Juan Carlos Hernández 05 de febrero de 2019
@Paginas_Digital
Hablamos
con Tulio Álvarez, reconocido activista por los derechos humanos en Venezuela.
Condenado por el régimen de Maduro, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos suspendió la sentencia condenatoria.
¿Cómo
es la situación social hoy en día en Venezuela? Se ha hablado en los últimos
días incluso de detenciones masivas y arbitrarias.
El
rumor de que están llevándose jóvenes en las calles indiscriminadamente para
una especie de reclutamiento forzado es falso. Creo que incluso está sembrado
por el propio régimen. Lo que ha pasado es que muchachos jóvenes que han
participado, como están participando todos los venezolanos, en la protesta han
sido retenidos y detenidos, llevados a tribunales como si fueran adultos y
condenados, y en este momento están retenidos varias decenas de niños y con
órdenes de tribunales. Tenemos el testimonio de una juez que ha tomado esa
decisión porque se ha visto forzado, lo cual no hace que esa decisión siga
siendo aberrante, pero es una prueba irrefutable de la manipulación. Yo tengo
conocimiento de tres jueces que han dictado medidas de detención de estos
niños, son aproximadamente entre 70 y 100 niños. Estamos hablando de niños de
14-15 años, en realidad son niños que tienen conciencia política.
¿Cómo
es la situación actual de abastecimiento de productos de primera necesidad?
Es
imposible que yo te narre el drama social por el tema de la hambruna y la falta
de medicinas que se vive en Venezuela. Si yo tratara de llevar esto al máximo
grado de perversión que se pueda narrar, yo no tendría la capacidad de mostrar
la situación límite en que está Venezuela. Es una situación de hambruna, donde
no hay asistencia social, no hay medicinas. Todo enfermo de cualquier
enfermedad que necesite un tratamiento está en riesgo de muerte. Las muertes en
los hospitales son constantes. Tenemos una situación en la que no hay equipos
médicos. Yo trabajo con empresas de equipos médicos que son las que prestan
mantenimiento y no los hay. El 90% de los equipos médicos de los hospitales
públicos en Venezuela están paralizados. No hay posibilidad de tratamiento de
ningún tipo, no hay posibilidad de hacer exámenes básicos de hemodinamia, rayos
X, radioterapia… ninguna posibilidad. Y las medicinas, cualquier ciudadano
español que tenga una farmacia sabe que diariamente le llegan personas tratando
de comprar medicinas para mandarlas a Venezuela. No hay ni las medicinas más
básicas, ni para dolor de cabeza, ni antigripales… Es una situación
desesperada.
Con la
irrupción de Juan Guaidó, ¿se ha podido conseguir por fin la deseada unidad de
la oposición en Venezuela?
En
Venezuela no hay oposición. Oposición hay en un país que tiene democracia. En
Venezuela hay factores democráticos activados y está unánimemente activado todo
el factor democrático en contra de la dictadura.
¿Sería
más correcto hablar de disidencia?
La
disidencia aplica con mucha más fuerza y contundencia el caso venezolano. Este
es un tema muy importante. Yo soy jefe de Cátedra de Derecho Constitucional en
la Universidad Central de Venezuela y todos los profesores de derecho
constitucional emitimos un comunicado unánime, en una universidad que tiene
70.000 alumnos, donde firmamos unánimemente que había una usurpación continuada
que se iba a materializar de forma definitiva el 10 de enero. Entre los elementos
que indicamos, estaba que ese elemento de usurpación implicaba la aplicación
automática de un esquema en el que había que declarar, como se declaró, el
régimen de facto de Maduro. Cuando Maduro pretende juramentarse de una manera
totalmente ilícita, sin ningún formalismo, ante jueces inexistentes, porque la
Asamblea Nacional Constituyente no es un cuerpo legitimado, nosotros decimos
que es un acto ilícito. A partir de ese momento, vivimos un régimen de facto
donde el derecho no vale nada, y eso tiene consecuencias muy importantes.
¿Es
correcto hablar de autoproclamación en la iniciativa de Juan Guaidó?
El
término “autoproclamación” es incorrecto. Lo que hizo Guaidó, y está obligado a
hacerlo, y nosotros decimos que está obligado a hacerlo, es asumir la
atribución constitucional inherente al cargo de presidente de la Asamblea
Nacional. Es decir, cuando se da una situación de facto en la que no hay
presidente de la República, necesariamente el presidente de la Asamblea
Nacional tiene que asumir ese cargo. Nosotros y en general el pueblo de
Venezuela, como es un hecho notorio comunicacional, está apoyando esa posición.
El único factor que está soportando en este momento a Nicolás Maduro es el
militar, no hay otro. Definitivamente, el día que pierda parcialmente la base
de sustentación militar, Maduro va a caer. Lo que implica que va a caer. ¿Por
qué? Porque hay un factor interno de desesperación absoluta por esa crisis
social que yo no puedo describir, hay una confluencia de elementos de unidad y
unión entre los actores democráticos, y hay una coincidencia muy definida de la
comunidad internacional. En las Américas, el órgano regional es la Organización
de Estados Americanos, que ya bien temprano determinó y definió que en
Venezuela hay un régimen de facto y reconoció a Guaidó como presidente interino
de Venezuela. La Unión Europea ha reconocido a Guaidó como presidente. La
comunidad internacional, unánimemente desde la perspectiva de las instancias
internacionales, lo ha hecho. ¿Cuáles son los estados que no lo han hecho?
Basta ver qué estados son. Todas las dictaduras reconocen a Maduro. Pero además
de eso, algunos estados americanos no lo han hecho –México y Uruguay– por el
factor ideológico y de interés económico, porque Venezuela ha sido un país
depredado y ese esquema de depredación es muy conveniente para los intereses
económicos de muchos actores.
En el
régimen de Maduro ¿existen distintos poderes fácticos?
En
realidad tampoco el mundo militar está unánimemente a favor de Maduro. Vamos a
hablar claro, porque si no, no entendemos el problema venezolano. Maduro no es
el presidente de Venezuela. Quienes mandan en Venezuela son los militares,
Maduro es un títere de los militares. Es la cara que refleja un régimen en el
que la mayoría de los ministerios, organismos públicos, incluso los cargos de
representación popular y también hasta el poder judicial, son de oficiales del
mundo militar. Por ejemplo, el control de la judicatura está controlado por los
militares. Eso es algo insólito. Y el ministerio de Finanzas, Petróleos de
Venezuela, el ministerio de Interior y Justicia, la mayoría de las
gobernaciones del país. Hay que imaginarse ese cuadro donde la mayoría de las
regiones, cargos públicos, ministerios, por supuesto todo lo que tenga que ver
con la seguridad del estado, todos son militares. Entonces, este no es un
problema contra Maduro, es un problema militar. Y los militares han disfrutado
de un estatus económico, son los que han hecho los grandes negocios, son los
que manejan PDVSA, el Ministerio de Hacienda, la importación de alimentos, el
contrabando, el narcotráfico… Estamos hablando de un estado forajido.
Algunos
hablan de un narco-estado, ¿es correcto?
Es un
narco-estado. ¿En qué sentido es un estado forajido? Fíjese en los apoyos que
recibió Maduro: Hezbolá, las FARC… Todo movimiento irregular, terrorista,
delincuente, apoya a Maduro por razones evidentemente justificadas y obvias.
Ante
los últimos acontecimientos, la Unión Europea y, en particular, España
mostraron, al menos al principio, una postura “tibia”. Ahora el Parlamento
Europeo ha reconocido a Juan Guaidó como presidente interino legítimo. ¿Cómo
valora la postura de la Unión Europea y de España en particular?
En
realidad, la UE en su mayoría ha sido clara. En España ha habido un problema
grave y te voy a explicar por qué. Primero, en España no entienden –y hay que
entenderlo– que el caso de Venezuela no es un caso en el que se enfrentan dos
actores políticos que tienen algún grado de legitimidad. Aquí se trata de un
régimen de facto que es una dictadura contra un pueblo. Hasta no entender este
tema, no se avanza. En segundo lugar, hay que entender que ese estado forajido
controla todas las instituciones menos el cuerpo representativo del pueblo. En
España, el cuerpo representativo del pueblo son las cortes, y hay cuerpos
representativos del pueblo en las diversas autonomías, pero fundamentalmente el
pueblo español como un todo, la unidad del pueblo español es un principio
básico del derecho constitucional español, está representado en las cortes, no
en el gobierno, aunque el gobierno emana de las cortes. En Venezuela, el
gobierno no, emana de la familia nacional, es un sistema presidencialista.
Tanto el presidente en Venezuela como el Tribunal Supremo de Justicia en
Venezuela no son electos. Esto es para diferenciarlo del caso español. La
Asamblea Nacional no elige al presidente, no es un sistema parlamentario, y los
magistrados del TSJ tampoco son electos. ¿Quiénes son elegidos por el pueblo y
representan al pueblo? La Asamblea Nacional. Entonces, Maduro no fue electo, ni
siquiera se puede hablar de una elección, es un simulacro, no tuvo resistencia
política. Armaron una especie de imagen de elección y frente a eso nosotros nos
encontramos con un individuo que al fin y al cabo, a los efectos del análisis,
nunca se puede ver que la salida pueda ser institucional donde no hay
instituciones, donde la única institución es la Asamblea Nacional. No se puede
hablar de una salida electoral si la concepción de elecciones es el parapeto
que montaron anteriormente. Una elección es una elección, que tiene que ser
libre, competitiva, con garantías, con observación internacional válida y
legítima, y con un cuerpo que la organice que tenga un mínimo de credibilidad.
Si eso no existe hoy en Venezuela, ¿cómo vamos a hablar de que la condición
para reconocer a Guaidó eran las elecciones? Incluso hablar de elecciones puede
ser un acto de complicidad.
Zapatero
no ha ayudado precisamente a mejorar la situación…
Zapatero
ha sido el gran cómplice de la dictadura venezolana durante todo este tiempo,
porque cuando él habla de diálogo no es el diálogo que entienden los españoles,
y cuando él habla de elecciones no son las elecciones que entienden los
españoles. El diálogo es fundamental en democracia, pero en Venezuela no puede
haber diálogo porque no hay respeto a la entidad del otro, y no puede haber
elecciones porque no existe ningún tipo de imparcialidad.
Miremos
al futuro, ¿qué haría falta para ayudar a Venezuela a nivel internacional?
Primero,
una decisión política definida que tome en cuenta que en Venezuela la única
representación legítima es la de la Asamblea Nacional. Ese paso ya se dio. La
UE lo dio, también la OEA. La ONU es más compleja porque hay una situación de
regulación muy complicada, que implica la capacidad de veto de los grandes,
aunque no descarto que dejen solo a Maduro, dada la gravedad de lo que está
haciendo. Pero al margen de eso, ya se dio una unánime definición de la
comunidad internacional en los organismos regionales más importantes. El
segundo paso es entender que en Venezuela hay una crisis humanitaria y para eso
hay tratados y convenios internacionales. Yo siempre he dicho que hay que
activar el tema de la ayuda humanitaria, desde hace un año, y que no hay que
esperar a que salga el régimen porque en la frontera con Colombia y Brasil se
vive un drama. Hay que ayudar a Colombia, a Brasil y a diversos países
latinoamericanos como Ecuador, Perú, incluso hay que ayudar a España, aunque
España no siente tanto el impacto porque las personas que huyen a España en
general tienen otra cualidad social o familiar, pues hay una simbiosis
España-Venezuela de décadas. A un español que tenga algún familiar en Venezuela
no se le puede engañar sobre la situación venezolana.
Tercer
elemento clave. Yo no soy partícipe del apoyo militar, pero la comunidad
internacional ha admitido la intervención de los estados ante una situación de
grave desconocimiento de los derechos fundamentales y humanos, como el caso de
Ruanda, donde no intervino la comunidad internacional y vimos como terminó; o
cuando hay un estado forajido que atenta contra la seguridad de otros estados.
En esos casos, ¿qué ha pasado? Que hay estados que intervienen y después la
comunidad internacional reconoce que la intervención fue lícita. El peligro
venezolano no es una intervención coordinada por la ONU, pero creo que ese
peligro se puede manifestar en una intervención de estados aislados que luego
es legitimada.
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