ANDRÉS OPPENHEIMER 11 de abril de 2015
@oppenheimera
El apretón de manos entre el presidente
Obama y el gobernante cubano general Raúl Castro no fue el único síntoma de un
cambio de vientos políticos en la Cumbre de las Américas: gran parte de la
región dio muestras de una creciente fatiga ideológica, y de un nuevo anhelo de
pragmatismo.
Claro que hubo los discursos habituales
de Cuba, Venezuela, Ecuador y otros países autoritarios culpando al
“imperialismo” estadounidense de sus problemas internos, pero la mayor parte de
lo que ocurrió en la cumbre mostro una clara pérdida de influencia de Venezuela
en la región, y un deseo por la mayoría de los países de no antagonizar a los
Estados Unidos.
La economía latinoamericana está pasando
por uno de sus peores momentos de los últimos 15 años tras el desplome de los
precios de las materias primas, según datos de las Naciones Unidas. Y con China
pasando por una desaceleración económica, Rusia en bancarrota y Europa
estancada, muchos países latinoamericanos ven el crecimiento de la economía estadounidense
como su mejor apuesta para aumentar sus exportaciones y buscar nuevas
inversiones.
Entre los síntomas de los cambios
políticos que vi en la cumbre:
En primer lugar, Venezuela no logró un
consenso para una declaración final de la cumbre que condenara el reciente
decreto ejecutivo de Obama negando visas de entrada a Estados Unidos y
congelando los depositos bancarios de siete figuras del gobierno venezolano
acusados de violaciónes de derechos humanos y corrupción, según dijeron
funcionarios panameños horas antes de finalizar el evento.
El presidente venezolano, Nicolás
Maduro, había propuesto tres párrafos en el borrador de la declaración final de
la cumbre en la que todos los países participantes rechazaban las “medidas
unilaterales coercitivas” de Estados Unidos.
Sin embargo, Maduro no consiguió un
apoyo masivo para esa declaración, ni siquiera para una versión más aguada de
la misma que no mencionara a Estados Unidos por su nombre. En cambio, la cumbre
decidió no emitir una declaración final, y solo acordar algunos mandatos
concretos, como la creación de una Red Panamericana de la Calidad de la
Educación, según los funcionarios panameños.
En segundo lugar, tras una declaración
conjunta de 26 ex presidentes latinoamericanos y españoles que criticaron a los
gobiernos de la región por su silencio cómplice ante el encarcelamiento de
líderes de la oposición en Venezuela, varios jefes de Estado tomaron cierta
distancia de Maduro en materia de derechos humanos.
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff
dijo en una entrevista con Patricia Janiot de CNN en Español que “Nosotros no
creemos que la oposición debe ser encarcelada, a menos que haya cometido un
delito,” en Venezuela.
Del mismo modo, el nuevo presidente de
Uruguay, Tabaré Vázquez participó junto a Obama en un Foro de la Sociedad
Civil, que incluyó a líderes de la oposición cubana y activistas de la sociedad
civil venezolana. El predecesor de Vásquez, José Mujica había sido mucho más
cercano a Venezuela y Cuba.
En tercer lugar, los presidentes del
Caribe y Centroamérica, la mayoría de cuyos países dependen en gran medida de
los subsidios petroleros de Venezuela, se reunieron separadamente con Obama durante
el viaje del presidente de Estados Unidos a Jamaica y Panamá, en las que
solicitaron ayuda estadounidense para resolver sus problemas energéticos.
Muchos países de la Cuenca del Caribe
temen que Venezuela recorte aún más sus subsidios petroleros de Petrocaribe. La
economía de Venezuela caerá un siete por ciento este año, lo que equivaldría a
la crisis económica más dramática en América Latina, según las proyecciones del
Fondo Monetario Internacional.
Muchos diplomáticos coinciden en que el
temor a un desplome económico y político en Venezuela fue una de las
principales motivaciones que llevaron a Cuba a negociar una normalización de
las relaciones con Estados Unidos.
Finalmente, los líderes de Brasil,
Argentina, Chile y varios otros países latinoamericanos están políticamente
debilitados por problemas internos, incluyendo escándalos de corrupción, y no
tienen mucha fuerza para iniciar batallas políticas contra Estados Unidos.
“Por primera vez en los últimos años,
Washington está llevando a cabo una diplomacia inteligente, que comenzó con el
anuncio de una normalización de las relaciones con Cuba”, dice José Miguel
Vivanco, del grupo de derechos humanos Human Rights Watch. “Eso ayudó a
desarmar el clima antiestadounidense que habíamos visto en cumbres anteriores”.
Mi opinión: Hay un cambio de los vientos
económicos en América Latina, que se está traduciendo — de manera lenta, pero
segura — en un cambio de los vientos políticos.
Antes de la cumbre, muchos pensaban que
Maduro se robaría el show obteniendo un respaldo masivo para una declaración
final que rechazaría las sanciones de Estado Unidos a los siete funcionarios
venezolanos. Pero Maduro no lo logró.
En cambio, el apretón de manos entre
Obama y Castro en la noche de apertura de la cumbre — aunque signado por la
frialdad y la desconfianza — fue el centro de atención de todos. Puede ser el
símbolo de un nuevo pragmatismo en las relaciones interamericanas, forzado por
la nueva realidad economica mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico