Por Maximiliano Donat, 14/03/2015
Las páginas más brillantes y las más oscuras de la humanidad han sido
escritas inspiradas en el nacionalismo, brillantes en el pasado reciente como
la India de Gandhi y la Sud África de Mandela u oscuras como el presente de la
Corea del Norte de Kim
Jong-un, o el pasado lejano de la Alemania de Hitler.
En cada uno de esos casos se apeló o apela a la conciencia emocional
del ciudadano, en cuyo arraigado amor por la tierra que lo vio nacer decidió
hacer de su vida un ejemplo de patriotismo.
Este sentimiento y conducta hacia la Patria es una de las herramientas
más maleables por los encendidos y motivacionales verbos de los líderes de una
nación, cuyo objetivo final pudiera ser la Patria como lugar de bienestar común
o la subyugación de un pueblo a los ideales de un líder carismático.
Cuando este sentimiento ciudadano hacia su País o patriotismo es
llevado a un nivel de manipulación ideológica toma el peligroso estatus
sociopolítico de una estructura psico-socio-mental que es el Nacionalismo.
El nacionalismo puede y tiene muy variadas maneras de presentarse ante
una sociedad, siendo por ejemplo la religiosa, la étnica, la cultural, la fascista,
el imperialismo, el socialismo, separatismo, etc.
Todos ellos llevan a una manipulación del sentimiento patriótico que
todo ciudadano tiene hacia su lugar de origen o nación.
Nuestro País no escapa a esos vaivenes emocionales que exacerban el
sentimiento patriótico y lo llevan a niveles del nacionalismo o lo que he
preferido llamar “solidaridad automática” para con una ideología o partido
político o personaje asociado a estos.
Esta solidaridad automática está más arraigada en la psiquis de nuestra
sociedad de lo que pudiésemos imaginar, continuamos siendo víctimas del
nacionalismo monárquico donde el monarca de turno ( léase hoy día
presidencialismo) dirigía y dirige aun hoy las emociones patrióticas de la
mayoría de los ciudadanos del nuestro País.
La solidaridad automática desde el punto de vista ético y moral está
reñido con un País donde debe reinar el estado de derecho, las buenas
costumbres y valores ciudadanos.
Ningún venezolano o muy pocos pueden decir que no han sucumbido a la
solidaridad automática para con una persona, partido político, militancia,
institución pública, iglesia que habiendo violado valores o atributos
ciudadanos no hayan recibido a conciencia de esas violaciones la solidaridad
automática. Para no ir muy lejos ¿cuantos militantes de partidos políticos se
han solidarizado con sus líderes de
partido a sabiendas que se han enriquecido a costa del erario público? ¿Cuántos
no han apoyado expropiaciones indebidas? ¿Cuántos no han apoyado la violación
de los derechos humanosa sus conciudadanos, basados en la solidaridad automática?.
Cuando el ciudadano pierde sus perspectivas constitucionales y valores
familiares, se convierte en presa de líderes nacionalistas y lo llevan a
derroteros que están diametralmente opuestos al desarrollo de sus derechos como
ciudadano y lo embarcan en aventuras que pudiesen rayar en el guerrerismo u odio
por sus propios conciudadanos ( nacional socialismo de Hitler, Socialcomunismo
de Stalin, Socialismo Cubano, Socialismo del siglo XXI, etc.).
Para trabajar a favor de la paz, en un entorno geopolítico de gran
complejidad donde nuestro País convertido en punto de confrontación de grandes
poderes mundiales como lo son EEUU, China y Rusia, es necesario evitar las
posturas superficiales de incondicionalidad y de solidaridad automáticas que
sólo contribuyen a agudizar el conflicto. Esta actitud lo que refleja en
algunos “lideres” no es otra cosa que una enorme miopía política,
desconocimiento del orden internacional, desconocimiento o ceguera de las
necesidades y derechos ciudadanos de los venezolanos así como el deseo de aliarse
con nihilistas destructores.
Los Ciudadanos Dómine (consciente de sus deberes para con la Patria y
de sus derechos como ciudadano) tenemos la responsabilidad de salirle al paso a
toda solidaridad automática para con “lideres”, organizaciones, partidos e
instituciones que de alguna manera nos lleve a una confrontación interna más
allá de las diferencias ideológicas o nos conviertan en carne de cañón de
potencias militaristas que simplemente nos utilicen para dirimir su poderío
internacional.
Es el momento de antes de hablar o actuar leamos nuestros deberes y
derechos constitucionales que nos consagran como Ciudadanos Venezolanos y
actuemos en consecuencia a la luz de la
justicia y el estado de derecho y no a la emotividad de un nacionalismo que nos
hace perder el sentido real de la Patria y el Patriotismo, actuemos como
ciudadanos con valores patrióticos y no como militantes de ideologías
nacionalistas para reencontrarnos como País y demostrarle al mundo que no somos
ni jamás seremos espacio para dirimir sus diferencias imperialistas.
Maximiliano Donat
Coordinador de OngDeCiDo
Democracia y Ciudadano Dómine
ciudadanodomine@gmail.com
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