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martes, 17 de julio de 2018

Democracia, cambio y circulación de cerebros y territorios por @TomasPaez


Por Tomás Páez


El inmenso éxodo de venezolanos continuará aumentando mientras se mantenga el modelo socialista del siglo XXI, el del atraso y la crisis humanitaria. Ese extraordinario desplazamiento, diverso y plural, configura una nueva geografía de Venezuela que modifica el concepto de “nación”. Ciudadanos y familias globalizadas, solicitantes de asilo y refugio, y emprendedores y empresas transnacionales.

Ahora Laureano Márquez, Emilio Lovera, Luis Chataing, Claudio Nazoa, directores de cine, artistas, fotógrafos, músicos y escritores, hacen sus presentaciones y exhibiciones en Maracaibo, Barquisimeto y también en Madrid, Nueva York, París, Alberta, Tenerife, Florida, Melbourne, Bogotá o Lima, en más de 90 países y 300 ciudades, organizadas y promovidas por las asociaciones de venezolanos. Un hecho similar ocurre en el ámbito empresarial, un acelerado proceso de internacionalización de la empresa venezolana.

Es una de las respuestas al cerco y la guerra que el régimen ha declarado a la cultura, a la propiedad, al mercado y al emprendimiento. En eso no se diferencia de cualquier otro socialismo existente: allí donde se instala produce involución social, retroceso tecnológico, salarios miserables, una terrible escasez y éxodos masivos. Los ciudadanos de los países que han padecido ese modelo se quedan atascados en el tiempo, la infraestructura y la capacidad productiva son derruidas, simplemente el modelo es alérgico a la modernización, su sino es la barbarie.

Muestras de ello encontramos en Venezuela, en el absoluto deterioro del sector eléctrico y en el retroceso de lo que se refiere al ancho de banda, el más lento de Latinoamérica. Este hecho lo lleva a ocupar los últimos peldaños en este terreno en el mundo y explica que países como Colombia y Brasil triplican y quintuplican el ancho de banda de Venezuela. Ese dato se agrava al interior del país y se está creando una peligrosa y desigual brecha digital entre las ciudades y regiones. En lugar de más y mejor interconexión el régimen coloca al país al margen del desarrollo. Y, lo que es peor, con los recursos de los venezolanos, el régimen ha invertido decenas de millones de dólares en un cable submarino de fibra óptica para el beneficio de la dictadura cubana, todo ello envuelto en una sórdida bruma de corrupción.

El régimen MILITAR-cívico con actos como este revela el profundo desprecio que siente por todos los venezolanos. De ellos solo espera sumisión. La obediencia, que confunden con lealtad, sustituye el talento y el mérito. En este principio se sustenta su denodado empeño en convertir la educación en sistema de adoctrinamiento y en intentar imponer la hegemonía comunicacional, vale decir, el pensamiento único.


Las pretensiones del modelo que cada día añade un nuevo daño al país y es responsable de una crisis humanitaria sin precedentes en la región y provoca y fuerza el éxodo masivo de sus ciudadanos. Quienes han decidido emigrar constituyen una importante reserva internacional de know-how que han establecido nuevas redes que resultarán importantes para que, junto al capital humano que decidió permanecer en el país, podamos recuperar la democracia y las libertades, condiciones para atender la necesaria y urgente recuperación del país.

La diáspora, desde países y ciudades distantes, permanece conectada al país de origen gracias a las facilidades que ofrece la red que, como dijimos, en Venezuela ha sufrido un severo retroceso en los últimos años. Hacen posible el vínculo con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo; permiten el encuentro, la difusión y el intercambio de tecnologías, la relación comercial, empresarial y política. Estos enlaces también sirven para crear empleo e ingresos al profesional venezolano, quien percibe un salario mensual que equivale, en el peor de los casos, a no menos de cuatro o cinco años de salario mínimo y miserable con el que, además, poco se puede hacer debido a la hiperinflación que ha creado este régimen.

Los vínculos que ya existen es preciso potenciarlos y organizarlos. En este terreno es recomendable la organización y el trabajo conjunto de distintos actores, en lugar de esfuerzos de carácter aislado: partidos políticos, gremios empresariales y profesionales, academias, universidades, gobiernos locales y regionales y de las asociaciones establecidas por los venezolanos en todo el mundo. La cooperación internacional destina recursos para apoyar a los venezolanos y a todas las organizaciones involucradas en esta tarea, y por ello nadie en particular puede arrogarse el derecho de utilizar tales recursos.

La participación de estas organizaciones y asociaciones de venezolanos en todo el mundo son imprescindibles para apoyar la conexión con Venezuela y con los venezolanos que están fuera de ella y soslayarlas, como hemos visto cuando ha ocurrido, es una garantía de fracaso. Estos liderazgos, que se han macerado con mucho esfuerzo, cuentan con una dilatada experiencia y han establecido nexos con empresas e instituciones en sus respectivos países y ciudades.

Los contactos, información y conocimiento les facilitan la identificación de proyectos, oportunidades comerciales y de negocios, las fuentes de financiamiento y las posibilidades de colaboración en todos los terrenos. Han adquirido habilidades lingüísticas, culturales y una inteligencia más acabada, a la que además tienen acceso, de la institucionalidad de la ciudad en la que hoy viven. Ese know-how y ese liderazgo no lo suplantan decisiones burocráticas. Los liderazgos no se designan, se construyen.

La diáspora posee información y datos acerca de los productos y servicios que se ofrecen, de las condiciones en las que se ofrecen, de los marcos legales y de las restricciones. Esto la dota de una inteligencia especial que sustituye las disfuncionales agregadurías comerciales de las embajadas venezolanas, hoy absolutamente disminuidas en su papel. La información que posee varía en función del individuo, de sus intereses y de las asociaciones en las que participa: ambiente, medicina, educación, negocios, empresas, comercio, financiamiento, etc.

Ese conocimiento y el hecho de participar en redes, tanto en el país de acogida como en el de origen, los coloca en una situación ventajosa para enlazar las dos puntas. La movilidad humana transnacional se hace entre ciudades y regiones: de ellas emigran y en ellas se establecen en el país que los recibe. La diáspora conecta ciudades y regiones y así participa en la reconstrucción, al mismo tiempo que puede actuar como medio para recuperar el proceso de descentralización que ha sido afectado y disminuido.

El modelo socialista del siglo XXI es centralizador y niega la empresa y el sistema de mercado: socialismo y descentralización y autonomía están reñidos, son enemigos irreconciliables. Como viven en la mentira, tienen una opinión infundada sobre sí mismos y hasta tienen el tupé de llamar “país potencia” al que han convertido en harapiento. Están incapacitados para comprender que las regiones y ciudades también compiten y cooperan, establecen alianzas y participan de redes con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, atraer inversiones e insertarse de un modo más idóneo en la economía global. Las declaraciones recientes de algunos de los voceros del gobierno hay que entenderlas en este contexto, van a resolver los problemas “por las buenas o por las malas” o, como algunos promotores de la autarquía afirman, “el arroz que se produce en el Guárico es de los guariqueños”.

Nuestro objetivo es evitar que continúe la devastación y que el país termine convirtiéndose en colonia cubana. Por ello es preciso cambiar al gobierno y al modelo. Pero ello no es suficiente. Es preciso, con el concurso de todos los actores, establecer proyectos, iniciativas que permitan abonar el terreno para el momento en que recuperemos la democracia y poder iniciar sin dilación la reconstrucción de un país hecho trizas y dar respuesta a la terrible crisis humanitaria de los venezolanos.

La devastación la vive cada localidad, cada región. Parques industriales convertidos en cementerios, merma de la producción e incremento del desempleo y la informalidad. El liderazgo regional y sectorial es consciente de que la recuperación requiere el concurso de todos y para ello es necesario atraer y captar talento, inversiones e inversionistas para construir tejidos empresariales más competitivos y poder mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Con esos objetivos en mente, gremios empresariales, instituciones locales y universidades han establecido “diásporas regionales” (Carabobo) o “sectoriales” (universitaria, UCV), con el fin de iniciar la gestión internacional de la diáspora. El propósito es desarrollar conjuntamente con las asociaciones proyectos e iniciativas que permitan maximizar los impactos positivos en ambos extremos de la relación.

Dinamizar la circulación de cerebros y territorios, parafraseando a Alan Tarrius, para atraer inversiones y talentos, para internacionalizar la empresa, para establecer alianzas estratégicas comerciales, financieras y tecnológicas. En este terreno desempeñan un importante papel los actores locales y regionales, lo que además redundará en el fortalecimiento del proceso de descentralización.

Es preciso comenzar a crearlos ahora y vamos algo tarde, hay que preparar las condiciones para que el cambio no nos tome por sorpresa y no sepamos qué hacer desde el mismo día uno. Venezuela ayer supo aprovechar los aportes de los inmigrantes y ahora tiene el reto de hacerlo con su diáspora, que además ha expresado de mil maneras y con hechos su disposición a participar en la reconstrucción del país.

16-07-18

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/democracia-cambio-circulacion-cerebros-territorios_243929


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