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sábado, 10 de mayo de 2014

Índice de Progreso Social II

Miguel Méndez Rodulfo Caracas, 9 de mayo de 2014

Se define como progreso social, la capacidad de una sociedad para satisfacer las necesidades humanas básicas de sus ciudadanos, algo que contribuye decisivamente a establecer los cimientos que permiten a las personas y las comunidades, mejorar y mantener la calidad de sus vidas, así como crear las condiciones para que todos los miembros de la sociedad logren alcanzar su pleno potencial. De la misma manera que desde 1999 el Índice de Competitividad Global, que evalúa el desarrollo de los países basado en los temas económicos, y que tuvo un gran impacto por sus exactitud y confiabilidad, el Índice de Progreso Social va a impactar la forma de medir el avance social de los países, con el agregado que resaltará que lo que realmente importa es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. La herramienta se basa en una selección de variables clave que evaluadas, le permiten a un país determinar cuáles son sus debilidades y fortalezas en el ámbito social, de manera de visualizar claramente en que aspectos trabajar para subsanar las desventajas y así poder brindar a la ciudadanía una mejor calidad de vida.

Las mediciones para establecer el IPS, no evalúan el tipo de política ni el nivel de gasto, sino el impacto real en la sociedad. Muchos países como Venezuela por ejemplo, destinan  importantes sumas de dinero a un sector en particular, como sería el caso de la salud; sin embargo, cuando se mide la efectividad del gasto, los indicadores revelan unos resultados muy pobres. Es decir, no se trata de gastar más, sino de desembolsar los recursos financieros mejor y más eficientemente. Otro aspecto muy importante de destacar es que este índice, en muchas de las variables que mide, incluye mecanismos de validación; esto es, que se incluyen simultáneamente indicadores de nivel e indicadores de equidad. Por ejemplo en el caso de la educación secundaria, se mide la matrícula, pero también la igualdad de género. Es decir, se buscan mecanismos que permitan medir mejor como se afina la calidad del gasto social. Así, el índice se transformará en un instrumento práctico que ayudará a los líderes y funcionarios gubernamentales, a las empresas y a las organizaciones de la sociedad civil, a  implementar políticas y programas que facilitarían el progreso social.

 Con esta metodología, al excluir los indicadores económicos, podemos por primera vez, analizar la relación entre el desarrollo social y desarrollo económico de una manera rigurosa y sistemática, a la vez que más clara. Por otra parte, las recientes investigaciones confirman que el desarrollo económico y el progreso social son mutuamente dependientes. Sin riqueza no habría recursos para acometer los programas que ayuden a los débiles y sin paz social no habría gobernabilidad, ni crecimiento económico. Así una mala política social, que eleve el déficit por este concepto a niveles peligrosos, puede afectar seriamente la competitividad de un país. Pero una buena política social puede provocar el efecto contrario y elevar la competitividad. Hoy se está entendiendo que haber separado los negocios y la competencia entre ellos, del progreso social y los problemas sociales, en realidad fue un gran error. Algunas de las mayores oportunidades están en abordar  los problemas y retos sociales utilizando el modelo de negocios.

Hay que decir, que es cierto que la correlación del progreso social con la riqueza es bastante alta, porque el bienestar tiene un carácter multidimensional; sin embargo, eso no significa exactamente que a mayor PIB per cápita, habrá mayor desarrollo, Nueva Zelanda que ocupa el lugar 25 en el ranking de riqueza, ocupa el primer lugar en la lista de países con mayor progreso social. Arabia Saudita, país petrolero muy rico, no está en los puestos altos del IPS, sino en el lugar 65.

Miguel Méndez Rodulfo

Caracas, 9 de mayo de 2014

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