Por Mario Villegas, 04/05/2014
No es mentira que en buena parte de la ahora llamada cuarta república, los aumentos del salario mínimo dictados por los gobiernos eran irrisorios. En la mayoría de los casos no pasaban del 10 por ciento, una sola vez al año y no siempre regían para todo el país, puesto que por largo tiempo se mantuvo una gran diferencia entre lo que se conocía como el salario mínimo urbano y el salario mínimo rural, lo cual condenaba a un enorme contingente de asalariados a una infame discriminación por el solo hecho de no vivir en las grandes ciudades. Por lo general, las cúpulas gubernamentales y empresariales se confabulaban para escamotearles a los trabajadores el derecho a un ingreso digno, salvo notables excepciones.
Lo cierto es que, después de quince años del chavismo en el poder, la fulana cuarta república quedó bien lejos atrás, con sus defectos y con sus virtudes, que también las tuvo.
Ahora vivimos en el mismo país, aunque rebendecido con el descubrimiento y la explotación de cada vez mayores riquezas naturales, bajo un sistema de gobierno pretendidamente socialista, y al mando de un Jefe de Estado de extracción popular, cuya condición de ex trabajador y ex sindicalista en el Metro de Caracas lo ha llevado a proclamarse Presidente Obrero y a afirmar que la clase trabajadora es la que detenta el poder.
De un mandatario obrero y de una presunta clase obrera gobernante es perfectamente legítimo esperar siempre medidas que favorezcan la elevación progresiva de las condiciones materiales en las que viven los sectores populares. Pero pese a que el recién decretado aumento salarial de 30 por ciento tiene la apariencia de ser significativo, sobre todo si se le suma el 13 por ciento dictado a comienzos de año, la medida no sólo no restituye el poder adquisitivo de los salarios en el año 2013, cuyo acumulado inflacionario cerró en 56,2 por ciento, sino que mucho menos lo fortalece con vistas a la devoradora inflación que va corriendo este año y que amenaza con exceder con creces la del año precedente. Si a eso le sumamos la descomunal devaluación que ha sufrido nuestro signo monetario al pasar de 6,30 a 50 bolívares por dólar en el mercado oficial del Sicad II, habría que concluir que la economía de nuestras familias obreras es una verdadera economía de guerra.
Basta ir a cualquier abasto, supermercado o mercado popular, incluidos algunos de la red gubernamental, para darse cuenta de que no hay cómo estirar el salario mínimo y el ticket de alimentación para que una familia, por muy austera y ahorrativa que sea, pueda alimentarse medianamente durante un mes y, de paso, cubrir sus costos de vivienda, servicios básicos hogareños, medicinas, transporte, vestidos y calzados, sin incluir recreación ni mucho menos algún gasto superfluo.
Voceros calificados de Fedecamaras y otros organismos empresariales han considerado “prudente” y “responsable” el monto del aumento adoptado por el gobierno, lo que perfectamente puede interpretarse como que las empresas están en capacidad de soportar y absorber este nuevo costo que, con toda seguridad, trasladarán de vuelta a los precios y tarifas de sus productos y servicios.
Si el gobierno redujese el excesivo gasto militar, el grotesco despilfarro de recursos financieros en propaganda y proselitismo político partidista, frenase el desaguadero de la corrupción y modificara el orden de sus prioridades, con seguridad nuestros trabajadores podrían disfrutar de mejores salarios y una cada vez más elevada calidad de vida.
ENTREVISTA
Enrique Alvarado, ex Director de Relaciones Presidenciales de Caldera II
“Muchos partidos quieren diálogo a cambio de cargos y migajas”
-Primero mirista, luego copeyano y después convergente. ¿Cómo se ubica ahora políticamente?
-¿Se considera un ultra radical de derecha?
-Me identifico con la necesidad de incluir a los sectores más deprimidos de la sociedad. Mal pudiera ser considerado un radical de derecha. Soy un radical del centro.
-¿Qué lo ha llevado a guarimbear después de viejo?
-Creo en la guarimba como método de lucha pacífica. Los estudiantes de ahora no son distintos a los de antes. Las razones que existían antes para guarimbear y montar barricadas están hoy más justificadas que nunca. En los años 70, siendo Presidente Carlos Andrés Pérez, yo estudiaba en la Universidad de Los Andes y guarimbeaba con muchos que ahora son jerarcas del gobierno chavista, entre otros Toby Valderrama, guarimbero mayor de esa época, los hoy diputados Diógenes Andrade y Guido Ochoa, y mi amigo Adán Chávez. Ahora estoy participando con los estudiantes en sus guarimbas y somos considerados bandidos, fascistas, terroristas y delincuentes, cuando estamos haciendo lo mismo que ellos me enseñaron. Definitivamente, la gente cambia cuando está en el gobierno.
-¿Cuál es la solución política a la que usted está apostando?
-El país no aguanta hasta el 2018 con este gobierno que es un desastre. Todo lo que hago es para llamar al gobierno a que cambie el rumbo, porque de no hacerlo nadie sabe cómo va a terminar.
-¿Por qué no cree en el diálogo con el gobierno?
-Porque no hay sinceridad ni del gobierno ni de la oposición. Este gobierno de desafueros siempre termina haciendo lo que le da la gana. Y la oposición tiene una gran contradicción: pide diálogo con el gobierno pero sus dirigentes no aceptan dialogar a lo interno de sus partidos. Quien pide diálogo y democracia interna es expulsado o marginado. Además, muchos de esos partidos impulsan el diálogo con el gobierno a cambio de migajas, prebendas y cargos. Por cierto que para los cargos en el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia es necesario postular a personas honestas, probas y honorables, que puedan soportar las embestidas crematísticas de un gobierno sin escrúpulos.
-¿Hay o no salida electoral frente al chavismo?
-Mientras siga la misma correlación de fuerzas del CNE la oposición no tiene ningún chance.
-¿La guarimba está o no derrotada?
-No. la guarimba es una actitud mental de los ciudadanos frente al desastre de este gobierno. Mientras exista hambre, desabastecimiento e inseguridad la guarimba continuará.
-¿Por qué no se ha extendido a los sectores populares?
-Los sectores populares son un hervidero, porque si alguien es víctima de la crisis que vive el país son precisamente ellos. Y aunque en los barrios no existan las barricadas físicamente, en la mente de cada uno de sus pobladores existe una guarimba.
-¿La búsqueda de atajos no atornillará al gobierno de Maduro como lo hizo con el de Chávez?
-Depende de la actitud que asuma la dirigencia de la MUD y los partidos opositores, porque si le hacen el juego y le dan tiempo al gobierno este podría subsistir por un tiempo más.
-Tras ser hombre de confianza de Rafael Caldera por muchos años y trabajar varios meses cerca de Hugo Chávez ¿Qué virtudes y defectos le ve a Nicolás Maduro como Presidente?
-Al regresar de una visita que le organicé a Chávez por catorce países como Presidente Electo, el entonces Presidente Caldera me preguntó cómo se había portado el hombre. Yo le respondí: “Chávez es un fenómeno, audaz e irreverente y dará mucho de qué hablar en Venezuela y el mundo”. Maduro no tiene ni las condiciones de liderazgo ni la fuerza mental de Chávez. Tiene mucho que aprender, para lo cual cuenta con su única virtud: la juventud.
-¿Por qué se siente mejor representado por María Corina Machado y Leopoldo López que por Ramón Guillermo Aveledo y Henrique Capriles Radonsky?
-En los actuales momentos, Leopoldo y María Corina encarnan el sentir del pueblo. Capriles hizo un esfuerzo titánico en la campaña presidencial pero su comando era una máquina de restar votos. Si él no modifica su entorno y su discurso, difícilmente será candidato en 2018. En cuanto a Ramón Guillermo, reconozco sus aportes a la unidad de la oposición pero debe renunciar a su cargo en la MUD para darle paso a nuevos líderes. Si no lo hace terminará haciendo el papel de un come nabo.
-¿La MUD debe ser fortalecida, reestructurada o desaparecida?
-La MUD está desubicada en el momento histórico que vivimos. No ha podido descifrar la naturaleza del régimen que tenemos. Es necesaria una nueva estructura organizativa donde tengan cabida los partidos, la sociedad civil, los gremios y los estudiantes.
-¿Estaría de acuerdo con una intervención militar norteamericana?
-Eso solo le convendría al gobierno de Maduro, porque con seguridad todos los venezolanos nos opondríamos a ello. No queremos ni intervención norteamericana ni cubana.
Mario Villegas
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