Laureano Márquez 19 de junio de 2015
Dr. Giordani:
Por razones de conciencia me veo
obligado a realizar algo que ningún chavista ha querido hacer: salir en defensa
del presidente Maduro frente a las acusaciones de que es objeto. Comparto lo
que dice usted en su crítica, también lo que señaló Felipe González:
efectivamente Maduro se ha dado a la tarea de destruir lo que queda del país.
En lo que que en verdad no concuerdo con usted es en dejar de lado la propia
labor de 15 años suya suyita de usted y del presidente a quien sirvió, en este
proceso. Creo que al menos, el presidente Maduro ha tenido un último gesto de
lealtad con quien desde la eternidad suele hablarle de diversas formas y es el
de echarse encima la profunda raya, que quedará registrada en los anales de la
historia, de la destrucción de una nación en momento en que más ingresos le han
entrado en 200 años de vida republicana. La dilapidación de una fortuna tan
notable y el endeudamiento crónico en medio de tanta abundancia es algo por lo
que habrán de pagar muchos millones de venezolanos con sufrimiento en los años
por venenir. Lo peor – y usted lo sabe- es que pagaran, como es costumbre, los
más humildes, los que se encuentran hoy en la misma pobreza de siempre y
pagando los platos rotos de los millones que sus compañeros (no lo incluyó a
usted, porque es fama que es hombre decente) se han choreado. Y lo pagaran,
como muchos voceros autorizados han reconocido sin ruborizarse, con más
pobreza, porque han sido mantenidos en ella con intención, para mayor
dominación de sus conciencias.
Leo estupefacto -reaparece publicado en
los medios- su documento del año pasado y de verdad parece una irónica broma
todo lo que usted señala allí con esa misma actitud de ausencia con la que le
mirábamos en la televisión durante 15 años de cadenas en las que
progresivamente se demolía un país. Los que están en el gobierno no se lo van a
decir, Dr. Giordani -porque o creen que se la están comiendo, supongo, o raspan
la olla, quizá-, pero su merced no puede lavarse las manos de esta tragedia.
Dice usted, refiriéndose al difunto presidente: “Como líder de este proceso
bolivariano, como compañero de viaje, como amigo, siempre primó entre nosotros
la búsqueda de un mundo mejor, más justo para la mayoría del pueblo venezolano,
y más allá de nuestras fronteras, el encontrarse con la utopía del sueño
bolivariano”. Este sueño bolivariano es el mismo del que Maduro es principal
exponente y continuador y que se ha trastocado -y se trastocará aun más- en una
de las peores pesadillas de nuestro devenir como pueblo. Hoy Venezuela presenta
una economía destruida, un sistema institucional verdaderamente vergonzoso en
términos de valores y principios de democracia, justicia y libertad. Usted y el
expresidente llevaron al país al borde del abismo, él solo ha dado un paso al frente,
esclavo como es de un modelo del que no puede dar marcha atrás, como lo hace
usted ahora que se encuentra fuera y que seguramente cree que en nada tiene que
ver con esta monstruosidad. Es su creación, Dr. Frankenstein, ¿es que no lo
reconoce? Es un verdadero y auténtico hijo del comandante y continuador de su
legado, del “sueño bolivariano” del que han huido ya cerca de dos millones de
compatriotas.
Maduro es el abanderado de la política
económica que usted promovió y que se manifiesta en procesos como:
La destrucción del aparato productivo
nacional para hacerlo depender de importaciones corruptas.
El desmantelamiento de nuestra principal
empresa que otrora estuvo entre las mejores del planeta: PDVSA.
El mantenimiento de un sistema cambiario
que solo ha hecho multimillonarios a los bolichicos. Esos de corazón
antichavista y bolsillo chavista.
El desmantelamiento de los servicios
públicos y su continuado y progresivo deterioro.
Un endeudamiento público inconcebible
justo cuando más ingresos le entraron a la nación.
Destrucción de las empresas públicas a
punta de una mezcla de ineficiencia, corrupción, estímulo de la vagabundería
improductiva y generación de mafias sindicales gánsteriles.
Transformación en lo anterior de todo lo
expropiado que funcionaba: siderúrgica, cemento, empresas de producción de
alimentos y todo cuanto han tocado vuestras manos que, como por arte de magia,
entra en un proceso destructivo irremediable.
Todo lo señalado, salpicado por una de
las peores muestras de corrupción e ineficiencia como nunca se ha conocido en
nuestra historia. Nada de ello es obra de Maduro, Dr Giordani, tampoco el
desmantelamiento de la poca institucionalidad que teníamos, el encarcelamiento
del que piensa distinto, la represión a los disidentes y la destrucción de todo
vestigio de esa democracia y libertad, por la que lucharon nuestros
antepasados. Es cierto que el presidente ha hecho unos aportes notables, fruto
de su originalidad destructiva, pero lo ha hecho siguiendo el guión que ustedes
trazaron en los 15 años anteriores. De modo que atribuir autoría a quien solo
ha sido un catalizador positivo (en el sentido de que acelera un proceso
negativo), es cuando menos injusto.
Es triste que quien venga a salirle al
paso a sus argumentos sea un cómico, pero es que la comicidad es de las pocas
cosas serias que van quedando en el país. Nos vemos en la cola.
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