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jueves, 26 de marzo de 2015

Chavismo e intelectuales, @mlopezmaya


Por Margarita López Maya, 23/03/2015

Cambiar el rumbo para Venezuela implica reconstruir las relaciones entre diversos sectores de la sociedad, entre ellos, el de los intelectuales, con el Petroestado. La superación de la crisis y la construcción de cimientos sólidos para la democratización política necesita mucho de ellos.

¿Qué rol han jugado los intelectuales con Chávez, y ahora con Maduro? Las izquierdas siempre han presumido de tener en sus filas a intelectuales y artistas. Decía un colega historiador -políticamente conservador- que las derechas políticas no necesitan ser cultas. Les bastan sus valores y tradiciones. Las de izquierda, por lo contrario, buscan mejorar el devenir de la humanidad rompiendo viejos e injustos esquemas. Eso implica a juro, entre otros atributos, estudiar, pensar y discutir con independencia y libertad.

La llegada del chavismo al poder despertó entusiasmos entre organizaciones de izquierda, movimientos populares, y también entre intelectuales, profesionales y artistas. Los nuevos gobernantes, a su vez, estaban ávidos y abiertos a ideas y opiniones, y carecían entonces de apoyos internacionales. De allí emergió una dinámica rica, aunque también con tensiones, de múltiples vasos comunicantes entre intelectuales y profesionales venezolanos y del exterior, con diversos sectores del Petroestado con miras a novedosas políticas públicas. Las experiencias de los equipos formuladores de la política contra el Alca, por ejemplo, o para la propuesta de Reforma Policial, reflejaron en sus procedimientos y resultados lo fértil de esa relación.

Cuando el Gobierno torció rumbo hacia este socialismo estatista, se produjo un quiebre en esa relación. Los vasos comunicantes fueron obstruyéndose hasta reducirse por parte del poder a una relación instrumental. Exige apoyo incondicional, tal cual como el modelo cubano. De allí que los escasos intelectuales venezolanos chavistas que quedan solo cumplen hoy papel propagandístico, pues ni se los valora o necesita. La cartilla ha sido prefijada. En el plano internacional sí quedan algunos nombres, aunque la verdad también son cada vez menos: los Ramonet, Borón y afines, sempiternos invitados a la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad.


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