Américo Martín 21 de junio de 2015
En un libro de más de mil páginas (Mis
Memorias, editorial Atlántida S.A. 1979) Henry Kissinger resume con brillo
su desempeño personal como asesor de
seguridad nacional y consejero privilegiado del presidente Nixon. La obra
desentraña las complejidades de la política y es muy útil para quienes aspiren
dirigir cualquier Estado, mucho más uno de la extrema complejidad de la
potencia norteamericana.
El motivo que me induce a citar a
Kissinger es, según creo, fácil de entender. Me propongo comentar de
seguidas la entrevista celebrada en
Haití entre el experimentado Tom Shannon y el preocupado Diosdado Cabello, y
conviene saber si hay hábitos
diplomáticos estadunidenses que permitan entender mejor el tramado de la parte norteamericana
En la citada obra el profesor Kissinger
vierte un puñado de consejos interesantes, pero por su relación con el asunto
in comento, resaltaré solo dos:
1)
Cuando
vayas a una negociación importante, asegúrate de estar en la posición más
fuerte
2)
No
concedas nunca algo a cambio de nada.
Ambos criterios forman parte de una
doctrina norteamericana de negociación y seguramente Shannon los tendrá muy
presentes en su trato con los enviados del gobierno venezolano. El “fuerte” es
él. La sedicente revolución se debilita con rapidez a la vista del mundo
entero. El modelo chavista naufraga y su base social se esfuma. Shannon no solo representa a una gran
potencia en trance de superar dificultades, sino que las instituciones de su
país tienen contra la pared a altos funcionarios del chavismo, entre los cuales
sobresale el diputado-negociador.
Se desconoce, como es natural, la agenda
de la negociación, pero aparte de contenciones retóricas, la parte madurista no
tiene mucho que ofrecer; ni siquiera le está dado amenazar con restricciones
petroleras a un país que vive un boom productivo y está discutiendo si revoca
la ley que le impedía exportar hidrocarburos.
Tampoco puede el madurismo reclutar muchos amigos en campañas contra el
imperio “financiador de magnicidios”
Casi nadie le cree ya, aparte de la agonía económico-social venezolana y
su desolador aislamiento internacional. Irónicamente, avanza la negociación de
EEUU con Cuba que podría quizá cambiar el mapa político continental. El fuerte,
repito, es EEUU; el débil, Venezuela.
Sigamos con la segunda regla, la de “no
dar sin pedir”. En su primera entrevista con Maduro, Shannon había pedido
libertad de presos y transparencia electoral. Con un clamor planetario fluyendo
en la misma dirección, no hay razón para que esos puntos no sean reiterados,
tal vez junto a temas como China, la deuda, las indemnizaciones y la liberación
económica, que ya asoma en la sorprendente relación cubano-norteamericana.
Podríamos fantasear. Víctimas de su
ácida retórica, los actuales dueños del poder imaginarán que la victoria
electoral de la unidad opositora convertiría a los perseguidos de hoy en
perseguidores de mañana. ¿Querrán protección imperial?
Eso no funciona ni es necesario. Los
venezolanos construirán una democracia próspera y soberana. Una democracia para
todos, sin exclusiones, sin perjuicio de la justicia. Porque si la venganza se
entronizara, el círculo infernal de la violencia no terminaría jamás Y esa es
una lección bien aprendida por todos nosotros.
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