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sábado, 20 de junio de 2015

La Infanta de Allá y los Infantes de Acá. Alfredo Salgado



Por Alfredo Salgado. 16 de junio 2015

Quién lo diría, Los Borbones hasta entretenidos se han puesto.

Me imagino que Él, el Supremo, desde la ectoplásmica dimensión en la que está sembrado, debe estar gozando una bola ante el papelón que están haciendo Don Juan Carlos y sus hijos. Únicamente que este solaz del que goza Él, el Supremo, desde su nirvana rojo, está empañado por la ca…tástrofe en la que sus hijos, los hijos de Chávez, convirtieron su “legado”.

Aunque sigo insistiendo que esto que tenemos es lo que realmente nos dejó de legado cuando un 8 de diciembre dijo –Ya vengo, espérenme aquí, y si no vuelvo, les dejo a Nicolás y al resto de mis hijos.

Volviendo a la rancia dinastía borbónica, y ya me voy sintiendo de lo más ¡Hola!, resulta que la hija mayor de Don Juan Carlos, Elena de Borbón, la primera que logró casarse, ¡Y vaya que fue un logro!, termina divorciada y su ex esposo es captado en Miami de paseo acompañado del presunto nuevo amor que le sirve de consuelo por la pérdida de la Infanta: un mozo tan grandote como él, por lo que yo de chismoso, entiendo por qué la Infanta Doña Helena, logró casarse. Don Juan Marichalar al parecer, aparte de no ser portador de buen gusto por las mujeres, tenía los cables cambiaos desde su origen, como lo grita Doña Celia (¡Esa sí que es una reina carajo!), mientras las trompetas de Jhonny Pacheco, la acompañan en la Sopita en Botella.

De Don Juan Carlos, aparte que ya se dejó de eso por lo cual le cedió el trono a su hijo (¡Como aquí!), nos enteramos de que sembró la noble cabeza de Doña Sofía con un montón de chachos, por lo cual esa exquisita dama, volaba todos los fines de semana a Londres a pasársela con su hermana.

Parecido a los nuestros por cierto, porque esta realeza plebeyamente roja y balurda que nos tiene vacilados desde hace 17 años, se la pasa los fines de semana con su papá en La Habana, sin que hasta ahora, según lo que se ventila en este gremio de chismosos y mal hablados del que formo parte, se avizore cuerno alguno.  Los cuernos nos los ponen a los 30 millones de venezolanos.

Vainas de nobles pues, que los lacayos no entendemos.

La otra Infanta, Elena de Borbón, la menor, la bonitica de la familia, algo así como la Marilyn Munster de la dinastía, se casa con un jugador de Hand Ball, una especie de fútbol con las manos a la que se dedican los tipos sin talento para jugar fútbol con los pies. Pues bien, las habilidades manuales de este jugador de Balón Mano, de nombre Iñarragurribinnibiprrrrr, no se limitan a jugar con la pelotica, sino que el tipo se las amaña muy bien para evadir impuestos, hacer ingenierías financieras con fundaciones chimbas, y aprovechar el nombre que se calzó, cuando les dio unos nietecitos a Doña Sofía y a Don Juan Carlos. Ni pendejo que fuera.

El error de estos Borbones, es que no pusieron la fiscalización de la recaudación de impuestos, las multas, etc., en manos de algún miembro de la dinastía, sino que se comieron ese cuento infantil de la separación de los poderes públicos. Nosotros en Venezuela, en nuestra bolívarística república roja rojita, nos dejamos de pendejadas y TODO TODITO está en manos de la realeza. Digo, realeza por el amor que le tienen a los reales. Ya dije que son plebeyos y balurdos. Pero eso sí, no andamos con cuentos. Directo al grano, o mejor dicho, a la plata.

¿Se imaginan Uds. al SENIAT citando al hermano o hermana de algún prócer rojo a qué explique cómo hace para calzar esos Louis Vuitton junto con la corbatica que tan bien le va a los zapaticos y el sueldito que ni por milagro calza? ¡Ni de vaina! Y es que si en España tienen realeza, nosotros tenemos próceres probados en mil guerra, de la que esta económica, no es más que un detallito dentro la épica existencia que viven.

A los próceres, más cercanos al mármol y al bronce, no se les molesta. A más de un rey sin embargo, le han movido de sitio su real cabeza. De un solo tajo.

¿Por qué digo citar a un hermano o hermana? ¿Por insidioso, chismoso, por dármelas de ¡Hola!? Lejos de mí, tal.

Sucede que Don Felipe, el nuevo rey de España, graciosa majestad de la dinastía de Los Borbones, se dejó de cuentos y brinquitos,  y en algo así como la Gaceta Oficial que tenemos nosotros, pero más seria eso sí, decretó que su hermana, la esposa del jugador de Balón Mano, ya no ostenta ni detenta el título de Alteza Real. Sin explicaciones. Punto. Y no pregunten de más porque yo soy el Rey.

Supongo que bajó de la mula a su hermana porque no se traga el cuento que ella no sabía cómo su consorte movía los deditos. Y que conste que esa atractiva dama, bastante que disfrutó las movidas de dedos y manos de su esposo: viajes, hoteles, banquetes, etc., a costa de los dineros de la Corona. Esos reales les duelen a ellos.

De nuevo cosas que aprender de nosotros: aquí los dineros los llamamos los dineros del pueblo, los dólares del pueblo. Cuanta vaina tenemos aquí, es del pueblo, o sea de nadie, y como no es de nadie, es mío y hago con eso lo que me venga en gana, como mandarme a traer unos trajecitos cortados a la medida de mi desmesurado tamaño, por un sastre que tiene su humilde taller en Milán. Así somos los de la realeza púrpura.

Uno de los peores arranques que en su soberbia ancestral pudo tener Don Juan Carlos, fue haberle gritado a Él, el Supremo, ¡Por qué no te callas!

Estos Borbones parece que además de tener caras de brutos, lo son en realidad. Vean los cuadros que el cruel de Diego Velásquez les hizo. Me imagino que trató de disimular los rasgos de bobolongos que vienen arrastrando, pero no lo logró. ¿Qué debió hacer Don Juan Carlos, en lugar de mandar a callarle la boca a Él, el Supremo?

-Psst.  Hugo.  Psst. Huguito.
-Dime Juan Carlos- el gallo nuestro no se andaba en esas de Su Majestad. De tú y pa´lante es hacia allá.

-Pues hombre, que tengo que hablar una vaina contigo
-Jijijijijijiji, ven a mí que tengo flor.
-Joder, escúchame tío y respóndeme, dame la clave. ¿Cómo os las amañáis vosotros para que todo os salga tan rebien?
Y entonces Él, el Supremo, habría desplegado toda su sabiduría explicándole cómo rumbearse 1,5 millones de millones de dólares, pedirle plata prestada a los chinos, rusos, bielorrusos, iraníes, quebrar el país, poner a la gente a hacer colas, devaluar el bolívar, quebrar PDVSA, derrumbar la producción petrolera, regalar el petróleo, empoderar no al pueblo, sino a los pranes, quebrar la CVG, y para colmo terminar la faena siendo el tipo más popular del vecindario, si nos atenemos al gentío que vino a su despedida y a lo larga que fue esta.
¡Eso es ser un Borbón! No los de España. Los de allá son, como decimos en Venezuela, unos bolsas, que mucho tienen que aprender de esta exquisita, refinada, discreta y serena nobleza que montó un rumbón en este país en 1998 y cuya borrachera no se pasa.

A pesar de que a estas alturas ellos se están lamiendo de las botellas, el poquito aguardiente que queda.

Pronto se pelearán por las botellas vacías.

Tomado de

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