Luis Ugalde S.J. 29 de septiembre de 2020
Cuatro realidades de muerte: Los crímenes de lesa humanidad que testifica la
Misión de DDHH de la ONU (más las gravísimas denuncias de la Alta Comisionada
Michelle Bachelet), la falta de condiciones democráticas ratificada incluso por
el Grupo de Contacto UE-América Latina, el avance inocultable del Covid-19 con
indefensión sanitaria, los terribles datos socioeconómicos de un país en ruina
resaltados por el estudio de la ENCOVI presentado por la UCAB. La dramática
realidad venezolana está a la vista como el cementerio del “socialismo del
siglo XXI”, mal pensado y peor ejecutado. Salto atrás de medio siglo en
pobreza, salario, servicios públicos vitales, actividad productiva…dignidad)
Todo agravado por la persecución dictatorial y tortura a los opositores como
política de Estado decidida por la cúpula del régimen.
¿Luto en diciembre y primavera en enero?
No basta abstenerse, ni basta votar el 6D; con solo
eso en enero Venezuela será un infierno. En
diciembre de 1957 Pérez Jiménez celebró el arrollador triunfo en el plebiscito
fraudulento. Un mes después el dictador huía y Venezuela nacía a la libertad y
a la política democrática. En diciembre de 2020 la dictadura celebrará,
mientras el pueblo llorará la Navidad sin agua, ni luz, ni trabajo, ni
ingresos. A no ser que se vean obligados a aplazar la votación y a
crear las indispensables condiciones para unas elecciones parlamentarias y
presidenciales libres, creíbles y transparentes con observación internacional
en el primer semestre de 2021.
Cese de la ruina y renacer de la política. Más allá de la elección, al país le urge un acuerdo
nacional serio. Venezuela está de muerte y no le interesa la discusión
sobre si la enfermedad se alivia con atamel o con aspirina; sabemos que
sin una intervención quirúrgica a fondo para eliminar el tumor maligno, no es
posible salir de la ruina ni reconstruir el país. Hay que cambiar el absurdo
modelo destructivo impuesto por el régimen y unir con el esfuerzo de
reconstrucción a todos, incluso a los que un día soñaron con la “revolución”
que ha hundido al país. Ya no es posible seguir engañando al mundo y lo sensato
es reconocer la realidad y preguntarse qué hacer para parar esta ruina y lograr
una pronta unidad y los apoyos internacionales necesarios para la
reconstrucción.
Pero la dictadura dice que todo eso es falso, que
todos mienten y que llueve o truene la votación va el 6D con todo
preparado para acabar con la AN autónoma, sacar a Guaidó, tomar el último
bastión democrático que queda y perpetuar la dictadura y el desastre nacional.
Por ese camino no hay salida y los demócratas no podemos encerrarnos en
el 6D ya cocinado.
En el pueblo la política del régimen ha muerto como
la causante de este desastre; y la política opositora conecta poco con sus
angustias vitales.
La política renacerá en
el corazón de los venezolanos cuando sientan de verdad que los líderes
(sociales y políticos) se redefinen y unen en la tarea por el
cese de la catástrofe y la reconstrucción nacional.
Me sorprende ver a apreciados comentaristas y
reconocidos analistas hablando como si el derrotado por la dictadura fuera
Guaidó y no todos nosotros. Es demasiado fácil caerle al presidente (e) Guaidó
en lugar de comentar y enfrentar a fondo las cuatro trágicas realidades arriba
señaladas. Hemos fracasado nosotros -las universidades, los empresarios, los
sindicatos, las iglesias y la sociedad civil-, pues no hemos sabido defender la
democracia y se ha impuesto la dictadura con miles de muertos, cientos de
presos, y millones de exiliados y empobrecidos, sin economía productiva y sin
libertad. Más bien llama la atención que Guaidó – con sus colaboradores presos
y perseguidos- no esté en la cárcel, en el exilio o en el cementerio, sino que
ha resistido el cerco y conseguido el reconocimiento mundial como presidente de
la única institución legítimamente electa y que, con su equipo, ha
llevado al régimen dictatorial al repudio internacional. La
verdad es que la oposición verdadera está perseguida y torturada, pero viva, y
las parlamentarias del 6D las organiza y controla la dictadura.
El régimen resiste en el poder y persigue, pero ha
fracasado pues con el no hay vida digna. Esa es su derrota. Maduro ni
quiere ni puede conducir al país al cambio productivo socioeconómico con las
libertades indispensables para la reconstrucción.
No esperemos que lluevan milagros en enero. Asumamos
desde ahora los tremendos retos.
Unidad democrática y reconstrucción
No basta sobrevivir tenemos que trabajar nacional e
internacionalmente para que la vida y la esperanza vuelvan a Venezuela en 2021.
Entiendo que en la desesperación muchos (académicos, empresarios, sindicatos,
eclesiásticos, vecinos…) nos sintamos tentados a rebajar nuestros derechos a
cambio de sobrevivencia, renunciando a una vigorosa reconstrucción del país
para que haya vida digna.
A Juan Guaidó, liberado de toda disciplina
partidista, le corresponde, como presidente legítimo de la AN (y a
falta de Presidente de la República legítimamente elegido) actuar,
con toda la fuerza y reconocimiento nacional e internacional que tiene y
en ACUERDO UNITARIO DE SALVACIÓN NACIONAL para salir de esta ruina y
reconstruir el país. Abrir una transición inclusiva con garantías
internacionales y con claras líneas maestras para la reconstrucción con
reconciliación nacional y elecciones parlamentarias y
presidenciales.
Creo que eso y no menos es lo que exigen los
venezolanos de quienes aspiran renacer como líderes. Si los líderes – políticos
y no políticos- desde ahora no se concentran ni unen fuerzas para superar el
desastre, en enero-febrero no tendremos país.
Lógicamente nada de esto es posible sin una decidida
conversión y acción de la Fuerza Armada para rescatar la República
constitucional y democrática.
Luis Ugalde S.J.
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