Luis Custodio 05 de enero de 2019
@LuisCus
Una
estimación reciente plantea donaciones y créditos que llegarían a los 80 mil
millones de dólares.
No hay
crisis en Latinoamérica que la historia recoja y llegue a los niveles de lo que
vive hoy Venezuela”, afirma el economista Ricardo Hausmann, ex ministro de su
país (1992-93) y actualmente docente en Harvard. Asegura que un plan de rescate
que permita, para 2030, recuperar aunque sea los niveles de vida de 2012, sería
un enorme éxito. A continuación, un resumen de la entrevista.
—¿Qué evaluación hace de la actual
coyuntura?
—Según
las estadísticas disponibles, nunca ha habido en América Latina un colapso
comparable con lo que ocurre en Venezuela. El PIB ha caído en más de 45% con
respecto a 2013. Las importaciones lo han hecho en más de 80%. Las
importaciones del sector privado en más de 90%. Ha salido más del 10% de la
población del país en menos de 4 años. De los que utilizaban twitter y solo
tuiteaban desde Venezuela entre febrero y abril del 2017, para febrero-abril
del 2018, 9,7% dejaron el país.
Los
venezolanos están perdiendo peso a pasos agigantados. El salario mínimo, que en
2012 compraba 72.000 calorías al día, hoy no compra ni 800 si se usara el 100%
de este para comprar la caloría más barata, que es la yuca. Para comprar
proteínas alcanza para 1 huevo al día. En el país no están las calorías, las
proteínas ni las medicinas para que sobrevivan 30 millones de personas. Por
eso, de acuerdo a la Encuesta de Condiciones de Vida realizada por las 3
universidades más prestigiosas del país y con apoyo del Banco Interamericano de
Desarrollo, más del 80% de los venezolanos están en condición de pobreza y han
perdido más de 25 kilos de peso en los últimos 2 años.
Insisto
en que es el momento de mayor deterioro de la historia de América Latina. Es
más del triple de la caída del PIB del Uruguay a principios de los 2000 y más
del doble que la del Uruguay en la década de los 80. La hiperinflación, que ya
excede el 50% mensual (definición formal de hiperinflación) todos los meses
desde septiembre del año pasado, es de las más largas del mundo. Es mayor a las
de Nicaragua, Bolivia, Perú y mucho más grande de las que se vieron en
Argentina o Brasil en los años 80.
—¿Qué condiciones debería reunir un
eventual “plan de rescate”?
—Un
plan de rescate tiene que pasar por un cambio de régimen. No veo como esta
dictadura pueda hacer nada que sea creíble para la población, para los agentes
económicos que tienen que creer en la recuperación y para la comunidad
internacional. Tiene que reempoderar a la sociedad con los derechos económicos
más elementales, como el derecho a la propiedad, a adquirir divisas en el
mercado, a fijar precios según la oferta y la demanda, en fin, a volver a dejar
que funcionen los mecanismos de mercado para que las necesidades de unos se
conviertan en las oportunidades de ingreso de los que estén dispuestos a suplir
esas necesidades. Es necesario acabar con la escasez de divisas y resolver el
sobre-endeudamiento de la economía: Venezuela es el país con la relación deuda
externa pública a exportaciones más alta del mundo por amplio margen, pues el
gobierno usó el período del boom petrolero para endeudarse en vez de ahorrar y
ahora producimos 1/3 del petróleo que Venezuela producía cuando Chávez llegó al
poder. Además, se necesitará una fuerte inyección de divisas para financiar la
importación de materias primas, insumos intermedios, repuestos y medicinas
necesarios para impulsar el sistema productivo y el de salud.
—¿Cuáles son los costos a afrontar?
—La
sociedad no puede pagar costos netos adicionales y mucho menos en el corto
plazo. Para salir del foso, no podemos pensar en un programa que implique
sacrificios a corto plazo para obtener beneficios posteriores. Es necesario un
plan que implique una recuperación de los niveles de vida desde el primer día.
Para ello, es imprescindible una moratoria y una renegociación de la deuda
pública externa con un recorte (haircut) que va a tener que ser muy grande. Además,
necesitaremos donaciones, especialmente en los 2 primeros años por montos que
deberán estar en el entorno de US$ 20.000 millones. Y finalmente un programa de
financiamiento internacional liderado por el FMI de unos US$ 60.000 millones en
los primeros 3 años. Tendremos que tener una reestructuración muy profunda del
sector petrolero que en este momento se encuentra totalmente quebrado tanto
financiera como operativamente.
—¿Quiénes podrían o deberían sumar su
apoyo en un plan como el que plantea?
—Hará
falta ayuda de muchos. Unión Europea, Canadá, EE.UU., Japón, China y América
Latina. Creo que de haber una transición política legítima, va a haber mucha
buena disposición. Y cuando se sepa la realidad del país, una vez salido este
régimen que miente y desinforma, el mundo tomará conciencia de la catástrofe
humana que representa el país hoy.
—¿Cómo se detiene la inflación y se
restablecen condiciones creíbles para el tipo de cambio?
—La
inflación entre julio 2018 y julio 2017 alcanzó 82.766% según la Asamblea
Nacional. El FMI cree que va hacia 1.000.000% para fin de año. La inflación del
mes de julio 2018 con respecto a junio 2018 fue de 125%. Esto corresponde a una
tasa anualizada de 1.683.311%.
Lo
fundamental para detener la inflación es financiar el déficit fiscal con
recursos reales. Eso permite parar la emisión inorgánica de dinero, que
representa hoy las partes del ingreso fiscal. Esto se podrá lograr con las
donaciones y la financiación del FMI. Dado esto, los detalles del régimen
cambiario —qué tan fijo o qué tan flexible— son aspectos de segundo orden.
—¿Y el aparato productivo? Venezuela dejó
de producir mucho de lo que consume…
—El
colapso de la producción en Venezuela se debe al colapso de las importaciones.
Esto dejó a las empresas sin materia prima, insumos intermedios y repuestos, lo
que produjo el descalabro de la producción desde 2012. Estas importaciones van
a ser financiables con los mismos recursos en divisas que mencioné
anteriormente: el gobierno tiene gastos principalmente en moneda local, pero se
va a financiar con donaciones y préstamos multilaterales. Para hacerse de
moneda nacional, el gobierno tendrá que vender esas divisas a los importadores
a cambio de la moneda nacional. Con esas divisas el aparato productivo podrá
arrancar. Así sucedió con el Plan Marshall en 1948.
Además,
hay un problema de destrucción de derechos de propiedad que hay que volver a
garantizar. Y es imprescindible recuperar las empresas expropiadas que han sido
destruidas en el sector acero, cemento, supermercados, manufacturas, servicios
agrícolas y petroleros entre otros.
—En un escenario de recuperación, ¿qué
papel juega el petróleo?
—Este
gobierno destruyó a Petróleos de Venezuela (Pdvsa). La recuperación de la
producción de petróleo en el país va a tener que hacerse fuera de Pdvsa, pues
esta empresa no tiene ni los recursos ni la capacidad de endeudamiento para
aumentar la producción. Tendremos que adoptar una estrategia que se asemeje
mucho más a la de Colombia, México y Brasil. La inversión privada en petróleo
va a ser una fuente muy importante de recuperación.
—Cualquier plan de salida condiciona el
futuro. ¿Hay condiciones para asumir compromisos a largo plazo?
—Tenemos
que pensar en un gobierno de transición relativamente breve y un retorno a la
normalidad democrática. Ese gobierno de transición va a necesitar implementar
un plan de estabilización y recuperación, de la mano de la comunidad
internacional. Hay muchos temas de largo plazo que tendrán que ser decididos
por el sistema político una vez se retome la normalidad democrática. Por ello,
el gobierno de transición debe ocuparse de lo impostergable y preservar la
libertad de los venezolanos de construir su futuro.
—¿Cuánto se incrementa el costo social y
económico de un proceso de recuperación en la medida en que se mantiene la
actual situación?
—El
costo social y económico de cada día de gobierno de Maduro es
indescriptiblemente alto. En el mes de julio del año pasado hicimos un
ejercicio numérico del plan de recuperación. Cuando lo rehicimos en días
recientes tomamos nota de la magnitud de la destrucción adicional: la
producción petrolera ha caído 30% en 12 meses. El PIB total cayó 15% más. El
dólar, que hace 1 año estaba en 8.000 bolívares, hoy está por encima de los
4.000.000. Hay cientos de miles de nuevos refugiados en el último año. Y temo
que cuando sepamos las cifras de mortalidad nos daremos cuenta que esta crisis
probablemente haya costado casi 1 millón de muertes.
—¿Qué horizonte se puede trazar para
pensar en una recuperación, que tiempo puede llevar?
—El
país va a pasar muchos años antes de que regrese a niveles de vida que conoció
en su pasado reciente. Un plan que recupere los niveles de vida del 2012 para
el año 2030 sería uno de los más exitosos jamás visto. Pero eso no debe
deprimirnos. Lo importante es que las cosas mejoren permanentemente. Y que la
sociedad aprenda algo realmente valioso de la catastrófica aventura chavista en
la que se metió.
En los
‘90, la sociedad venezolana no entendió que tenía que cambiar
—¿Qué enseñanzas deja este proceso?
—Creo
que en la década del 90 la sociedad no entendió que tenía que cambiar. Entre
1920 y 1980 fuimos la sociedad con mayor crecimiento en el mundo. Pero este
crecimiento estuvo basado en el petróleo. Cuando yo nací en 1956, Venezuela era
un país de 7 millones de habitantes que exportaba 3 millones de barriles de
petróleo. Hoy es un país de 30 millones que exporta 1 millón de barriles. Ese
empobrecimiento el sistema político y la gente no supo entenderlo y
enfrentarlo.
Chávez
lideró la oposición a los cambios necesarios y la sociedad le dio el poder.
Cometió todos los errores económicos conocidos e inventó unos cuantos. Espero
que el país, luego de esta experiencia, entienda que crear valor requiere
empoderar a la gente para que pueda crear valor, no darle derechos sobre lo que
no tenemos.
—¿Qué otras reformas necesita implementar
el país?
—Hay
muchísimas cosas que hacer, pero no todas tienen el mismo nivel de urgencia y
lo que se destruyó en 20 años de chavismo no se va a solucionar en un año. Al
principio, es imprescindible recuperar la producción. Se necesita importar
semillas, fertilizantes, agroquímicos y repuestos para aumentar drásticamente
la producción de comida, porque 30 millones de personas no pueden vivir de la
filantropía internacional. Hay que recuperar la producción de electricidad y
agua. Poner a producir el aparato productivo que teníamos, garantizar la
seguridad y recuperar el sistema de salud.
Tomado
de: https://articularnos.org/galeria/actualidad/
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