollo vital.

La hiperinflación ha diluido el ingreso familiar hasta llegar a ser casi inexistente el poder de compra del salario mínimo integral, ya no hay aumento que valga. Al día de hoy el salario mínimo integral mensual tiene un valor de menos de dos dólares. Para los organismos internacionales dedicados al combate de la pobreza mundial, una familia es pobre cuando su ingreso diario es menor a dos dólares, es decir inferior a sesenta dólares al mes. Si midiéramos la pobreza familiar por el ingreso mínimo mensual, diríamos como dicen los chamos: los venezolanos somos “superpobres”.

El consumo de bienes y servicios está descendiendo en un 10% anual desde hace cinco años debido a la escasez y a los altos costos, y la capacidad de la producción interna cayó en un 50% desde 2013. Los niveles de importación se han reducido por falta de divisas a pesar del aumento del crudo en más de un 70%, en relación a 2016, esto se debe a la quiebra de Pdvsa. Estamos en un país empobrecido e imposibilitado de subsistir a corto plazo. Venezuela ya no es un país rico y mucho menos su población.

Hemos llegado a esta crisis porque el régimen despilfarró nuestra riqueza petrolera y además quintuplicó la deuda externa. Más de mil millones de millones de dólares fueron malversados y hurtados por el mecanismo de corrupción nacional e internacional implantado en beneficio del “socialismo del siglo XXI”. Mientras saqueaban al país, la población lo que recibió fue migajas del despojo más grande del que haya sido víctima nación alguna sobre la tierra.

Pero los petrodólares eran tantos que las migajas sobrantes del festín del despilfarro y de la corrupción, lograron crear una percepción de prosperidad en parte de la población. La oferta de alimentos subsidiados, importados casi todos, lo podían obtener los sectores más vulnerables de nuestra población, gracias a las dádivas otorgadas bajo el nombre de misiones. Como se hace en una vulgar estafa, mientras el régimen mantenía “distraída” a una gran parte de la población con comida barata, dinero fácil y dólares preferenciales para cualquier cosa, destruía implacablemente a los sectores de la producción interna y a las empresas nacionales generadoras de divisas. El resultado de este manejo irresponsable de esta “política económica”, es el sufrimiento de la población debido a la crisis humanitaria que padecemos y que va en vía de convertirse en emergencia humanitaria.

De nada nos valió contar con un capital humano valioso, que convirtió a Pdvsa en la segunda empresa petrolera del mundo y que logró abastecer nuestro país en un 85% de alimentos. Tampoco nos valió poseer las reservas petrolíferas más grandes del mundo, de contar con cerca de quince millones de hectáreas con vocación productiva y con un gran potencial minero y turístico. De nada nos vale ser un país poseedor de gran cantidad de jóvenes talentos y ser dotados de recursos inconmensurables por la naturaleza. No, ningún privilegio vale, si tenemos este régimen inepto y corrupto que arruinó al país y que pretende seguir destruyéndolo.

Nuestra nación nos está exigiendo urgentemente que atajemos de una vez por toda la liquidación de nuestras riquezas.  Esto tiene un punto de partida: cambiar al régimen actual por un Estado Democrático.

Si hacemos las cosas bien tendremos resultados favorables para detener el colapso de la nación: Corrigiendo los desequilibrios macroeconómicos podemos mostrar capacidad de pago a los acreedores de la deuda externa, para reestructurarla y lograr mejores condiciones de pago en beneficio de ambas partes. Negociar un programa de asistencia extraordinaria con el Fondo Monetario Internacional, similar al de Grecia y Argentina. Esta ayuda nos permitiría acceder a financiamientos del Banco Mundial, el BID y la Corporación Andina de Fomento. Y como ahora somos un país pobre con un alto nivel de endeudamiento, podemos recurrir a un recurso establecido por la comunidad internacional, para rescatar países con problemas de insolvencia como el nuestro: las donaciones como las que fueron recibidas por países como Palestina, Irak, Zambia, Siria o Haití.

La primera prioridad del Estado Democrático debe ser el abastecimiento de alimentos y medicinas. Para solucionar el abastecimiento de alimentos se debe canalizar la ayuda humanitaria para los sectores más vulnerables. Y adelantar una importación masiva de materia prima y de insumos para aprovechar la capacidad instalada de la agroindustria. Así como la importación de maquinarias, repuestos e insumos agrícolas para iniciar la recuperación del sector agrícola y pesquero de nuestro país, para ir sustituyendo las importaciones por producción nacional. Tenemos los planes, los proyectos, los recursos están allí para cuando volvamos a ser un Estado Democrático.

Fernando Camino Peñalver
@fernandocaminop

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