Soledad Morillo Belloso, 27/04/2015
Colonizar el diálogo, hablar para que los demás escuchen a juro,
silenciar a los otros. Eso hace el gobierno todo el tiempo. Trabajar la
oclocracia para desmontar todo vestigio de democracia. Gritar. Incordiar.
Vituperar. Todo ello en un país donde la hegemonía comunicacional tan anunciada
se convirtió en la llegada del lobo. Lejos quedaron los aullidos. Ahora sólo
hay gruñidos y mordiscos.
Nada nos asombra. Todo forma parte del paisaje. Todo es cifra y
estadística. Y el país se convierte en lo que un delirante soñó, a saber, en un
escenario de sequía de la razón. De fallecimiento de la lógica. De molienda de
la sensatez. En un mercado una mujer se enfurece. La furia la convierte en
monstruo. De la cartera saca unas tijeras y amenaza a otra víctima de la escasez
y el racionamiento. Intento mediar. Fracaso. Llega la policía. Separa a las
contrincantes. Como si fuera el arbitro en un ring de boxeo. No corre la
sangre. Es un espectáculo del subdesarrollo. Todos somos víctimas. Todos
podemos metabolizar mal la rabia. Y convertirnos en monstruos. Pero esa
realidad no existe. Los medios, los oficiales y los pseudo privados, están
preñados de monólogos. Por Twitter, único camino que da la sensación de
libertad, la gente descarga. Lee y responde. Es la participación de los dedos,
la única que va quedando. Por ahora.
El gobierno monologa. En un "stand up comedy". Las ruedas de
prensa dan grima. Las preguntas están sembradas. No están permitidas las
cuestiones "incomodas". Si se cuela alguna, basta con no responder.
Total, no hay derecho a repregunta. Esperamos respuestas a las preguntas que no
se hacen. En el país del absurdo, eso no puede sorprendernos. No hay tubazos
porque si algo abunda es lo predecible.
El presidente agrede. Le tiene tirria a Lorenzo, a Jorge, a Henrique.
Ello le da la excusa perfecta para eludir los temas gruesos. Los enemigos
imaginarios resultan útiles para repletar horas de monólogos carentes de
soluciones.
Acaso el soliloquio mas profundo de la historia literaria universal sea
el que Skakespeare escribió para Hamlet. Pensar en voz alta. Reflexionar.
Tratar de entender. Con la humildad de quien reconoce el desastre y busca
respuestas. Pero desear que alguien en el gobierno haga un soliloquio es mucho
pedir, mucho esperar, mucho desear. No se puede pedirle tamarindos a un mamón
macho.
Los intelectuales, los pocos que nos quedan, están ahogados en este
pantano de mediocridad. Hablan, pero nadie los escucha. Sus voces se pierden en
el laberinto de la trivialidad que es el santo y seña de los tiempos. Los
libros más vendidos son los de autoayuda. Y en el medio de todo, en este
"reality show" tercermundista que es la cotidianidad, campañas
electorales que rebotan en el espejo de quienes creen que los venezolanos no
somos sino transeúntes. El país es lo que ellos quieren que parezca, no ese
"lo" impersonal en el que nos convirtieron sin prisa pero sin pausa
durante estos ya casi 16 años.
Van ya cuatro meses de este año. Otro año con olor a pérdida. Pero los
corruptos están bien, muy bien. En las páginas sociales nos muestran sus éxitos
y estrenos. Los que tuvieron que irse "por causa de fuerza mayor"
gozan de buena salud. Y giran contra cuentas en dólares y euros. Gracias por
preguntar.
@solmorillob
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