Julio César Arreaza B 09 de diciembre de 2018
Cuando
uno inquiere sobre los fundamentos del totalitarismo salta a la vista como el
principal la vida en la mentira y, por tanto, la vida en la verdad es su
principal enemigo. En la vida democrática la verdad si constituye un valor
esencial porque así lo exigen los ciudadanos en sus relaciones entre sí y entre
ellos y el Estado.
La
verdad yace y la sentimos en lo más profundo de nuestro ser; tenemos que abrir
nuestra conciencia y dejarnos escrutar por ella, si queremos ser hombres
auténticos. El hombre auténtico es el que dice lo que piensa y hace lo que
dice.
Pongámosle
atención a este pensamiento tan claro sobre la verdad que nos dejó el padre
Helder Cámara:
“No le
tengas miedo a la verdad, porque por dura que pueda parecerte y por hondo que
te hiera sigue siendo auténtica. Naciste para ella. Sal a su encuentro, dialoga
con ella, ámala, que no hay mejor amiga ni mejor hermana. Ella te libertará”
Hace
20 años, el 6 de diciembre de 1998 se inició esta historia dantesca con la
elección de quien se vendiera como salvador de la patria y desde el primer día
de su mandato comenzó a configurar un Estado criminal, una larga destrucción
institucional, social, económica y política, sin mediación de guerras y
catástrofes naturales.
Julio
César Arreaza B
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