Por Tamara Suju Roa, 28/04/2015
El gobierno venezolano está cada día acentuando más su marcada sordez y
ceguera ante la terrible situación que vive la sociedad venezolana, situación
que pretende controlar a través del uso y abuso de la fuerza, usando la
persecución, la intimidación y el amedrentamiento contra cualquiera que se
atreva a denunciar, a informar verdades o simplemente a opinar sobre
realidades. Sólo ésta semana, el presidente Maduro amenazó con cerrar el diario El
Nacional, volvió a acusar a Fedecámaras de ser los únicos responsables del
desabastecimiento, la escasez y las colas, diciendo que no habrá más dólares
para “ellos” -refiriéndose a Fedecamaras- y además acusó al gobierno español de
apoyar al terrorismo y de ser parte de una “conjura” internacional para
derrocarlo. Esto trajo como consecuencia una fuerte réplica del gobierno
Español y el llamado de su embajador en Venezuela.
Tampoco se quedó atrás el presidente de la Asamblea Nacional, que
demandó al diario El Nacional, al Tal Cual y a la página web La
Patilla, por reproducir noticias que han salido en medios internacionales que
presuntamente lo vinculan con el narcotráfico. Cabello también acusó a los
medios de comunicación de estar incursos en una campaña mediática sobre la
inseguridad, en referencia al incremento de asesinatos de policías. Sobre esto,
el Ministro de Interior y Justicia, Mayor General Gustavo González, puso la
guinda en la torta al aseverar que la muerte de los funcionarios policiales
formaban parte de un plan perverso, y que la muerte de estos policías no era
casualidad, pues supuestamente persistía el paramilitarismo en los municipios
Sucre, Baruta y Chacao – cuyos Alcaldes son de la oposición- y además dijo que
las evidencias que poseen “dan cuenta de las pretensiones políticas de dichos
hechos”.
A esto hay que sumarle los insultos y acusaciones y la declaración por
parte del bando oficialista de la Asamblea Nacional, de declarar persona “nongrata”
al Ex Presidente de Gobierno Español Felipe González, por su integración en el
equipo de defensa de Leopoldo López como asesor técnico y su pronta visita al
país, sumándose a todo esto la nueva y arbitraria requisa de la que fueron
objeto Leopoldo López y Daniel Ceballos en sus celdas, luego de que la Comisión
Interamericana de DDHH dictara medidas cautelares a su favor.
En fin, en una semana, el gobierno no ha hecho más que defenderse de la
única forma en que sabe hacerlo, usando el lenguaje intimidatorio, amenazante,
de instigación al odio y encubridor de aquellos que han sido señalados ante la
opinión pública internacional por supuestamente estar vinculados con actos de
corrupción, blanqueo de capitales, violaciones de Derechos Humanos y hasta de fraude
electoral y supuesta colaboración con esos niños de pecho que se hacen llamar
Hezbollah. Nos preguntamos todos si el silencio sepulcral ante el escándalo del
Banco de Andorra y la presunta vinculación de un pariente del actual embajador
de Venezuela en las Naciones Unidas por ejemplo, no amerita por lo menos que
alguien “anuncie” una investigación sería, aunque sepamos que entre bomberos no
se pisan la manguera.
El gran problema del gobierno venezolano es que las consecuencias de
estos 15 años de ineptitud, corrupción y desgobierno se les desbordó, por la
destrucción del aparato productivo nacional y se ha agravado por el reciente
colapso de los precios del petróleo, por lo que ya no pueden seguir mintiendo
porque las consecuencias que estamos viviendo son de tal magnitud, que ni sus
más fieles seguidores ahora les creen. Hoy no hay distinción de color político
ante el desabastecimiento, la inseguridad, la inflación, y el caos social que
se vive en Venezuela. Casi toda la información que ha salido en la prensa
internacional, ha sido obtenida de la boca de sus propios funcionarios, muy
cercanos al gobierno por cierto, que ahora se encuentran en Estados Unidos,
bajo la figura de testigos protegidos y que han soltado en el tiempo que llevan
“cantando” lo que durante años los venezolanos sospechamos pero que nadie había
podido confirmar: la putrefacción y conculcacion de valores que trajo consigo
la “revolución del siglo XXI”. Quedaron al desnudo y están irracionales.
Me pregunto cuando empezaran a perseguir a quienes escriben en
“aporrea” y que últimamente han estado exigiendo explicaciones sobre todo lo
anteriormente dicho.
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