SOFÍA VÁZQUEZ 04 de octubre de 2020
@sofiavazquez33
Si
queremos existir «tenemos que apostar por ser más Europa», sostiene
Josep Borrell (Alto
representante de la Unión Europea para
Asuntos Exteriores) Llegó la noche del viernes desde Bruselas, haciendo
escala en Madrid antes de recalar en Galicia. Desembarcó en A Toxa y lo primero
que hizo al subir al estrado del foro fue llamar la atención sobre la
escasa participación femenina en el panel de participantes: «Todo el mundo
ha observado que había mucho desequilibrio. Es difícil, a veces, encontrar una
composición paritaria. Primero por inercia, después, porque el número de
mujeres a participar es más reducido que el de hombres, pero hay que tomar
medidas activas para superarlo».
-¿Por qué reconoció a Guaidó y ahora hace lo posible
para legalizar las elecciones de Maduro?
-Vamos a llamar a las cosas por su nombre. No sé si es
una pregunta o una acusación... [se ríe]. Por encargo de la oposición, llevo
desde el mes de julio en contacto con el Gobierno de Maduro para ver si son
posibles unas condiciones que permitan la participación de la oposición, lo que
sería bueno. No hubo acuerdo. Maduro pidió que se enviara una misión de
observación electoral. Le dijimos que para hacer eso necesitábamos cinco meses
de trabajo previo y constatar que se daban condiciones aceptables, que no era
el caso. Negociamos, y en un momento dado creí que era oportuno enviar unos
expertos para seguir haciendo lo que hacíamos en directo. No entiendo la
crítica que ha generado el Partido Popular. No hay ninguna razón, salvo la de
armar ruido y atacar al Gobierno español.
-¿Cómo acabará Venezuela?
-De momento, la cosa no va bien. El Gobierno
venezolano no quiere retrasar las elecciones. Está en su derecho, pero en estas
condiciones nosotros no podemos enviar una misión de observación electoral. Eso
hará que las elecciones no se puedan organizar con un mínimo de parámetros
democráticos y el país dará un paso más hacia la desinstitucionalización. Va a
ser más difícil buscar una salida democrática a la crisis.
-¿Y no hay salida? Porque lo sufre la población.
-Eso es lo que me preocupa a mí. La situación
humanitaria en Venezuela. Es desesperada. Es la crisis humanitaria más grave
que está viviendo un país, y la comunidad internacional no le presta demasiada
atención porque solo ve el aspecto político de la cuestión. Creo que habría que
intentar llegar a un diálogo político. Lo intentamos nosotros y los noruegos,
pero sin resultados. Y desde luego, nosotros estamos en contra de las
soluciones militares.
-La mayor parte de los españoles no saben los países
que integran la UE.
-Supongo que lo mismo les pasa a los finlandeses.
-¿Y esto tiene algún sentido como proyecto europeo?
-Todo el sentido del mundo. Hoy más que nunca. No solo
por el éxito histórico de haber pacificado un continente envuelto
permanentemente en guerras, sino por constituir hoy una fuerza que es la única
que puede contribuir a civilizar la globalización. Cada país europeo, solo,
poco va a poder contar en la gran confrontación China-EE.UU. Si queremos
existir, si queremos defender nuestra forma de vida, nuestra manera de
organizar la convivencia, lo tenemos que hacer con más unidad todavía de la que
tenemos. Pero todos los europeos piensan, estoy convencido, que vivirían peor
si no existiese la Unión Europea.
-¿Cuál es el papel de Europa en el conflicto
EE.UU.-China?
-Más que conflicto hablemos de confrontación
creciente, que la pandemia ha agudizado. Nosotros estamos más cerca de Estados
Unidos porque tenemos un sistema político: democracia, mercados, derechos
humanos. Pero eso no significa que siempre tengamos que seguir ciegamente las
decisiones americanas. También tenemos nuestros propios intereses. Reclamo, por
lo tanto, una autonomía estratégica de la UE para defender derechos y valores
de manera autónoma. Han venido a llamarla la doctrina Sinatra por decir que
había que hacer las cosas on my way. Pues me parece bien, doctrina
Sinatra.
-Amenaza de Rusia
-Se siente más si usted vive en Lituania que en el
Algarve. Hay ciertamente una situación de desconfianza por parte de los países
que estuvieron bajo la Unión Soviética, que se explica por razones históricas y
culturales.
-Putin tampoco da mucha confianza.
-A
eso me refiero. Rusia ha promovido la separación de dos partes del territorio
ucraniano. Pero Rusia es nuestro vecino, con ambiciones geopolíticas. No
podemos ignorar su existencia. Hemos de mantener una posición firme y de apoyo
a los países del Este y a Ucrania, tenemos que
buscar vías de entendimiento en aquellos temas en los que la cooperación con
Rusia es posible y deseable. Es imposible solucionar los problemas de Siria o Libia sin contar con
Rusia. Ni los del Cáucaso o los del Ártico. La transición energética depende
del aprovisionamiento de gas, y eso es tanto como decir Rusia. Nos tenemos que
mantener firmes en la defensa de los miembros de la Unión Europea que se sienten
recelosos de la posible confrontación con Turquía. España tiene
tanques Leopard y aviones F-18 desplegados en los países bálticos. Me imagino
que si están ahí no es para tomar café. Será porque hay un sentimiento de que
hay que vigilar esa frontera. Pero hay que tener relaciones lo más
constructivas posibles con Rusia.
«Un día de guerra cuesta más que todos los
funcionarios de la Unión Europea»
Sobre la mesa, el comportamiento del Reino Unido con
una ley que incumple las reglas pactadas en el brexit.
-No deja de sorprenderme. Vamos a ver en qué acaba,
pero para mí más vale un no acuerdo que un mal acuerdo. Si el Reino Unido
pretende forzar la mano a Europa y dividirnos para intentar conseguir un
acuerdo hecho a su medida, creo que se pierde el tiempo. Faltan tres meses para
llegar a una solución final, pero tal y como se oyó en el Consejo Europeo,
si el Reino Unido no quiere llegar a un acuerdo o quiere un pacto que trata
algunos puntos concretos olvidando los demás, buscando solo su interés, más
vale que no haya acuerdo.
-¿En Europa no hay demasiados funcionarios?
-¿Demasiados con respecto a...?
-Con respecto a tener en la anterior crisis a Grecia y Portugal sufriendo.
-No creo que ese sea el problema de la UE.
Francamente.
-¿Cuál es el problema?
-La falta de unidad en cuestiones fundamentales. No
todos los países europeos tienen la misma visión del mundo. Los ciudadanos
europeos dicen, con razón, que están a favor de una defensa común porque las
herramientas son más eficientes y baratas. En política exterior pasa lo mismo.
Cada uno tiene su historia y ve el mundo con sus ojos. Polonia no puede
ver con iguales ojos a EE.UU. que España. Polonia existe desde los tiempos de
Wilson gracias a EE.UU. Pero muchos españoles recordamos de Norteamérica el
apoyo al dictador Franco. No lo podemos ver de igual manera. Eso no quiere
decir que estemos en contra de EE.UU. Quiere decir que los polacos están más
entusiasmados en ir a la guerra de Irak que los
españoles. Y le diré: un día de guerra cuesta más que todos los funcionarios de
la Unión Europea.
-Hablemos del equilibrio de poderes dentro de la UE.
Frugales contra núcleo duro.
-Ha habido un gran debate con el fondo de inversión
para poder hacer frente a la pandemia. Algunos eran muy reacios a que la Unión
Europea se endeudara para ayudar a los más afectados. Al final hubo un acuerdo
histórico porque se rompieron tabúes. Eso se ha hecho porque en Europa, después
de mucho discutir, se acaba aceptando que hay cosas que hay que hacer, aunque a
algunos no les gusten. Buscando compensaciones. La forma de hacer política en
Europa es un trabajo de orfebrería, de negociación permanente. Ojalá en España
hiciéramos lo mismo.
«Ya sé adónde vendré las próximas vacaciones. ¡Madre
mía, qué sitio!»
Josep Borrell Fontelles (Puebla de Segur, Lérida, 24
de abril de 1947) es un político español afiliado al PSOE. Lleva recorrido medio
mundo. Tantos kilómetros hace que ayer mismo no sabía dónde había aterrizado,
si en Vigo o en Santiago. «Creo que en Vigo», respondió. La entrevista tuvo
lugar en el Gran Hotel de La Toja. Él llegó acompañado de Amancio López,
presidente de Hotusa. «Ya sé dónde voy a pasar las próximas vacaciones. ¡Madre
mía, qué sitio!», exclamó mientras contemplaba la ría desde el gran ventanal
del hotel. Seijas no perdonó. «Te tomo la palabra», le vino a decir. Borrell,
ya sentado y ante la grabadora, insistió: «Que sitio, Dios; a veces nos vamos
al extranjero teniendo estos lugares maravillosos tan cerca».
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