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miércoles, 6 de febrero de 2019

Tulio Álvarez: 'En Venezuela no se enfrentan dos actores políticos, hay un régimen de facto contra un pueblo', por @Paginas_Digital




Juan Carlos Hernández 05 de febrero de 2019
@Paginas_Digital

Hablamos con Tulio Álvarez, reconocido activista por los derechos humanos en Venezuela. Condenado por el régimen de Maduro, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos suspendió la sentencia condenatoria.

¿Cómo es la situación social hoy en día en Venezuela? Se ha hablado en los últimos días incluso de detenciones masivas y arbitrarias.

El rumor de que están llevándose jóvenes en las calles indiscriminadamente para una especie de reclutamiento forzado es falso. Creo que incluso está sembrado por el propio régimen. Lo que ha pasado es que muchachos jóvenes que han participado, como están participando todos los venezolanos, en la protesta han sido retenidos y detenidos, llevados a tribunales como si fueran adultos y condenados, y en este momento están retenidos varias decenas de niños y con órdenes de tribunales. Tenemos el testimonio de una juez que ha tomado esa decisión porque se ha visto forzado, lo cual no hace que esa decisión siga siendo aberrante, pero es una prueba irrefutable de la manipulación. Yo tengo conocimiento de tres jueces que han dictado medidas de detención de estos niños, son aproximadamente entre 70 y 100 niños. Estamos hablando de niños de 14-15 años, en realidad son niños que tienen conciencia política.

¿Cómo es la situación actual de abastecimiento de productos de primera necesidad?

Es imposible que yo te narre el drama social por el tema de la hambruna y la falta de medicinas que se vive en Venezuela. Si yo tratara de llevar esto al máximo grado de perversión que se pueda narrar, yo no tendría la capacidad de mostrar la situación límite en que está Venezuela. Es una situación de hambruna, donde no hay asistencia social, no hay medicinas. Todo enfermo de cualquier enfermedad que necesite un tratamiento está en riesgo de muerte. Las muertes en los hospitales son constantes. Tenemos una situación en la que no hay equipos médicos. Yo trabajo con empresas de equipos médicos que son las que prestan mantenimiento y no los hay. El 90% de los equipos médicos de los hospitales públicos en Venezuela están paralizados. No hay posibilidad de tratamiento de ningún tipo, no hay posibilidad de hacer exámenes básicos de hemodinamia, rayos X, radioterapia… ninguna posibilidad. Y las medicinas, cualquier ciudadano español que tenga una farmacia sabe que diariamente le llegan personas tratando de comprar medicinas para mandarlas a Venezuela. No hay ni las medicinas más básicas, ni para dolor de cabeza, ni antigripales… Es una situación desesperada.

Con la irrupción de Juan Guaidó, ¿se ha podido conseguir por fin la deseada unidad de la oposición en Venezuela?

En Venezuela no hay oposición. Oposición hay en un país que tiene democracia. En Venezuela hay factores democráticos activados y está unánimemente activado todo el factor democrático en contra de la dictadura.

¿Sería más correcto hablar de disidencia?

La disidencia aplica con mucha más fuerza y contundencia el caso venezolano. Este es un tema muy importante. Yo soy jefe de Cátedra de Derecho Constitucional en la Universidad Central de Venezuela y todos los profesores de derecho constitucional emitimos un comunicado unánime, en una universidad que tiene 70.000 alumnos, donde firmamos unánimemente que había una usurpación continuada que se iba a materializar de forma definitiva el 10 de enero. Entre los elementos que indicamos, estaba que ese elemento de usurpación implicaba la aplicación automática de un esquema en el que había que declarar, como se declaró, el régimen de facto de Maduro. Cuando Maduro pretende juramentarse de una manera totalmente ilícita, sin ningún formalismo, ante jueces inexistentes, porque la Asamblea Nacional Constituyente no es un cuerpo legitimado, nosotros decimos que es un acto ilícito. A partir de ese momento, vivimos un régimen de facto donde el derecho no vale nada, y eso tiene consecuencias muy importantes.

¿Es correcto hablar de autoproclamación en la iniciativa de Juan Guaidó?

El término “autoproclamación” es incorrecto. Lo que hizo Guaidó, y está obligado a hacerlo, y nosotros decimos que está obligado a hacerlo, es asumir la atribución constitucional inherente al cargo de presidente de la Asamblea Nacional. Es decir, cuando se da una situación de facto en la que no hay presidente de la República, necesariamente el presidente de la Asamblea Nacional tiene que asumir ese cargo. Nosotros y en general el pueblo de Venezuela, como es un hecho notorio comunicacional, está apoyando esa posición. El único factor que está soportando en este momento a Nicolás Maduro es el militar, no hay otro. Definitivamente, el día que pierda parcialmente la base de sustentación militar, Maduro va a caer. Lo que implica que va a caer. ¿Por qué? Porque hay un factor interno de desesperación absoluta por esa crisis social que yo no puedo describir, hay una confluencia de elementos de unidad y unión entre los actores democráticos, y hay una coincidencia muy definida de la comunidad internacional. En las Américas, el órgano regional es la Organización de Estados Americanos, que ya bien temprano determinó y definió que en Venezuela hay un régimen de facto y reconoció a Guaidó como presidente interino de Venezuela. La Unión Europea ha reconocido a Guaidó como presidente. La comunidad internacional, unánimemente desde la perspectiva de las instancias internacionales, lo ha hecho. ¿Cuáles son los estados que no lo han hecho? Basta ver qué estados son. Todas las dictaduras reconocen a Maduro. Pero además de eso, algunos estados americanos no lo han hecho –México y Uruguay– por el factor ideológico y de interés económico, porque Venezuela ha sido un país depredado y ese esquema de depredación es muy conveniente para los intereses económicos de muchos actores.

En el régimen de Maduro ¿existen distintos poderes fácticos?

En realidad tampoco el mundo militar está unánimemente a favor de Maduro. Vamos a hablar claro, porque si no, no entendemos el problema venezolano. Maduro no es el presidente de Venezuela. Quienes mandan en Venezuela son los militares, Maduro es un títere de los militares. Es la cara que refleja un régimen en el que la mayoría de los ministerios, organismos públicos, incluso los cargos de representación popular y también hasta el poder judicial, son de oficiales del mundo militar. Por ejemplo, el control de la judicatura está controlado por los militares. Eso es algo insólito. Y el ministerio de Finanzas, Petróleos de Venezuela, el ministerio de Interior y Justicia, la mayoría de las gobernaciones del país. Hay que imaginarse ese cuadro donde la mayoría de las regiones, cargos públicos, ministerios, por supuesto todo lo que tenga que ver con la seguridad del estado, todos son militares. Entonces, este no es un problema contra Maduro, es un problema militar. Y los militares han disfrutado de un estatus económico, son los que han hecho los grandes negocios, son los que manejan PDVSA, el Ministerio de Hacienda, la importación de alimentos, el contrabando, el narcotráfico… Estamos hablando de un estado forajido.

Algunos hablan de un narco-estado, ¿es correcto?

Es un narco-estado. ¿En qué sentido es un estado forajido? Fíjese en los apoyos que recibió Maduro: Hezbolá, las FARC… Todo movimiento irregular, terrorista, delincuente, apoya a Maduro por razones evidentemente justificadas y obvias.

Ante los últimos acontecimientos, la Unión Europea y, en particular, España mostraron, al menos al principio, una postura “tibia”. Ahora el Parlamento Europeo ha reconocido a Juan Guaidó como presidente interino legítimo. ¿Cómo valora la postura de la Unión Europea y de España en particular?

En realidad, la UE en su mayoría ha sido clara. En España ha habido un problema grave y te voy a explicar por qué. Primero, en España no entienden –y hay que entenderlo– que el caso de Venezuela no es un caso en el que se enfrentan dos actores políticos que tienen algún grado de legitimidad. Aquí se trata de un régimen de facto que es una dictadura contra un pueblo. Hasta no entender este tema, no se avanza. En segundo lugar, hay que entender que ese estado forajido controla todas las instituciones menos el cuerpo representativo del pueblo. En España, el cuerpo representativo del pueblo son las cortes, y hay cuerpos representativos del pueblo en las diversas autonomías, pero fundamentalmente el pueblo español como un todo, la unidad del pueblo español es un principio básico del derecho constitucional español, está representado en las cortes, no en el gobierno, aunque el gobierno emana de las cortes. En Venezuela, el gobierno no, emana de la familia nacional, es un sistema presidencialista. Tanto el presidente en Venezuela como el Tribunal Supremo de Justicia en Venezuela no son electos. Esto es para diferenciarlo del caso español. La Asamblea Nacional no elige al presidente, no es un sistema parlamentario, y los magistrados del TSJ tampoco son electos. ¿Quiénes son elegidos por el pueblo y representan al pueblo? La Asamblea Nacional. Entonces, Maduro no fue electo, ni siquiera se puede hablar de una elección, es un simulacro, no tuvo resistencia política. Armaron una especie de imagen de elección y frente a eso nosotros nos encontramos con un individuo que al fin y al cabo, a los efectos del análisis, nunca se puede ver que la salida pueda ser institucional donde no hay instituciones, donde la única institución es la Asamblea Nacional. No se puede hablar de una salida electoral si la concepción de elecciones es el parapeto que montaron anteriormente. Una elección es una elección, que tiene que ser libre, competitiva, con garantías, con observación internacional válida y legítima, y con un cuerpo que la organice que tenga un mínimo de credibilidad. Si eso no existe hoy en Venezuela, ¿cómo vamos a hablar de que la condición para reconocer a Guaidó eran las elecciones? Incluso hablar de elecciones puede ser un acto de complicidad.

Zapatero no ha ayudado precisamente a mejorar la situación…

Zapatero ha sido el gran cómplice de la dictadura venezolana durante todo este tiempo, porque cuando él habla de diálogo no es el diálogo que entienden los españoles, y cuando él habla de elecciones no son las elecciones que entienden los españoles. El diálogo es fundamental en democracia, pero en Venezuela no puede haber diálogo porque no hay respeto a la entidad del otro, y no puede haber elecciones porque no existe ningún tipo de imparcialidad.

Miremos al futuro, ¿qué haría falta para ayudar a Venezuela a nivel internacional?

Primero, una decisión política definida que tome en cuenta que en Venezuela la única representación legítima es la de la Asamblea Nacional. Ese paso ya se dio. La UE lo dio, también la OEA. La ONU es más compleja porque hay una situación de regulación muy complicada, que implica la capacidad de veto de los grandes, aunque no descarto que dejen solo a Maduro, dada la gravedad de lo que está haciendo. Pero al margen de eso, ya se dio una unánime definición de la comunidad internacional en los organismos regionales más importantes. El segundo paso es entender que en Venezuela hay una crisis humanitaria y para eso hay tratados y convenios internacionales. Yo siempre he dicho que hay que activar el tema de la ayuda humanitaria, desde hace un año, y que no hay que esperar a que salga el régimen porque en la frontera con Colombia y Brasil se vive un drama. Hay que ayudar a Colombia, a Brasil y a diversos países latinoamericanos como Ecuador, Perú, incluso hay que ayudar a España, aunque España no siente tanto el impacto porque las personas que huyen a España en general tienen otra cualidad social o familiar, pues hay una simbiosis España-Venezuela de décadas. A un español que tenga algún familiar en Venezuela no se le puede engañar sobre la situación venezolana.

Tercer elemento clave. Yo no soy partícipe del apoyo militar, pero la comunidad internacional ha admitido la intervención de los estados ante una situación de grave desconocimiento de los derechos fundamentales y humanos, como el caso de Ruanda, donde no intervino la comunidad internacional y vimos como terminó; o cuando hay un estado forajido que atenta contra la seguridad de otros estados. En esos casos, ¿qué ha pasado? Que hay estados que intervienen y después la comunidad internacional reconoce que la intervención fue lícita. El peligro venezolano no es una intervención coordinada por la ONU, pero creo que ese peligro se puede manifestar en una intervención de estados aislados que luego es legitimada.


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