Laureano Márquez 11 de diciembre de 2018
La
magnitud del espíritu cómico de Juan Ernesto López, mejor conocido como Pepeto
era de tal profundidad que uno solo se imagina, en el lugar a donde quiera que
vaya el alma en este tránsito a lo eterno, a Pepeto bromeando con los
compañeros que le precedieron:
– Mira
Bólido, sabes que hay una lista para la resurrección, no quiero alarmarte, pero
tú no estás en ella, bua, ja, ja…ay, mira como lo dije “no estás en ella”… Mira
la lista la carga Marta Piñango, pero se fue de rumba al Infierno y seguro se
le quemó, tú sabes cómo es ella de descuidada… Mira Kiko, sabes que a Joselo no
lo encuentran ni en el cielo ni en el infierno, tú sabes que parece que lo
enterraron con el disfraz ese del perro que él hacía el Show de Joselo y está
en el “Pulgatorio”, jajaja… mira como lo dije ¡el Pulgatorio!…lleno de
pulgajajaja… ¿qué les parece si nos le presentamos esta noche a casa e’ Nelly y
le quitamos la cobija?, jajajaja No se lo va a esperar. Tremendo susto le vamos
a dar… Cayito: ¿qué vas a hacer el 25 de diciembre?… no pero del 7018,
acuérdate que tenemos toda la eternidad por delante no hay apuro tómate tu
tiempo y mira en la agenda, jajaja.
Así
sería Pepeto en el cielo, como era en la tierra, en los estudios de grabación
en los que no paraba nunca de echar broma y me perdonan, pero no hay sinónimo,
Pepeto era lo que los venezolanos llamamos un jodedor. Era portador de una
gracia natural. El Gato Soto y él era uno de esos seres con los cuales uno no
podía parar nunca de reír. En las circunstancias más graves encontraban ellos
siempre una salida humorística. Era el rey de los chistes malos que su estilo
hacía divertidos.
El
fuerte de Pepeto no eran las caracterizaciones, ni su condición actoral. Pepeto
era gracioso y esa gracia natural lograba transmitirla frente a las cámaras.
Pepeto siempre fue él, de una autenticidad a toda prueba. La comicidad que
imprimía a los personajes era la suya propia. Había en él una torpeza gestual
que recuerda a Jerry Lewis
Como
ciudadano fue uno de esos venezolanos ejemplares, cumplidor de sus
obligaciones, honesto, leal con sus amigos a los que solía llamar a las 3 de la
mañana: “ay ¿estabas durmiendo?, ¡ay perdón!, no no vuélvete a dormir, te
llamaba solo para saludar” y colgaba rapidito, sin esperar la mentada de madre.
Pepeto fue uno de los pocos comediantes venezolanos que tuvo su propio espacio
humorístico: “El Show de López” y con notable audiencia. Sus personajes:
Genovevo, Papupapa, Félix Gonzalito, fueron exitosos, populares.
Una
vida larga y buena, justa y noble solo amerita regocijo ante su partida. Mi
primera participación en ese programa al que tanto le debo, Radio Rochela, lo
hice junto a Pepeto haciendo al Dr. Caldera y yo caracterizando a El Tigre,
Eduardo Fernández, con Américo Navarro en el papel de Marcel Granier como moderador.
Fue en el 28 aniversario en el que él era invitado especial, antes de su
regreso al programa. Tengo el grato recuerdo de su palabra de estímulo en mi
primera incursión humorística frente a esos dos monstruos queridos y admirados.
Era generoso y noble. La de Caldera era una de sus famosas caracterizaciones.
Él contaba que una vez en el canal ocho, Caldera y él se encontraron en una
escalera y el imitado le dijo al imitador con humor:
–
Caramba el Dr. Caldera se ha topado de frente con un espejo.
Esa es
la Venezuela que fuimos y volveremos a ser, donde la crítica era recibida con
tolerancia e inteligencia, en la que aprendimos a respetarnos en la diversidad
y la discrepancia.
No
siento tristeza sino una suerte de regocijo al contemplar la bendición de una
vida útil y buena, que no se apaga, sino brinda otra forma de luz en su
remembranza. Imagino que en el último recodo de su vida, cuando lanzó ese
íntimo postrer vistazo al espejo retrovisor de su existencia solo vio sonrisas
y cariño. Con esa sonrisa que nos dio le despedimos en su viaje al lugar de
donde viene toda Gracia.
Laureano
Márquez
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