Omar Barboza
Gutiérrez marzo de 2015
Mientras
la crisis avanza en contra de la calidad de vida y la paz de los venezolanos,
quienes ejercen el poder en Venezuela en vez de enfrentar con responsabilidad
la necesidad de rectificar y buscar soluciones, se dedican a maniobras
distraccionistas de la opinión nacional e internacional para evitar que la
discusión sea sobre los verdaderos problemas del país, y para tratar de
lograrlo han inventado supuestas guerras o golpes de Estado, o se aprovechan de
errores de terceros para utilizarlos como justificación de su estrategia
irresponsable que propicia el mantenimiento de la escasez, el alto costo de la
vida, la inseguridad personal, al lado del crecimiento sin límites de la
corrupción con impunidad, la cual es una de las causas principales de la crisis
que el gobierno no se decide a enfrentar para no destapar la realidad de que en
el alto gobierno civil y militar, al igual que en la dirigencia oficialista, se
encuentran muchos cómplices por acción u omisión de la corrupción galopante.
Cuando
fue evidente el fracaso de la política económica del gobierno, en vez de
rectificar y reconocer las causas de ese fracaso, deciden echarle la culpa a
otros de su incapacidad y falta de voluntad política para corregir sus
entuertos. Entonces, se les ocurre engañar al pueblo diciéndole que la culpa de
sus negativos resultados es una “guerra económica” dirigida por la oposición y
por el imperialismo, cuando en verdad todo el país sabe que han gobernado en un
tiempo en el cual al gobierno le ingresó una gran fortuna por los altos precios
del petróleo, nunca vista en la historia nacional; y ahora, cuando los precios
bajan, resulta que no sólo no ahorraron en la época de bonanza, sino que más
bien endeudaron al país para tratar de satisfacer la voracidad para
despilfarrar y permitir la corrupción con el dinero de todos los venezolanos.
Todos saben que los únicos responsables de ese nefasto manejo de la economía
son quienes desde Miraflores y el PSUV controlan todos los poderes públicos,
que no le consultan a nadie que no sea incondicional a ellos sus decisiones
económicas, que sólo han servido para enriquecer a muchos de sus dirigentes a
través de sus testaferros o intermediarios, y para hacer cada día más pobres a
los venezolanos que cobran sus sueldos recibiendo bolívares que no valen nada.
Cuando
comprobaron que nadie les creía el cuento de la guerra económica, volvieron con
el invento del golpe de Estado, en esta oportunidad con un doble propósito,
buscar por otra vía para seguir distrayendo a la opinión pública y no discutir
los verdaderos problemas, y además utilizar la simulación de un posible golpe
como una excusa para atemorizar a sus opositores, metiendo presos sin pruebas a
dirigentes como Antonio Ledezma. Todas estas campañas las realizan en paralelo
a una presión cada vez más fuerte sobre los medios de comunicación para
distorsionar la verdad. Este cuento repetido del golpe tampoco lo creyó el
pueblo por ser un burdo montaje.
Pero
resulta que cuando estaban pensando en otra forma de distraer la atención y
disminuir el rechazo de un país lleno de colas y azotado por la escasez,
aparece el Presidente Obama con una afirmación desproporcionada sobre el
supuesto de que Venezuela representa una amenaza para la seguridad nacional de
los Estados Unidos, agregando el retiro de la visa norteamericana a siete
funcionarios venezolanos, civiles y militares, por violación de los derechos
humanos.
Lo
del retiro de la visa es un derecho que tiene los Estados Unidos o cualquier
otro país de otorgar o no ese beneficio a un ciudadano de otro país, sin estar
ni siquiera obligado a explicar las razones. Pero la calificación de amenaza
sin pruebas, que justifiquen esa afirmación, en nuestro criterio, no tiene
fundamento. Lo que sí es cierto es que la gestión del actual gobierno de
Venezuela es una amenaza pero para el pueblo venezolano.
Ahora
bien, para la estrategia del gobierno de distraer permanentemente la opinión
pública nacional e internacional de los verdaderos problemas que afectan a los
venezolanos, el Presidente Obama ha resultado ser de una gran ayuda para que el
gobierno siga sin rectificar sus errores, y monte un gigantesco pote de humo
explotando el histórico rechazo a la injerencia norteamericana en
Latinoamérica, que viene de la época de la guerra fría donde las dictaduras en
nuestros países tuvieron el soporte del gobierno norteamericano. Aún cuando los
tiempos han cambiado, ese rechazo se mantiene en muchos sectores y el gobierno
decidió aprovechar ese hecho como una excusa muy buena para distraer a la gente
con un discurso de defensa a la patria y la soberanía, pero que no aplican en
el caso del Esequibo. Circo
sin pan mientras las colas siguen.
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