Por Miguel Méndez Rodulfo, 21/03/2015
La futura gobernabilidad del país necesariamente requiere paz social,
algo que no podremos lograr sino con respeto, inclusión, credibilidad, seguridad
ciudadana, manejo político para producir consensos, una definida estrategia de
seguridad y defensa para reducir los focos de perturbación que puedan sabotear
la gestión del nuevo gobierno, una política económica capaz de generar empleo,
una lucha frontal contra la corrupción y una estrategia clara de superación de
la pobreza.
Si no hay un cuerpo de políticas alrededor de estos temas, y de otros
que los complementan, no será posible articular equipos humanos que tejan la
red de acciones entrelazadas que permitan sacar al país de la postración y
ruina en que se encuentra. Sin esto, la gente no percibirá que las cosas están
cambiando, lenta pero sostenidamente, lo cual dará lugar a la desesperanza y a
la pérdida de la fe. De manera que hay que colocar a la paz social en muy alta
consideración porque sin ella no será posible gobernar. Hay que tener en cuenta
que tendremos al frente a unos inescrupulosos, defenestrados de un largo
reinado de 16 años, que no se acostumbrarán fácilmente a estar en un rol
opositor, por lo que arbitrarán sus mejores “artes” para entorpecer al nuevo
equipo gubernamental.
Algo que nos debe consolar es que estos fariseos no contarán ya con el
fervor de las masas, sino por el contrario con su rechazo; el desencanto, la
constatación de que fueron engañados, el fracaso rotundo en resolver problemas
tan elementales como la provisión de alimentos y medicinas y la desolación con
la que habrán dejado al país, no les permitirá contar con apoyos populares
amplios e irrestrictos, con el arma de la polarización, ni tampoco con cuadros
para dedicarse al saboteo. Los colectivos, por otra parte, debidamente
identificados, sin el chorro de dinero gubernamental que financie sus
satrapías, no tendrán la efectividad ni el poder de intimidación que tienen
ahora, pero es que sobre ellos actuarán los órganos de seguridad del Estado y
los tribunales, para desarmarlos y reducirlos.
Con relación al tema del desarrollo urbano y la vivienda, hay que
resaltar que la industria de la construcción es la que más personas emplea en
el país, incluso incorporando mano de obra con poca calificación, pero dentro
de este sector, la construcción de vivienda es la que más empleo genera. En
este sentido y visto que una vez efectuado el cambio de gobierno, hay que
procurar que la inversión que se realice en el país maximice la generación de
empleo, el desarrollo urbano y la vivienda, junto con el turismo y la agroindustria,
son áreas clave en la nueva gobernabilidad. Un aspecto importante a considerar
en la generación de puestos de trabajo son las acciones a realizar por las
alcaldías en referencia a la mejora funcional de urbanismos de vieja data (El
Valle, Coche, Simón Rodríguez). Esta actividad permitiría constituir
cooperativas conformadas por ex empleados públicos, nacionales o regionales,
que puedan asumir las tareas de impermeabilización, mejoras eléctricas,
resolución de problemas de aguas blancas, grises o negras, remodelación de
accesos, caminerías, jardinerías, etc., mejoras en el cercado, escaleras,
pasamanos, etc.
Los trabajos que se generen a través de los programas de habilitación
física de barrios, mejoras de viviendas en zonas populares, sustitución de ranchos
por viviendas, dotación de infraestructura al suelo urbano, generación de
parcelas con servicios, unidades baño y viviendas de desarrollo progresivo, se
realizarán mediante la dirección de estudios de arquitectura, empresas
promotoras o compañías de construcción, pero con mano de obra conformada por
cooperativas de gente de la zona donde se desarrollen las obras, en lo posible.
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