Papa Francisco 28 de julio de 2018
Evangelio
según San Mateo 13,24-30
El
enemigo es quien siembra la cizaña: "En aquel tiempo,
Jesús propuso a la gente otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece
a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían
vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el
trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron
a ver entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no habías sembrado
buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?". El les
respondió: "Esto lo ha hecho algún enemigo". Los peones replicaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?". "No, les dijo el dueño,
porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores:
Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan
el trigo en mi granero". Palabra del Señor
Reflexión
del Papa Francisco
Esta
parábola es más bien compleja, de la cual Jesús da explicaciones a los
discípulos: es la del trigo y la cizaña, que afronta el problema
del mal en el mundo y pone de relieve la paciencia de Dios.
La
escena tiene lugar en un campo donde el dueño siembra el trigo; pero una noche
llega el enemigo y siembra la cizaña, término que en hebreo deriva de la misma
raíz del nombre Satanás y remite al concepto de división.
Todos
sabemos que el demonio es un sembrador de cizaña,
aquel que siempre busca dividir a las personas, las familias, las naciones y
los pueblos. Los servidores quisieran quitar inmediatamente la hierba mala,
pero el dueño lo impide con esta motivación:
"No
lo hagan, que al recoger la cizaña pueden arrancar también el trigo".
Porque
todos sabemos que la cizaña, cuando crece, se parece mucho al trigo, y allí
está el peligro que se confundan.
La
enseñanza de la parábola es doble. Ante todo dice que el mal que hay en el
mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo, el Maligno. Es curioso, el
demonio va de noche a sembrar la cizaña, en la oscuridad, en la
confusión; él va donde no hay luz para sembrar la cizaña.
Este
enemigo es astuto: ha sembrado el mal en medio del bien, de tal modo que es
imposible a nosotros hombres separarlos claramente; pero Dios, al final, podrá
hacerlo.
Y aquí
pasamos al segundo tema: la contraposición entre la impaciencia de los
servidores y la paciente espera del propietario del campo, que representa a
Dios.
Nosotros
a veces tenemos una gran prisa por juzgar, clasificar, poner
de este lado a los buenos y del otro a los malos. Pero hay que recordar la
oración de ese hombre soberbio:
"Oh
Dios, te doy gracias porque yo soy bueno, no soy como los demás hombres,
malos..." (cf. Lc 18, 11-12).
Dios
en cambio sabe esperar. Él mira el campo de la vida de cada persona con
paciencia y misericordia, ve mucho mejor que nosotros la
suciedad y el mal, pero ve también los brotes de bien y espera con confianza
que maduren.
Dios
es paciente, sabe esperar. Qué hermoso es esto:
nuestro Dios es un padre paciente, que nos espera siempre y nos espera con
el corazón en la mano para acogernos, para perdonarnos. Él nos perdona
siempre si vamos a Él.
La
actitud del propietario es la actitud de la esperanza fundada en la certeza de
que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra. Y es gracias a esta
paciente esperanza de Dios que la cizaña misma, es decir el corazón
malo con muchos pecados, al final puede llegar a ser buen trigo.
Pero
atención: la paciencia evangélica no es indiferencia al mal; no se puede crear
confusión entre bien y mal. Ante la cizaña presente en el mundo, el discípulo
del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, alimentar la
esperanza con el apoyo de una firme confianza en la victoria final del
bien, es decir de Dios.
Al
final, en efecto, el mal será quitado y eliminado: en el tiempo de
la cosecha, es decir del juicio, los encargados de cosechar seguirán la orden
del patrón separando la cizaña para quemarla.
Ese
día de la cosecha final el juez será Jesús, Aquél que ha sembrado el buen trigo
en el mundo y que se ha convertido Él mismo en grano de trigo, murió y
resucitó.
Al
final todos seremos juzgados con la misma medida con la cual hemos juzgado: la
misericordia que hemos usado hacia los demás será usada también con nosotros.
Pidamos
a la Virgen, nuestra Madre, que nos ayude a crecer en paciencia, esperanza y
misericordia con todos los hermanos (Reflexión antes del rezo del Ángelus,
20 de Julio de 2014)
Oración
de sanación
Señor
mío, gracias por ser bueno conmigo y por darme las fuerzas para vivir y la
seguridad en medio de las situaciones difíciles que se me presentan.
En
estos tiempos, muchos creen que es anticuado hablar del demonio, infierno o
castigo eterno. Pero es una realidad a la que podríamos enfrentar.
Basta
con sólo ver los cientos de miles de abortos que se realizan a diario,
eutanasias, asesinatos a causa de su fe, guerras, secuestros, corrupción.
Señor,
espero con paciencia y confianza aquel día en el que acabarás con el mal y
harás resplandecer los corazones de los que se confiaron a tu amor.
Quiero
caminar por tus senderos, orar por los demás y no ser yo quien los juzgue,
porque eso solo te pertenece a Ti, quien corrige con criterio santo.
Dame
la gracia para que, en vez de condenar, sepa corregir con caridad a los que no
han conocido tu gracia, sin condenarlos, hablándoles con compasión.
Ayúdame
a ser fuente de bendición para otros, que pueda consolarlos con esa esperanza
tuya que anima y embellece el alma para conquistarte.
Me
abro ahora a la acción del Espíritu Santo para que, esa semilla que has
sembrado en mi interior, fructifique mi corazón y el de los míos. Amén
Propósito
para hoy
Rezaré
una decena de Avemarías por mi propia conversión, pidiendo que el Señor separe
de mí todo aquello que no sirve y me inclina hacia el mal.
Frase
de reflexión
"El
futuro está en las manos de Dios: en esto radica la esperanza cristiana".
Papa Francisco
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