Por Félix B. Sucre
“Mijo, dame un lingotico de
queso, por favor, porque ya no me queda nada del mes de aguinaldo de la pensión
que me dio el presidente obrero, quien ahora nos pide que compremos oro para
ahorrar”—este fue el ocasional diálogo de una señora de avanzada edad con el
vendedor de queso en un mercadillo de fin de semana en la urbanización Los
Naranjos de Guarenas, municipio Ambrosio Plaza, donde como respuesta lo que
vino fue una sonora carcajada del vendedor, de este reportero y de los
empleados del puesto.
Sin embargo, el vendedor no
se quedó quieto, sino que le respondió seguidamente, sosteniendo que “En estos
tiempos de explotación minera por parte del gobierno, mi doña, no tendrá de
extraño nada que pronto hablemos de lingotes de pescado, de pollo o de carne;
lo malo es que siempre se pensará que el aumento de los productos es
responsabilidad exclusiva de los comerciantes, aunque no somos ningunos santos
a la hora de colocar los precios. No se olvide de pensar en Nicolás Maduro,
Diosdado Cabello y los militares”.
Pues bien, hay que sostener
que, como hemos escuchado muchas veces, que el pueblo es sabio en su decir, en
sus observaciones; aparte de la carga de humor o ironía a la hora de
descargarse de tantos pesares que llevan por dentro, todo debido a la crisis
económica que ha generado en Venezuela el socialismo del siglo XXI, que comenzó
en el gobierno de Hugo Chávez, quien se llegó a olvidar que todos los días lo
que hacia era criticar a los anteriores gobiernos democráticos, mientras que el
de él iba regando la plasta.
¿Por qué los rojos se han
olvidado de las cúpulas podridas? Con seguridad es para que no les
recuerden que ellos son ahora otras cúpulas que hundieron la economía
venezolana…
No obstante, es como haberse
olvidado de la plasta. Evidentemente, que hoy podemos señalar, con suficiente
claridad, que la actual cúpula gobernante es la única responsable de la crisis
económica que está afectando al noventa (90) por ciento del país. ¿Eso no
preocupa al PSUV y sus franquicias adscritas? Por lo que se ve no; con el
cuento de la “guerra económica” han justificado las fechorías cometidas en
nombre de una revolución heredada de Hugo Chávez, el mayor responsable del desastre,
el cual ha llevado a la población en general a vivir como menesterosos.
Sin embargo, hay que
recordándolo una vez más, que tenemos “patria y carnet para la caja del clap”, con
lo que algunos chaveteros se han sentido dignificados, y por eso se
restean con Nicolás Maduro.
¿Se olvidaron de los bonos
que regala el presidente obrero que recordara la señora compradora del
“lingotico de queso” en el mercadillo de Los Naranjos, Guarenas? Quizá, como no
preocupa la ecología, el tiempo de pensar en los daños que se le está haciendo
al Amazonas no es algo que preocupe u ocupe la atención de quien, o quienes,
carguen prisa y busquen donde poder estirar las burusas que tienen de sueldos o
de pensiones, como el mendrugo que el Señor Feudal entrega a sus súbditos ¿Es
que se ha retrocedido a etapas vividas?
Todo es posible. Cuando
medio kilo de queso vale más que 30 gándolas con 47 mil litros de gasolina cada
una. O que medio cartón de huevos tiene más valor que veinte pailas de
aceite de las que vende PDVSA. O, finalmente, que un kilo de carne o de pollo,
reguladas por el gobierno, hoy cuestan más que quinientas cajas del clap
negociadas en Panamá, indican que la cúpula del PSUV tiene mucho que ver con la
hiperinflación que generó el control cambiario, políticas del Banco Central de
Venezuela.
Recordando al profesor
Aristóbulo, quien llegó a decir que si se suspendía el control cambiario se
caía el gobierno. La revolución.
Obviamente, ésa cúpula
oficial, entre ellos el alto mando militar, al igual que los enchufados
-especie ampliamente conocida por ser variopinta-, no hablan de lingoticos sino
de lingotes de queso, de carne de la que sea. De pollo, ni hablar; allí hay que
colocar las cacerías que los jaletis hacen llegar a los grandes dirigentes o a
los de verde oliva, quienes son muy dados a deleitarse, junto con un excelente
whisky, de un plato de lapa o de venado, sobre todo en los convites para hablar
de sus proezas o mujeres y viajes, principalmente a los Estados Unidos, paraíso
de todo revolucionario que se respete.
Presidente Maduro, ¿no es
posible que un día de estos el pueblo decida comprar un lingotote de votos para
alimentarse mejor con democracia sin usted como inquilino de Miraflores?
“Chivo no come lloviendo”,
fueron las palabras que este reportero pronunció ante el escuálido público que
estaba en el ventorrillo de charcutería, con precio de oro sacados de muchas
ubres de vacas venezolanas, las cuales no tienen conocimiento del alto valor de
su leche. No obstante, los comerciantes y el gobierno si saben cuánto vale cada
litro de leche que luego es transformado en queso que ahora se compra por
lingoticos. Estamos en los tiempos de hiperinflación madurista. Ave María.
10-12-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico