Omar Barboza Gutiérrez abril de 2015
Cuando el pueblo venezolano pasa tantas
penurias como consecuencia del fracaso de esta gestión de gobierno, que se
expresa con más fuerza en la crisis económica y de inseguridad ciudadana, el
gobierno gasta miles de millones de bolívares para financiar una campaña
mentirosa, de acuerdo a la cual cuando Maduro cumple dos años en el gobierno
estamos en el país de las maravillas, disfrutando de la “revolución bonita”.
Pero la verdad de lo que está ocurriendo
en el país no se puede tapar con cuñas bonitas y sonrisas hipócritas. La
escasez se encarga de desmentir esa publicidad, cuando no se consigue harina,
azúcar, pollo, carne, pañales, papel sanitario, café, desodorante, crema de
afeitar, jabón para lavar ropa y, sobre todo en los estados fronterizos, hay
que hacer varias horas de cola para surtir gasolina al vehículo porque con la
complicidad de civiles y militares, son miles las “pimpinas” de gasolina junto
con muchos productos regulados, que han pasado a Cúcuta o Maicao. Para comer,
si le toca de acuerdo al número de la cédula, puede hacer una cola bien larga
para comprar los principales alimentos, y si tiene la suerte de conseguirlos,
el otro problema que se le presenta es que le alcancen los bolívares que cada
vez valen menos, para poder comprar los productos básicos.
La crisis que afecta a los venezolanos
no se termina con la escasez y el alto costo de la comida, de las medicinas y
de todo lo que necesite para atender sus necesidades básicas. Resulta que esta
“revolución bonita” no solo ha devaluado nuestra moneda, sino que cada día la
vida vale menos para los sicarios que se ofrecen en el mercado para asesinar a
cambio de dinero, y por eso cada vez es más común que aparezcan personas
asesinadas de muchos disparos, lo cual identifica a este tipo de asesinos. Este
hecho se complementa con la “vacuna” que deben pagar los comerciantes que
quieran trabajar en muchos pueblos y ciudades de Venezuela, estas son prácticas
que hemos heredado de la permisividad del gobierno en las fronteras para dejar
entrar a la guerrilla y a los paramilitares. Mientras tanto, la ciudadanía
siente que por acción u omisión quienes en este gobierno deben garantizar la
vida y la seguridad de las personas, son cómplices de estos hechos. No hay
dinero para financiar una política de seguridad ciudadana pero si sobra para
pagar una masiva campaña de publicidad engañosa vendiendo el supuesto éxito del
gobierno.
Cada día es más común que aparezcan
funcionarios policiales o militares implicados en secuestros, atracos, o
extorsiones. Oficialmente, en las primeras 11 semanas de este año 2015 se han
registrado 73 secuestros. El número de muertes violentas que en los últimos
años han pasado de 20.000, según las estadísticas que se conocen en un 68%
tienen como víctimas a menores de 25 años. En los 3 primeros meses de 2015,
sólo en el área metropolitana de Caracas, se habían asesinado más de 40
policías. De acuerdo a la Memoria y Cuenta del Ministerio de Relaciones
Interiores correspondiente al año 2014, en el Municipio Libertador de Caracas,
cuyo Alcalde es uno de los principales dirigentes del oficialismo, fue donde se
reportó el mayor número de homicidios con un total de 1.373 casos en ese año.
En materia de salud, la situación es tan
grave que por primera vez en muchos años, desde noviembre del año pasado el Ministerio
responsable no publica el Boletín Epidemiológico, que es la base para
planificar la prevención de enfermedades, es decir, que en algo tan vital como
la salud, andamos a ciegas.
De acuerdo a lo informado por el
Presidente de la Federación Médica, 13.000 médicos no han soportado la crisis y
se han tenido que ir del país, de los cuales 7.600 son especialistas. El
Hospital Universitario de Caracas por no tener insumos, cerró en diciembre
pasado el servicio de Cirugía Cardiovascular, y el Instituto de Oncología de la
UCV por la misma razón ya lleva más de 6 meses cerrado.
Mientras tanto los escándalos de
corrupción de este gobierno se proyectan internacionalmente con los miles de
millones de dólares robados que han ido a parar al Banco de Andorra y otros, y
ante el justo reclamo de la comunidad internacional por la violación de los
derechos humanos en Venezuela, el Presidente Maduro en vez de rectificar está
como un carrito chocón, peleando con la mitad de los gobiernos del mundo, e
insultando a quienes lo critican.
En estos dos años de gobierno de Maduro,
no hay nada que celebrar y sí mucho que lamentar. A esta “revolución bonita” le
queda tanto tiempo como el que se tarde el pueblo en reaccionar para protestar
con todas sus fuerzas y producir el cambio que necesita el país.
omarbarboza1@cantv.net
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