Por Alfredo Salgado. 16 de junio 2015
Quién lo diría, Los Borbones hasta
entretenidos se han puesto.
Me imagino que Él, el Supremo, desde la
ectoplásmica dimensión en la que está sembrado, debe estar gozando una bola
ante el papelón que están haciendo Don Juan Carlos y sus hijos. Únicamente que
este solaz del que goza Él, el Supremo, desde su nirvana rojo, está empañado
por la ca…tástrofe en la que sus hijos, los hijos de Chávez, convirtieron su
“legado”.
Aunque sigo insistiendo que esto que
tenemos es lo que realmente nos dejó de legado cuando un 8 de diciembre dijo
–Ya vengo, espérenme aquí, y si no vuelvo, les dejo a Nicolás y al resto de mis
hijos.
Volviendo a la rancia dinastía borbónica, y
ya me voy sintiendo de lo más ¡Hola!, resulta que la hija mayor de Don Juan
Carlos, Elena de Borbón, la primera que logró casarse, ¡Y vaya que fue un
logro!, termina divorciada y su ex esposo es captado en Miami de paseo
acompañado del presunto nuevo amor que le sirve de consuelo por la pérdida de
la Infanta: un mozo tan grandote como él, por lo que yo de chismoso, entiendo
por qué la Infanta Doña Helena, logró casarse. Don Juan Marichalar al parecer,
aparte de no ser portador de buen gusto por las mujeres, tenía los cables
cambiaos desde su origen, como lo grita Doña Celia (¡Esa sí que es una reina
carajo!), mientras las trompetas de Jhonny Pacheco, la acompañan en la Sopita
en Botella.
De Don Juan Carlos, aparte que ya se dejó
de eso por lo cual le cedió el trono a su hijo (¡Como aquí!), nos enteramos de
que sembró la noble cabeza de Doña Sofía con un montón de chachos, por lo cual
esa exquisita dama, volaba todos los fines de semana a Londres a pasársela con
su hermana.
Parecido a los nuestros por cierto, porque
esta realeza plebeyamente roja y balurda que nos tiene vacilados desde hace 17
años, se la pasa los fines de semana con su papá en La Habana, sin que hasta ahora,
según lo que se ventila en este gremio de chismosos y mal hablados del que
formo parte, se avizore cuerno alguno. Los cuernos nos los ponen a los 30
millones de venezolanos.
Vainas de nobles pues, que los lacayos no
entendemos.
La otra Infanta, Elena de Borbón, la menor,
la bonitica de la familia, algo así como la Marilyn Munster de la dinastía, se
casa con un jugador de Hand Ball, una especie de fútbol con las manos a la que
se dedican los tipos sin talento para jugar fútbol con los pies. Pues bien, las
habilidades manuales de este jugador de Balón Mano, de nombre
Iñarragurribinnibiprrrrr, no se limitan a jugar con la pelotica, sino que el
tipo se las amaña muy bien para evadir impuestos, hacer ingenierías financieras
con fundaciones chimbas, y aprovechar el nombre que se calzó, cuando les dio
unos nietecitos a Doña Sofía y a Don Juan Carlos. Ni pendejo que fuera.
El error de estos Borbones, es que no
pusieron la fiscalización de la recaudación de impuestos, las multas, etc., en
manos de algún miembro de la dinastía, sino que se comieron ese cuento infantil
de la separación de los poderes públicos. Nosotros en Venezuela, en nuestra
bolívarística república roja rojita, nos dejamos de pendejadas y TODO TODITO
está en manos de la realeza. Digo, realeza por el amor que le tienen a los
reales. Ya dije que son plebeyos y balurdos. Pero eso sí, no andamos con
cuentos. Directo al grano, o mejor dicho, a la plata.
¿Se imaginan Uds. al SENIAT citando al
hermano o hermana de algún prócer rojo a qué explique cómo hace para calzar
esos Louis Vuitton junto con la corbatica que tan bien le va a los zapaticos y
el sueldito que ni por milagro calza? ¡Ni de vaina! Y es que si en España
tienen realeza, nosotros tenemos próceres probados en mil guerra, de la que
esta económica, no es más que un detallito dentro la épica existencia que
viven.
A los próceres, más cercanos al mármol y al
bronce, no se les molesta. A más de un rey sin embargo, le han movido de sitio
su real cabeza. De un solo tajo.
¿Por qué digo citar a un hermano o hermana?
¿Por insidioso, chismoso, por dármelas de ¡Hola!? Lejos de mí, tal.
Sucede que Don Felipe, el nuevo rey de
España, graciosa majestad de la dinastía de Los Borbones, se dejó de cuentos y
brinquitos, y en algo así como la Gaceta Oficial que tenemos nosotros,
pero más seria eso sí, decretó que su hermana, la esposa del jugador de Balón
Mano, ya no ostenta ni detenta el título de Alteza Real. Sin explicaciones.
Punto. Y no pregunten de más porque yo soy el Rey.
Supongo que bajó de la mula a su hermana
porque no se traga el cuento que ella no sabía cómo su consorte movía los
deditos. Y que conste que esa atractiva dama, bastante que disfrutó las movidas
de dedos y manos de su esposo: viajes, hoteles, banquetes, etc., a costa de los
dineros de la Corona. Esos reales les duelen a ellos.
De nuevo cosas que aprender de nosotros:
aquí los dineros los llamamos los dineros del pueblo, los dólares del pueblo.
Cuanta vaina tenemos aquí, es del pueblo, o sea de nadie, y como no es de
nadie, es mío y hago con eso lo que me venga en gana, como mandarme a traer
unos trajecitos cortados a la medida de mi desmesurado tamaño, por un sastre
que tiene su humilde taller en Milán. Así somos los de la realeza púrpura.
Uno de los peores arranques que en su
soberbia ancestral pudo tener Don Juan Carlos, fue haberle gritado a Él, el
Supremo, ¡Por qué no te callas!
Estos Borbones parece que además de tener
caras de brutos, lo son en realidad. Vean los cuadros que el cruel de Diego
Velásquez les hizo. Me imagino que trató de disimular los rasgos de bobolongos
que vienen arrastrando, pero no lo logró. ¿Qué debió hacer Don Juan Carlos, en
lugar de mandar a callarle la boca a Él, el Supremo?
-Psst. Hugo. Psst. Huguito.
-Dime Juan Carlos- el gallo nuestro no se
andaba en esas de Su Majestad. De tú y pa´lante es hacia allá.
-Pues hombre, que tengo que hablar una
vaina contigo
-Jijijijijijiji, ven a mí que tengo flor.
-Joder, escúchame tío y respóndeme, dame la
clave. ¿Cómo os las amañáis vosotros para que todo os salga tan rebien?
Y entonces Él, el Supremo, habría
desplegado toda su sabiduría explicándole cómo rumbearse 1,5 millones de
millones de dólares, pedirle plata prestada a los chinos, rusos, bielorrusos,
iraníes, quebrar el país, poner a la gente a hacer colas, devaluar el bolívar,
quebrar PDVSA, derrumbar la producción petrolera, regalar el petróleo,
empoderar no al pueblo, sino a los pranes, quebrar la CVG, y para colmo
terminar la faena siendo el tipo más popular del vecindario, si nos atenemos al
gentío que vino a su despedida y a lo larga que fue esta.
¡Eso es ser un Borbón! No los de España.
Los de allá son, como decimos en Venezuela, unos bolsas, que mucho tienen que
aprender de esta exquisita, refinada, discreta y serena nobleza que montó un
rumbón en este país en 1998 y cuya borrachera no se pasa.
A pesar de que a estas alturas ellos se
están lamiendo de las botellas, el poquito aguardiente que queda.
Pronto se pelearán por las botellas vacías.
Tomado de
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