Por Yedzenia Gainza, 29/03/2015
Desde el pasado 20 de marzo y hasta el próximo 9 de abril, Nicolás
Maduro pretende recoger 10 millones de firmas contra el decreto de Barack Obama
en el que declara a Venezuela como “una amenaza inusual y extraordinaria a la
seguridad nacional y política exterior de EE.UU”. Un decreto que incluye
sanciones como la prohibición de entrada al país, y lo más doloroso para los
que se llenan la boca hablando de lo malo que es ser rico, la congelación de
los activos financieros de siete altos funcionarios del régimen venezolano
involucrados en las violaciones a los derechos humanos. Las joyitas en cuestión
son:
- Gustavo Enrique González López, Director General del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) y presidente del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (CESPPA).
- Antonio José Benavides Torres, Exdirector de Operaciones de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).
- Justo José Noguera Pietri, Presidente de la Corporación Venezolana de Guayana y excomandante general de la GNB.
- Katherine Nayarith Haringhton Padrón, Fiscal 50º del Ministerio Público.
- Manuel Eduardo Pérez Urdaneta, Director de la Policía Nacional Bolivariana.
- Manuel Gregorio Bernal Martínez, Exdirector General del SEBIN.
- Miguel Alcides Vivas Landino, Inspector General de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
Con una movilización sin precedentes, el régimen ha visitado barrios y
trasladado reclusos para que firmen el documento de rechazo a unas medidas que
no castigan al conjunto de nuestra sociedad, pero sí a señores que aún no han
justificado cómo y a cuenta de qué consiguieron sacar de un país con control de
cambio cantidades de dinero que se supone están fuera del alcance de
funcionarios públicos.
Como esto no es suficiente para alcanzar 10 millones de nombres y
apellidos, el aparato del régimen ha despedido a los empleados públicos que se
han negado a firmar, y para colmo, ha obligado a los niños que aún no saben
hacerlo, a poner su huella, escribir cartas o dibujar mensajes contra Obama -de
quien no es creíble lo de justiciero hasta que deje de comprar petróleo
venezolano-.
Quién sabe si en la estrategia de la campaña para conseguir el apoyo de
los ciudadanos, Nicolás Maduro tendrá los pantalones de presentarse en
alguna de las multitudinarias colas para comprar comida. Seguro que allí bajo
el sol y durante tantas horas encontraría muchos voluntarios dispuestos a
utilizar el bolígrafo. La duda es cómo…
La morgue de Bello Monte también es un sitio estupendo para recolectar
firmas. Es probable que entre la desesperación por dar con una urna y/o el
dinero para un funeral, los familiares de los desafortunados que pasarán por
allí estos días tengan tiempo para preocuparse por las cuentas corrientes de
los 7 magníficos de moda del chavismo.
En las universidades donde han perseguido, detenido y asesinado
estudiantes también deberían recoger firmas. Igualmente en las colapsadas
estaciones del Metro de Caracas, lugares en los que entre fallo y fallo los
usuarios podrían entretenerse defendiendo el visado de los antiimperialistas
que no quieren renunciar a las compras y las vacaciones en esa nación que tanto
asco les produce.
Los consulados alrededor del mundo donde se ignoran las peticiones de
más de 25 mil estudiantes que hasta están pasando hambre porque el régimen no
les permite cambiar moneda para pagar sus estudios, son garantía de éxito para
lograr el objetivo de Maduro. Las familias y amigos que permanecen en la
puerta del SEBIN, la cárcel política en la que están encerrados y son
sistemáticamente torturados decenas de venezolanos que un día decidieron decir
lo que pensaban, podrían ayudar a engrosar la cantidad de rúbricas recogidas.
Puede que las farmacias en las que casi es necesario llevar al niño
desnudo para poder comprar pañales, no sea muy complicado conseguir un
autógrafo a cambio de la promesa de un paquete para cuando haya. Por último, en
las salas de espera de los hospitales en los que las heridas de bala, el
cáncer, la hepatitis, la diabetes, y por supuesto la mengua están diezmando a
la población, es posible recopilar aunque sea la huella dactilar de algún
moribundo resentido con el malvado Obama que por haberse fundido las ganancias
del barril de petróleo por encima de los 100$, no le permite tener el
tratamiento adecuado. Porque el dinero lo desapareció Obama, ¿no?
Ante tantas opciones, no es descabellado imaginar que al régimen que pretende
hacernos creer que nos afectarán las sanciones hacia 7 funcionarios que viven
angustiados por cuentas bancarias cuyos jugosos saldos explican el mastodóntico
esfuerzo de Nicolás Maduro en convocar al país entero para ponerlo en pie de guerra
contra el mundo, no le será muy complicado obtener espontánea u
obligatoriamente las firmas a las que aspira.
Y mientras los poderes del Estado se dedican a este teatro en lugar de
resolver el caos en el que han hundido a este país, queda una pregunta en el
aire, ¿dónde se firma para salir de esta pesadilla?
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