Fernando Camino Peñalver 22 de julio de 2018
El
régimen en casi veinte años de desgobierno ha aplicado dos planes destinados a
modificar el marco económico de nuestro país: el Plan de Desarrollo Económico y
Social de la Nación y el Plan de la Patria 2013-2019.
El
gobierno se inició con la aplicación del Plan de Desarrollo Económico y Social
de la Nación, el cual fue el punto de partida para la destrucción de la
actividad productiva privada. El propósito del régimen era sustituir la libre
empresa por las unidades de producción “socialista”, en este plan también se
afectó a las empresas básicas generadoras de divisas. Pero la ineptitud y la
corrupción acabaron también con estas empresas, incluyendo las básicas, lo que
generó la caída de la oferta nacional de bienes y servicio y afectó el ingreso
de divisas.
La
llamada “inversión social” de este plan, creó una falsa prosperidad en gran
parte de la población. Esta inversión fue mínima en relación al despilfarro y a
la corrupción con que se dilapidaron más de mil ciento cincuenta millones de
millones de dólares, provenientes de la renta petrolera y de deuda pública
adquirida por el régimen. Pero a pesar de esto, se creó una abundancia de
bienes importados y de reparto de dinero a través de las distintas misiones,
creando una falsa prosperidad sobre la ruina del sector productivo nacional.
A
partir de 2014, el crecimiento del producto interno bruto de nuestro país que
era impulsado por los petrodólares y por los recursos de la deuda pública, cayó
en picada por la disminución de los precios del crudo. Esta situación dio
inicio al crecimiento de la pobreza y del desempleo, al aumento de la escasez y
a la carestía de los alimentos debido a la incapacidad del sector interno para
producir y a la falta de divisas para importar.
Con el
Plan de la Patria, el régimen prometió que entre 2013 a 2019 tendríamos un
crecimiento interanual de 4% del producto interno bruto, pero la realidad es
que hemos caído en un 45% del PIB entre 2014 y 2017. También prometen mantener
la inflación en un promedio anual de 20%, pero la verdad es que la inflación ha
aumentado a niveles bárbaros. La hiperinflación culminó el 2017 en 2.735%
y la anualizada entre junio de este año y junio de 2017 fue superior a 46.000%.
La
realidad es que a partir de 2013, la situación de pobreza de nuestra población
ha venido creciendo, llegando este año a niveles cercanos al 90% y la pobreza
extrema a cifras superiores al 60%. El desempleo según el FMI se situó en 2017
en un 27% y prevé el mismo organismo internacional que para este año
tendrá una tasa de crecimiento de un 33%. Sin embargo, aunque nadie lo crea, en
el Plan de la Patria se estima reducir la pobreza a un 15% y la pobreza extrema
hacerla inexistente, es decir 0% y el desempleo mantenerlo en una tasa
interanual de un 5% entre los años de 2013 a 2019.
Lo
cierto es que el Plan de la Patria presentado en 2012, en vez de corregir los
desequilibrios de la economía causados por la aplicación del primer plan,
profundizó la aplicación del modelo comunista, generando esta crisis
humanitaria que azota a nuestra población con un nuevo ingrediente: el colapso
de los servicios públicos y hospitalarios.
La
crisis que padecemos ya ha degenerado en una emergencia humanitaria compleja,
porque además de ser ocasionada por la corrupción y la ineptitud del régimen,
está siendo aprovechada políticamente por éste para intentar perpetuarse en el
poder. También el hambre inducido, ahora es utilizado por la maquinaria de
corrupción que acabó con el sistema público de distribución de alimentos para
hacer negocios turbios través de los Clap. Este mecanismo ha sido calificado de
crimen contra los venezolanos, por parte de diversas ONGs y organismos
internacionales.
Mientras
tanto el régimen va en contravía de la solución de este caos. Es por ello que
debemos cambiar este desastre por un modelo político democrático, que garantice
la apertura económica suficiente para generar producción interna y la capacidad
para poder importar lo que se requiera mientras se estabiliza el sector
productivo privado. Necesitamos un gobierno que se preocupe de la población más
vulnerable de nuestro país y que detenga esa manipulación política perversa. El
nuevo gobierno debe tener como una de sus prioridades, incorporar a estos
venezolanos al desarrollo y a los niveles de consumo conforme a las normas internacionales.
En eso seguimos trabajando.
Fernando
Camino Peñalver
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