Por Karl Krispin
No voté en las elecciones
presidenciales porque no tenía por quién hacerlo. La oposición no postuló a
nadie y los candidatos eran todos oficialistas. No voto por chavistas, de modo
que no tenía nada que hacer en una competencia socialista. Ni siquiera tenía
sentido votar nulo por la ausencia de testigos. No fue un día fácil sino hasta
desdichado porque a los demócratas nos gusta votar. Y terminó siendo una
jornada catastrófica porque si hubiésemos tenido un candidato, Maduro habría
salido derrotado y ya estaríamos efectivamente en medio de la transición de la
que tanto se habla y que nunca había estado tan cerca de llegar como ese día en
que renunciamos colectivamente al cambio. Nos equivocamos.
Los nihilistas arguyen que el
voto no tiene ninguna efectividad y que el árbitro no es confiable. Pregunto
entonces, ¿cómo fue que ganamos por avalancha la asamblea nacional en diciembre
de 2015? ¿Eligieron los marcianos o nosotros?
El ciudadano que fue ungido
como presidente de la AN en enero de 2016 señaló que en seis meses tendríamos
un nuevo gobierno. Ahora declara que no lo dijo, cuando el país lo
escuchó a pie juntillas con emoción y taquicardia. ¿Debemos cuestionarnos el
voto o por quién votamos? En ese partido hacen falta elecciones internas, como
en todos sin excepción, hasta en el de María Corina. Si pedimos democracia,
debemos demostrarla puertas adentro.
Hoy los partidos desestimulan
el voto y la población se ha desmovilizado emocionalmente. Nadie quiere saber
de comicios y vuelvo a cuestionarme, ¿cómo lograremos ser diferentes?
Está por asomarse una nueva Constitución de una asamblea que desvirtuó el modo
de elegir, lo que prueba que la decadencia del voto es del interés universal.
¿Nos quedaremos en nuestras
casas mientras nos imponen el Estado bolchevique o saldremos a votar? No existe
mayor y contundente respuesta de acusar de ilegítima a la asamblea
constituyente que acudiendo todos a votar y diciéndole NO a la nueva
Constitución. Y cuando vengan las elecciones de los concejos municipales, ¿se
los regalaremos a estos soviéticos para que conviertan en comunas nuestros
municipios?
Quienes acusan la inutilidad
del sufragio, arguyen que esto no sale con votos. Cuando tomamos las calles en
2017 no pedíamos otra cosa sino votar. Después se coló lo de la ANC y tachamos
el pedido. El voto es uno de los modos de jugar en el tablero de la
política que hay que ejercer en simultáneo con la presión internacional, la
movilización, la protesta, en palabras del profesor John Magdaleno.
Nacimos en un país
democrático. Con esa democracia y ese voto, los venezolanos fracasaron
eligiendo a los enemigos de la democracia en 1998. Aspiro a que el voto nos
devuelva las libertades que extraviamos. Adicionalmente, es con lo único
certero que cuento. Lo demás pueden ser quimeras y espejismos.
24-07-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico