Por Antonio Ecarri Bolívar
La famosa trova de Carlos
Puebla, cuyo estribillo se repite en toda la canción, dice: “Se acabó la
diversión, llegó el Comandante y mandó a parar”, se refería a la decisión de la
revolución de acabar con la guachafita batistiana del relajo, los prostíbulos,
casinos y juerga permanente, frente al inicio de una transformación
revolucionaria que cambiaría todo eso a favor del pueblo.
Sesenta años después, habida
cuenta del fracaso del comunismo en todo el mundo y dándose cuenta Raúl Castro
de que esas tesis arcaicas han acabado con su país, ha mandado a parar esa
insensatez y se encamina a producir un cambio tan drástico que, en la reforma
constitucional propuesta a la Asamblea Nacional, se elimina la palabra
comunismo del texto y se sustituye por una larga retahíla de palabras que
significan, en el fondo, que el cambio viene y que tenían razón quienes se
opusieron desde 1959 a esa locura de adscribirse a un régimen fracasado.
En efecto, el nuevo texto que
se ha redactado, aprobado por unanimidad y que será sometido a referéndum en
agosto, lo que todos saben se va a aprobar, dice así: “Se recoge varias formas
de propiedad, entre ellas la socialista de todo el pueblo, la mixta y la
privada, en correspondencia con la Conceptualización del Modelo Económico y
Social Cubano de Desarrollo Socialista y los Lineamientos de la Política
Económica y Social del Partido y la Revolución. Esta no niega la riqueza
material, sino su concentración. (…) Sobre la propiedad privada de la tierra se
mantiene un régimen especial y el derecho preferente del Estado a su
adquisición mediante su justo precio y”… bla, bla, bla.
Nada, que comienza un proceso
indetenible hacia la sociedad de mercado, tal como ya hicieron chinos y
vietnamitas, porque no hay alternativa.
Claro que en Cuba las cosas
hay que hacerlas con mucha discreción, porque venir a darle la razón, sesenta
años después, a todos aquellos cubanos que estaban convencidos de que el
comunismo sería un rotundo fracaso, es realmente cuesta arriba. ¿Usted sabe,
estimado lector, lo que significa darle la razón a los fusilados de los
primeros años de la revolución, a los presos y exiliados que se cuentan por
millones?
Por eso Raúl lo hace
progresivamente y con disimulo: primero, comienza por decretar una Ley de
Creación de la Zona Económica Exclusiva de Mariel, que saca a toda esa región
de la legislación comunista, para abrir la isla a las inversiones extranjeras;
pero como los inversionistas no son idiotas y saben que la Constitución está
por encima de cualquier legislación especial, entonces era necesario producir
la reforma constitucional que abrirá, de par en par, las puertas de Cuba a la
inversión de capitales de todo el mundo. Luego, coloca al frente del Estado a
un joven que no participó en aquellas purgas extremas, como lo es Miguel Mario
Díaz Canel.
No lo podía hacer Raúl de
manera directa, porque era darle la razón a sus archienemigos que sacrificaron:
como a Huber Matos, Humberto Sori, Rolando Cubela, Eloy Gutiérrez Menoyo,
Carlos Franqui, director del primer periódico oficial y Guillermo Cabrera
Infante, quien era el más conspicuo dirigente de la intelectualidad de
izquierda, no comunista, que murió en el exilio. Ah, y por cierto, ninguno era
batistiano y se opusieron, con riesgo de sus vidas, a aquella tiranía de
derechas.
Claro que hacerlo de un
sopetón es darle la razón a Manuel Urrutia, primer presidente del gobierno
revolucionario, quien por oponerse al giro comunista fue destituido por Fidel.
También le dan la razón, sesenta años después, al abogado José Miró Cardona
militante del Movimiento 26 de Julio y primer ministro del nuevo régimen hasta
su giro comunista, cuando renunció y permitió a Fidel posicionarse de ese
cargo. También es ahora reivindicado Roberto Agramonte, primer canciller antes
de Raúl Roa, e igualmente Raúl Chibás, hermano del famoso líder de la oposición
contra Batista.
Ahora bien, a lo que queremos
llegar es a lo siguiente: está muy bien que en Cuba se produzca todo ese enredo
o desenredo de un régimen comunista, consagrado en su Constitución, que ahora
comienza a soltar esas amarras, pero aquí en Venezuela donde la palabra
comunismo no aparece en ninguna parte del texto constitucional, ni se ha
fusilado a nadie y donde se ha demostrado hasta la saciedad que esta manera de
conducir el país ha sido un desastre de proporciones colosales, entonces, digo,
¿qué está esperando este gobierno, que se cae poco a poco, cada día, por el clamor
y la angustia popular, para dejarse de pendejadas y dar un giro de 180 grados a
esa política conculcadora de la libertad económica, que tiene pasando hambre a
Venezuela?
Tienen convocado un Congreso
del PSUV; ya veremos si es para hacerse el haraquiri o para producir el cambio
de rumbo que se espera, no para que sean vencedores sino para que al menos no
maten de hambre al pueblo que dicen representar.
Capitalismo o muerte es la
consigna, camaradas; lo dijeron chinos, vietnamitas, ahora los cubanos y espero
que el PSUV también. Es que su jefe mandó a parar y ustedes no pueden ser más
papistas que el papa Raúl… digo.
aecarrib@gmail.com
27-07-18
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