Beltrán Vallejo 13 de diciembre de 2018
Mientras
la economía sigue hundiéndose en la hiperinflación, en la recesión y en la
inestabilidad de los precios petroleros, Venezuela juega a la guerra con un
amigote peso pesado llamado Rusia, que está enviando su aviación de combate, de
carácter estratégico, a realizar maniobras conjuntas con la aviación nuestra.
Sé que
eso no le importa a medio mundo en este país, que anda en lo de la
sobrevivencia cotidiana; pero le advierto a los que me leen que aquí está el
meollo de ese asunto que se llama nuestro presente, y de ese otro asunto que se
llama nuestro futuro; y en ambos escenarios, no pintamos nada bien. Con las
potencias mundiales no se juega, ni siquiera con las que dicen que son nuestras
“amigas” (me refiero a las amistades peligrosas de Nicolás).
Los
gringos tomaron nota de esta jugada, por medio del Coronel Robert Manning,
portavoz del Departamento de Defensa de EEUU, quien cuestionó la presencia de
bombarderos rusos en nuestro país, algunos de ellos con capacidad, según señala
este funcionario, de llevar bombas nucleares; todo esto realizándose con
desparpajo en lo que se ha denominado su “patio trasero”, y demostrándose así
que Nicolás Maduro se ha involucrado sin ambages en la actual “Guerra Fría” y
en el juego de ajedrez imponente, de tensas pulsiones, y de tira y encoje entre
lo que se denomina Occidente contra la entente conformada por China, Rusia,
Turquía, Irán y demás elementos planetarios, que por cierto todos ellos son
bien distantes de lo que se denomina democracias liberales.
En ese
plano, se aprecia muy bien que Venezuela también quiere jugar al póker con
estos “aliados”, que no tienen ninguno de ellos nada que ver con la bondad
cristiana, ni con libertades, y con eso no estoy diciendo que los occidentales
son querubines.
A
todas estas, pregunto, ¿cómo queda el venezolano de a pie? ¡Pues, bien jodido!;
esto es drama, sufrimiento, totalitarismo, más Estado Fallido, más problemas
con el circuito financiero internacional, más represión a la oposición
política, más mano dura contra las protestas sociales, más saqueo del arco
minero, más corrupción, más narcotráfico, más hambre, más pobreza, más zozobra,
más injerencia extranjera, menos soberanía nacional; en fin, más jodidos,
mientras que el chavomadurismo se atornilla más y más en el poder, ya que
asumió servir a intereses geoestratégicos bien acerados en la actual coyuntura histórico
de “nueva guerra fría”, para garantizar su sobrevivencia.
Vean
mis lectores que esta es la respuesta adelantada a Occidente que le hace
Nicolás Maduro y sus amiguetes, al respecto del fulano 10 de Enero del 2019,
cuando se implantará la usurpación, la obsesión por el poder y la megalomanía.
Maduro le dice desde ya a Occidente que es ¡guapo, y sobre todo, apoyado!
Yo
aspiro que este jueguito de guerra, con que Nicolás Maduro finaliza el año
2018, merezca algo de atención en la dirigencia política opositora, o lo que
queda de ella. Yo aspiro que la sociedad venezolana, en medio de sus penurias,
haga un alto reflexivo y se inquiete, y se alerte, por esta manera de meternos
en un problema de carácter mundial, generado esto por una pandilla que no quiere
salir del poder, y que sin escrúpulos está dispuesta a venderle su alma al
diablo.
¿En
verdad este pueblo de menesterosos está en condiciones de involucrarse casi que
como protagonista en el actual deterioro acelerado del contexto estratégico
mundial? ¿Estamos dispuesto los venezolanos a ser objeto de una escalada por
parte de las potencias occidentales, provocada por este jueguito?
Beltrán
Vallejo
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