Por Alan Sears 23 de abril de 2015
Alan Sears es un ex fiscal federal de
Estados Unidos que ha tenido varios cargos en los departamentos de Justicia e
Interior durante el gobierno de Ronald Reagan. Actualmente es el presidente y
jefe ejecutivo de Alliance Defending Freedom, una organización jurídica sin
fines de lucro, constructora de alianzas, que defiende el derecho de las
personas a vivir libremente su fe.
El año pasado, mientras participaba en
Roma del coloquio extraordinario, multi-religioso y auspiciado por el Vaticano
sobre la “Complementariedad del Hombre y la Mujer en el Matrimonio”, mi esposa
y yo tuvimos privilegiada y maravillosa oportunidad de reunirnos brevemente con
Su Santidad, el Papa Francisco. Más tarde ese mismo día incluso pudimos ver una
parte de su residencia personal, almorzar con otros invitados en su comedor, y
ver la pequeña capilla donde ofrece sus oraciones privadas y comienza cada día
con la celebración de la Misa.
Muchas impresiones perduran de esa
preciada visita. Una es la de la muy verdadera compasión del Papa Francisco por
todas las personas. Vimos cómo hizo un espacio para encontrarse con los
discapacitados que habían ido a verlo, abrazando a cada uno de ellos con una
conmovedora ternura y afecto. Estuvimos junto a él mientras conversaba
cálidamente con un compañero sacerdote de América Latina en su español nativo.
Este es un hombre que diariamente se para frente a miles, interactúa con rebosantes
multitudes, y se encuentra uno a uno con docenas de peticionarios y
simpatizantes. Aun así, una muy personal empatía irradia de este pontífice, y
fluye casi tangiblemente hacia cada uno con el que se relaciona.
Es un oyente extraordinario. En nuestra
reunión le compartimos el trabajo de nuestro ministerio legal mundial, Alliance
Defending Freedom, él mostró una concentración casi como láser, hizo una
pregunta reflexiva, donando generosamente de su tiempo muy limitado para
realmente escuchar y entender lo que le estábamos diciendo, y ofreciendo su
aliento y bendición. Durante 35 años en el servicio público, he interactuado
con un conjunto importante de personas en altas posiciones –líderes de iglesias
así como políticos– y puedo atestiguar cuán verdaderamente inusual ese tipo de
atención dentro de un ambiente tan lleno y exigente.
Al arrodillarnos ante el altar en la
pequeña capilla donde el Papa Francisco celebra, fuimos abrigados y alentados
por la conciencia de que el Santo Padre comienza y termina cada día casi en la
misma posición… rezando a su Padre en el cielo, y escuchando, sin duda, con esa
mismo concentración consumada que ofrece a aquellos que buscan su atención
durante el día.
Saber que el líder cristiano más
reconocido e influyente del mundo se esfuerza tan conscientemente por
sincronizar su fe con sus declaraciones públicas es una inspiración particular,
al considerar el visible, franco compromiso de Su Santidad con la santidad de
la vida y el matrimonio.
La increíble respuesta de los líderes
religiosos de todo el mundo a la reunión del año pasado sobre el matrimonio fue
un gran testimonio de la autoridad única que el Papa lleva sobre este tema
crecientemente vital. Y el hecho de que Su Santidad fuera tan elocuente y
abierto al llamar a estos líderes, a pesar de sus diferentes credos y
desacuerdos teológicos, al reconocimiento unánime del matrimonio como la unión
de un hombre y una mujer ha tenido implicaciones enormemente positivas para el
debate cultural y político actual.
Por la misma razón, no solo las palabras
del Papa, sino su propia vida y forma –la empatía genuina y compromiso que le
vimos llevar a cada uno de sus encuentros personales– subraya su duradero
compromiso con la santidad de cada vida, in imago Dei.
Debido a que la importancia de la
libertad religiosa está basada en la santidad no solo de la vida, sino de la
consciencia individual… y debido al creciente esfuerzo de distorsionar y
destruir el matrimonio son más y más el trampolín para los ataques legales
contra la libertad religiosa… las claras y reiteradas declaraciones en defensa
de la vida y el matrimonio del Santo Padre son un aliento crucial para la
actual lucha de los cristianos alrededor del mundo para preservar –y expandir–
la libertad religiosa.
Como es el Papa, sus comentarios sobre
muchos temas son inevitablemente escrutados, citados dentro y fuera de
contexto, y a menudo nublados por la controversia. Pero sobre el matrimonio y
la vida, sus palabras y su significado son inequívocos. Recemos para que su
Iglesia y nuestro mundo esté escuchando tan atentamente como él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico