Luis Manuel Aguana, 28/03/2015
Así decíamos cuando en nuestra juventud por alguna razón algún vecino
amigo montaba una fiesta y los invitados no eran los usuales de la comunidad y
alguien de los que nunca falta nos invitaba a ella, porque él “si era invitado”
y claramente nosotros no. Obviamente la respuesta invariable era, no gracias
pero “esa fiesta no es nuestra”. Algo semejante nos está pasando con ese juego
de las Parlamentarias y las primarias de la oposición oficial.
Por alguna razón muchas personas aun piensan, a mi juicio
equivocadamente- incluso aquellos que han simpatizado con nuestra propuesta
constituyente- que seguirle el juego electorero al régimen contribuye a
“mantener” los espacios opositores y que hay que invertir energías en ese
esfuerzo. No los contradigo. El hecho que haya o no haya parlamentarias no
cambiará en absoluto, ni el resultado que algunos piensan será favorable al
campo opositor (lo cual dudo porque las condiciones electorales no han variado
en nada), ni la manera en que el régimen seguirá ejecutando su Plan de la
Patria comunista.
Sin embargo es importante destacar que aunque las elecciones
parlamentarias pueden ser el mecanismo de permanencia del actual sistema de
partidos ante un régimen que ha desconocido abiertamente el escenario
parlamentario, no solo expulsando ilegalmente a destacados miembros opositores,
sino desconociendo la representación proporcional expresada en más curules para
menos votos, nuestra propuesta constituyente del Proyecto
País Venezuela va en el sentido de un cambio constitucional
precisamente de esas estructuras. Y que cualquier energía y esfuerzo que
dediquemos debe estar dirigido a eso.
Es del pensar de algunos que si ese esfuerzo se hace desde adentro será
mucho más efectivo. Yo difiero de ese planteamiento. Los cambios “socialistas”
que están en pleno desarrollo ya tienen su propia dinámica que se protege a sí
misma. Se ha construido una súper estructura de desmontaje del sistema
democrático y a la vez de protección del sistema socialista-comunista
autocrático imperante que se hace imposible que desde adentro se pueda actuar
para desactivarlo.
Chávez usó el sistema democrático, que en 1998 a duras penas
funcionaba, y sus bajas defensas, para destruirlo. Destruyó a las Fuerzas
Armadas desde adentro. Construyó un sistema comunal inconstitucional al margen
de los municipios, financiando acólitos que se han encargado de sabotear la
estructura institucional establecida en la Constitución, debilitando el
funcionamiento de la institución municipal. Cualquier esfuerzo que se haga
haciéndole el juego a este sistema perverso que ha distorsionado nuestro
sistema democrático, abona para que se perpetúe.
Sin embargo todavía muchos creen, algunos de buena fe, que los
esfuerzos para restituir nuestra maltrecha estructura institucional, deshecha
por una Constitución que le arrebató la representación histórica a nuestros
Estados en el Congreso, instituyendo una Asamblea a la cubana, podrá realizarse
por una vía electoral controlada por un sistema automatizado perfeccionado en
ese país comunista. Sin embargo hay que dejarlos que se maten por sus propios
ojos y experiencia. Muchos desean ser engañados por la actual dirigencia de la
oposición formal porque es muy difícil encarar que para enfrentar los que nos
sucede hay que hacer mucho más que salir a votar en unos comicios controlados
por el régimen. Pero de eso viven los partidos del “status quo” opositor.
Estos partidos nos llevaran unas las urnas “marcadas” por el régimen
tantas veces como les sea posible con tal de no perder sus trabajos en una
Asamblea que no ha decidido hasta la fecha absolutamente nada a favor de la
población pero sí para mantener al régimen en pleno control del país. Cuando la
excusa no sean las Parlamentarias será “el revocatorio de Maduro en el 2016”. Y
al perderse este, serán las elecciones del 2019. Y así “ad infinitum”…
Entonces ustedes dirán, como decía antes la vieja canción, “tú lo que
quieres que me coma el tigre”. Pues no. Lo que quiero es que los venezolanos
abran los ojos y empecemos todos a trabajar para construir una opción diferente
que les indique a los que trafican con la política que como sociedad civil
podemos organizarnos para resolver este problema. Algunos hemos indicado una
manera y su vía, otros están pensando también en formas diferentes que pueden
ser válidas en tanto se hagan con honestidad, desprovistas de oportunismo. Poco
a poco nos encontraremos en el camino y sorprendentemente, cuando menos lo
esperemos, habremos hallado una solución donde quepamos todos y que nos
sintamos participando de la misma fiesta.
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